Grabado de Goya (F.I.) |
Hay varias leyendas explican las apariciones de las Marimantas, tantas como regiones españolas, pues en cada una existió una Marimanta. En Galicia se cuenta que la Marimanta era una mujer anciana, fea y encorvada, que iba por los pueblos pidiendo limosna, a su espalda llevaba un saco donde metía los niños malos, haciéndoles desaparecer.
En Cáceres también hubo marimantas que deambulaban
en la oscuridad de la noche por las calles de la ciudad, pero eran más mundanas
y reales, pues solían ser personas que
camufladas de fantasma y con la luz de una candela aprovechaban el anonimato para
visitar mancebías, o en el caso de las señoras eran celestinas que cubiertas
con sábanas atemorizaban a los transeúntes para proteger los amores nocturnos y
clandestinos de algún señorito con mujer casada o doncella, preservando así su
reputación y decoro.
La última Marimanta
cacereña, tenía un fin distinto, he aquí su historia.
Corría los años 50, y
cerca del barrio de San Antonio al anochecer solía aparecerse una de esas
marimantas provista de un sudario impolutamente blanco y ataviada de una vela
asustaba de muerte a todo aquel que pululaba en la madrugada por aquellas callejuelas. Se escudaba en la
mala iluminación del barrio y de la poca vigilancia que había, para deambular por
las calles con vía libre para sus fines. Muchos fueron los trasnochadores y
madrugadores atemorizados, por esta Marimanta.
Cuentan que aquella
particular Marimanta, no se metía con nadie, ni hacía daño alguno, que al ver algún transeúnte por
aquellas calles, ella permanecía inmóvil, mas el susto te lo llevabas igual.
Esto le sucedió a Antonio, un joven panadero de la localidad, que por su
trabajo tenía que madrugar. Una de esas noches andaba camino de su trabajo cuando
se le apareció la Marimanta, del susto
quedó palidecido y salió escopetado, no sin antes soltar una retahíla de
improperios a la vez que iba gritando:
“Esta
noche te libras porque no llevo conmigo la navaja, pero la próxima vez que nos
crucemos aunque seas un alma en pena, con ella te rajo en dos…”
Parecerse que aquella advertencia tuvo sus frutos pues por un tiempo
la Marimanta no volvió a hacer acto de presencia en las noches cacereñas, y
Antonio iba más tranquilo a su horno, aunque siempre provisto de su navaja
cabritera la cual portaba en mano cuando caminaba por aquellas callejuelas poco
iluminadas del barrio de San Antonio.
Una noche, cuando para
Antonio la Marimanta no era más que un lejano recuerdo, tuvo la desgracia de volverse a topar con
ella cerca de la plaza de los Pereros, Antonio sin cruzar palabra abrió su
navaja y salió corriendo tras el fantasma.
“Hoy
no te salva ni Dios, no huyas.” Gritaba Antonio.
De pronto la Marimanta se remangó la sábana y corriendo trato de escapar calle abajo, mas viendo que el joven
panadero le daba alcance, se subió a una reja y desde lo alto de ella dijo:
“Antonio,
hijo, no me hagas ná que soy yo la Tía Petra, la Churrera, no me hagas daño. “
“Pues
de buena se ha librado. ¿Pero que hace usted con su edad a estas horas de la
madrugá dando sustos a las gente honrá?” Dijo Antonio.
“Que
ando a la cata del señó Joaquín, que me han dicho que me la pega con una furcia
que vive por estas calles.” Respondió ella.
“Ande
baje de ahí, que yo la ayudo, váyase para casa, y no haga caso a chismorreos.”
Al final el susto fue
mayor para la Marimanta al ver tan cerca la muerte que para el joven panadero.
Pero la explicación era
sencilla, la Tía Petra era una vecina muy celosa de aquel lugar, y el
señó Joaquín era su esposo, que aunque era un bendito, según decían, le gustaba salir de
noche a negocios propios y la vecinas de la Tía Petra, por broma o por malicia, envenenaban los celos
de la Petra, que se lo creía todo, y por ello quería dar un escarmiento a su presunto
infiel marido.
Más leyendas son y así te las he
contado, gracias y hasta la próxima.
Escrito
por: Jesús Sierra
Fuentes:
“Ventanas a la ciudad”, Fernando García Morales
Me llegó a encontrar yo una de esas y no veas...muy buena historia!!!
ResponderEliminar¡Esta es muy graciosa aunque con susto! La pobre mujer por querer asustar al marido, le pudo costar la vida. Bien por ti Chuchi.
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