viernes, 28 de septiembre de 2012

La leyenda de los Golfines


Otra de las leyendas de Cáceres hace referencia al origen y procedencia del apellido Golfín, y como otras leyendas también tiene diversas versiones.
Escudo de la familia Golfín, Cáceres.

Algunos sitúan su procedencia en tierras galas relacionándolos con los Delfines de Francia, de una derivación del apellido Holguín como explica esta vieja coplilla que dice: “Aquellos de aquellas flores / son los que llaman Holguines / que en Francia fueron mayores / pues vienen de los Delfines / de quien tomaron valores.” Otros explican que etimológicamente podía provenir de la palabra Wolf o Wulf, lobo en antiguo sajón y la última les dan unos orígenes de pillaje y robo, he aquí esa historia.
Después de la cruzada contra los moros promovida por el rey Alfonso VIII de Castilla en el año 1212 d.C., muchos guerreros del centro de Europa que les habían acompañado decidieron establecerse en la península. Algunos de estos guerreros, al carecer ya de oficio y sin medios de sustentación, aprovecharon ésta época de inseguridad originada por las disputas por la sucesión al trono, para saquear en caminos y robar ganado, sobre todo ovejas merinas, sembrando el terror por tierras entre el Tajo y Sierra Morena. A estos caballeros, diestros en armas que se hicieron inmensamente ricos y fundaron numerosas casas fuertes, se les denominaba golfines y llegaron tener su propio rey “Carchena”.
Por aquel entonces, el Concejo, principal órgano de gobierno de la villa de Cáceres, se reunía a la salida de misa matinal, en Plaza de Santa María, a las puertas de la iglesia, donde resolvía sobre todo pleitos y disputas cotidianas de la villa, y también los asuntos correspondientes al Honrado Concejo de la Mesta, organización de ganaderos muy poderosa en aquella época, que defendía a sus miembros cuando los ganados trashumantes se desplazaban por las cañadas reales, donde las dehesas de Cáceres eran de las más importantes.
Plaza de Santa Maria, Cáceres.
En una de esas reuniones para intentar poner remedio a los continuos pillajes de ovejas merinas, se hallaba don Gómez Tello, Alcalde de Cáceres y uno de los doce Hombres Buenos que formaban el Concejo de la Villa, y dijo:
“Ante tantas actuaciones de los llamados golfines, alterando el orden en nuestros caminos, campos y montes, saqueando y robando el ganado de nuestros pastores y de los rebaños trashumantes, debemos por ello movilizarnos y perseguir dichos delitos y con la ayuda de la Hermandad de los Montes darles captura y digna justicia según costumbre antigua.” -Y así quedó dicho.-
Pero ello aquí, que cerca, escuchando todo lo que en la reunión se había expuesto, pues era pública y abierta, se hallaba espiando y tramando su próxima fechoría, uno de los capitanes de los llamados golfines, de nombre Alfón Pérez. Y al término de la sesión, siguió de cerca a don Gómez Tello, no sabemos bien con qué intención, pero ésta se vio interrumpida porque al encuentro del Alcalde salió una  joven y bella dama, y el capitán al mismo instante de verla quedó prendado de ella. Esa joven dama no era otra si no la hija de Gómez Tello, de nombre María.
El ladrón y asaltador de caminos, siguió volviendo frecuentemente a la villa, y mediante encuentros casuales fue cortejando a la hermosa doncella de grandes ojos y cabellos negros. Poco a poco el amor iba floreciendo entre el capitán de bandoleros y la hija del alcalde. Hasta que un día María se confiesa a su padre:
“Padre, es para mí una alegría darte la noticia de que estoy enamorada, mas siento tristeza por ti pues ese joven caballero lleva por nombre Alfón Pérez.”
El padre al darse cuenta de quién era, o sea un golfín, entro en cólera, y le respondió:
“Hija mía, a vos prohíbo volver a ver a es golfín, ese hombre que decís amar es un ladrón y un rufián y sólo busca tu perdición, tu deshonra.”
El respetado alcalde, no estaba dispuesto a que su dulce hija casara con personaje de tal calaña.
Pero la joven doncella que correspondía fervientemente a su amor y el capitán bandolero que le prometió que no nunca renunciaría a ella, se personó una mañana en la casa del alcalde dispuesto a pedir la mano de su amada:
“Ante vos me presento con las manos abierta y como única arma mi corazón, espero no ofenderle ni avasallarle por mi osadía, más cuando vengo de sincero y puro a pediros la mano de vuestra hija, y si no me la dierais muerto o preso he de yacer, dios mediante.”
Ante tan imprevisible suceso, Gómez Tello, como persona sensata y por amor a su hija María, aunque creyendo que el bandolero no lo cumpliría le espetó:
“Te doy mi consentimiento y bendición para que cortejes a mi hija, pero antes deberás limpiar tu nombre, reconocer a la autoridad y ennoblecer tu sangre, ganándote el respeto del rey, la nobleza y el pueblo. Cuenta para ello con mi prestigio y rango social, y cumplido esos requisitos formaras parte de mi familia a través de dichos esponsales.”
“Sean Dios y vos testigos de mi juramento,  que así lo haré, por el amor que procedo a su hija María.”- Respondió el capitán de bandoleros.-
Así gracias a la intercesión de don Gómez Tello ante el Concejo, a la política pacificadora iniciada por la Corona, que concedió el perdón a algunos Golfines a cambio del apoyo a determinados reyes o villas y sobre todo al amor de su amada; como  el rufián Alfón Pérez pasó a ser Alfón Pérez Golfín, un hombre respetado, un luchador honorable y por su valor en el campo de batalla fue dignamente recompensado con títulos y bienes.
Don Alfón Pérez Golfín, primer Golfín cacereño, y doña María Gómez Tello se desposaron en la villa de Cáceres, establecieron su residencia sobre el antiguo hogar de los Gómez Tello, hoy Palacio de los Golfines de Abajo,  y tuvieron varios hijos, dando así comienzo a uno de los linajes más ilustre de la nobleza cacereña.
Palacio de los Golfines de Abajo, Cáceres.
En la fachada del Palacio de los Golfines y en sus enterramientos hay una inscripción en la que se lee: “Aquí esperan los golfines el día del juicio”;  por algo será.

Más leyendas son y así te las he contado, gracias y hasta la próxima.

Escrito por:   Jesús Sierra

Fuentes:   Antonio Bueno Flores
                 José R. García Arroyo
                 Mª José García Berzosa
                 Patricia Edwards Rokowski
                 Francisco Acedo
                 José M. Sánchez Benito

sábado, 22 de septiembre de 2012

Historia del escudo de Cáceres

        Y para terminar el ciclo de la visita de Isabel "la Católica" a Cáceres, otro hecho histórico.

Escudo de Cáceres

Actualmente el escudo de Cáceres es: partido, en el cuartel izquierdo figura un castillo con colores del Reino de Castilla, y en el derecho un león con los mismos colores que el del Reino de León. Pero esto no siempre fue así, como ya hemos comentado, Cáceres fue repoblada por leoneses, asturianos, gallegos y castellanos, con el tiempo sus habitantes se dividieron en dos bandos: el de los leoneses (que también incluiría a las gentes originarias de Galicia y Asturias), y el de los castellanos. Los primeros habitaban la parte alta de la ciudad (barrio de San Mateo), y los segundos en la baja (barrio de Santa María).
En un principio los cacereños debieron utilizar el sello de León es sus documentos oficiales, pues Alfonso IX dotó a la villa un fuero bastante generoso, del estilo del fuero leonés. Y así lo señala Orti Belmonte: "Los cacereños, al amparo de su fuero de conquista, se consideraban vasallos del Rey de León, no del de Castilla", actitud que se mantendría largo tiempo en nuestra ciudad.
Pero la villa con el tiempo tomo partida, primero a favor de Fernando IV “el emplazado”, y posteriormente con Fernando III, rey de Castilla, quien también utilizó sus tropas a favor de la villa de Cáceres, utilizando  de manea oficial también el escudo de Castilla desde ese momento, es decir, el castillo. Y aquí es donde comienza el verdadero punto de partida de los problemas de la villa, es decir, el uso de dos sellos oficiales, el león y el castillo, la ciudad prácticamente se divide en dos bandos bien diferenciados. Y pasaron algunos años mientras que los cancérense mantenían su rivalidad.
Y por ello al final había en la villa dos concejos y dos sellos distintos, comenzando una guerra de banderías, con dos bandos bien diferenciados como he comentado. La situación perduró hasta la llegada de Isabel “la Católica”, que en las nuevas Ordenanzas del Concejo de 9 de julio, la reina manifiesta su voluntad de que se unifiquen los sellos de León y Castilla que utilizaba por separado el concejo y se haga un solo escudo.

La ordenanza quinta reza así:

“Item mando, y ordeno, que luego la justicia, regidores desta dicha villa, desfagan los dos sellos que tienen del Concejo, y faga uno, y no más, que tenga un escudo de armas, y en la mitad del aya un Castillo, y en la otra mitad un León; las quales dichas Armas yo doi por armas propias suyas a la dicha Villa de Cáceres para siempre jamás, y que este sello esté siempre en poder de uno de los regidores y del procurador...
Ahora para aquellos que vivan en Cáceres o la visiten le propongo una búsqueda para hacer más ameno su paseo por el casco antiguo, en la pared de uno de los edificios hay un escudo en piedra de la villa de Cáceres en el que aparecen las armas de sus cuarteles cambiadas --león en el primero, castillo en el segundo--, un raro ejemplar del primitivo de la villa de Cáceres.
Primitivo escudo de Cáceres
(Foto por Jesús Sierra)

Comienza la búsqueda del tesoro. Gracias y hasta la próxima entrega. 

Escrito por: Jesús Sierra
Fuentes: Publio Hurtado
                          Orti Belmonte
                          Antonio C. Floriano.
                          Pedro Cordero Alvarado

viernes, 21 de septiembre de 2012

El origen del desmoche de las torres de la Villa de Cáceres


            Siguiendo con la visita de Isabel “la Católica” a Cáceres, hoy os relato otra de las decisiones que tomó en la villa.


Torre del Palacio de los Golfines de Abajo, Cáceres.

Recordemos que Cáceres después de la reconquista, fue repoblada por leoneses, asturianos, gallegos y castellanos, que acompañaban a Fernando II de León en sus huestes. Con el tiempo sus habitantes se dividieron en dos bandos: el de los leoneses (que también incluiría a las gentes originarias de Galicia y Asturias), y el de los castellanos. Los primeros habitaban la parte alta de la ciudad (barrio de San Mateo), y los segundos en la baja (barrio de Santa María), aunque había algunas excepciones.

Los nobles de ambos bandos se enfrentaban violentamente con frecuencia, y la situación llegó a tales extremos, que Cáceres contó en la práctica con dos concejos diferentes que no cesaban de pelearse por el control del gobierno; además en tiempo de la guerra de sucesión al trono de Castilla, unos tomaron partido a favor del monarca Enrique IV de Castilla (y a su muerte de su hija Juana “la Beltraneja”) y otros del bando del Infante Don Alonso (y su muerte, de Isabel “La Católica”).

Aquellos enfrentamientos debieron ser temibles,  pongámonos en situación, en aquella época los palacios no eran como los vemos ahora, llenos de amplias ventanas y balcones y grandiosas puertas, más bien eran casas fuertes, donde la luz provenía de los patios interiores de las casas, tenían sus propios aljibes para el almacenaje de agua que se recogía bien de la lluvia a través de patio central o de los ríos subterráneos. A la casa se accedía a través de una puerta sita en un lateral o en un callejón fácilmente defendible. Y las ventanas que daban al exterior eran saeteras o troneras y las altas torres cumplían su función defensiva con bastante asiduidad, incluso en algún momento se lanzarían saetazos entre torre y torre de los distintos bandos. Y las disputas no se limitaban entre nobles,  cada uno tenía tras de sí una clientela formada por sirvientes, pecheros, aldeas enteras que pertenecían al señor y cuanto más poderoso mas clientela. Era habitual que a la salida de misa de los domingos y días de fiestas, cada clientela esperaba la salida de su señor y envalentados se provocaban y retaban amparados  tanto unos como otros llegando a blandir las espadas en algún momento.

Torre de Sande, Cáceres.

La situación perduró hasta que en 1476 para resolver las disputas es enviado por la reina Isabel un Corregidor con órdenes de amonestar a los dueños de las torres. Y así ante los reunidos en el concejo se expresó el Corregidor:

         -“Por orden de Doña Isabel Reina de Castilla…, deberéis eliminar los elementos defensivos y reducir la altura de dichas torres a la de los tejados de las casas.”-

 Pero tuvo que venir la propia reina Isabel en persona, el 9 de julio de 1.477, para promulgar las nuevas “Ordenanzas sobre las parcialidades, torres y casas-fuertes”, ordenando el desmoche de las torres de la Villa ( ojo, se desmocharon las torres perteneciente a los palacios, no las defensivas de las murallas), con lo que perdían su carácter defensivo y ofensivo, pues el sentido de una torre se mantiene mientras se alza por encima de la propiedad que defiende, e imponía la condición de derribar arqueras, y cerrar troneras y saeteras, techando las torres, y prohibiendo la formación de bandos, bajo gravísimas penas, pacificando así la situación. Aunque también debió ayudar la creación por parte de los Reyes Católicos de la Santa Hermandad, el primer cuerpo de policía de Europa.


Hubo una real excepción a estos desmoches, para el Capitán Diego Ovando de Cáceres que para distinguir su fidelidad como paladín y miembro del Real Consejo de los Reyes Católicos, se le concede la autorización para construir su casa y terminar de erigir su torre (actual Casa de los Cáceres-Ovando o Palacio de las Cigüeñas), con los materiales procedentes del viejo alcázar almohade de Cáceres, que había sido derribado por los partidarios del Infante Don Alfonso cuando se enfrentaba a su hermano el monarca Enrique IV.

Torre y Casa de las Cigüeñas o de
Diego de Cáceres Ovando, Cáceres.
  
Si han visitado la ciudad se habrán dado cuenta que hay otra torre que se alza majestuosamente al cielo cacereño y no está desmochada, es la Torre del Homenaje del Palacio de los Golfines de Arriba, construida como alarde de riqueza y poderío, pero esta torre es posterior concretamente del 1516, y estuvo mucho tiempo parada su construcción por requerimiento de los Saavedra y del propio Concejo, alegando las ordenanzas dadas por Isabel “La Católica”. Pero Fernando “el Católico” había autorizado en 1506 el alzamiento de la misma a García Golfín, primer señor de la Casa Corchada.

Torre del Homenaje del Palacio de los
Golfines de Arriba, Cáceres.

Gracias por su tiempo, y disfruten de Cáceres. Hasta la próxima.


 Escrito por: Jesús Sierra

 Fuentes: Publio Hurtado
                Antonio C. Floriano
                Antonio Rubio Rojas
                Francisco Acedo

viernes, 14 de septiembre de 2012

Anécdotas sobre las visitas de la Reina Isabel “La Católica” a la Villa de Cáceres.

Retrato de Isabel "La Católica" (F.I.)

La reina Isabel “La Católica” visitó la villa de Cáceres en dos ocasiones la primera en 1477 y la segunda en 1479, esta vez acompañada de su esposo, Fernando “El Católico”, alojándose en ambas ocasiones en el Palacio de los Golfines de Abajo, situado cerca de la Iglesia de Santa María. Durante su estancia dejó varias anécdotas que por parte iré relatando.
Palacio de los Golfines de Abajo, Cáceres.

Era costumbre en la época que los monarcas antes de entrar en la ciudad debían jurar  los fueros y privilegios que regían dichas villas. Así el 30 de junio de 1477, la reina Dª. Isabel “La Católica”, antes de entrar en Cáceres por la Puerta Nueva (hoy arco de la Estrella), acompañada del Cardenal Mendoza y rodeada de su séquito, de los caballeros, escuderos, oficiales y hombres buenos de Cáceres, juró sobre los Santos Evangelios, conservar y defender los Fueros, privilegios y libertades de la villa.

Testigo de ello fue el bachiller Hernando de Mogollón, quien, arrodillado le presentó el misal y le pidió: “Jura defender y acatar los fueros, privilegios, buenos usos y costumbres de la villa de Cáceres que fueron dados por don Alfonso IX rey de León y de Galicia.”

Y doña Isabel con su mano derecha en libro sagrado, majestuosamente le respondió: “Sí, juro, e amén”

Puerta Nueva o Arco de la Estrella, Cáceres.


El 9 de Julio de 1477, la reina recibe a todas las autoridades de la villa y según se cuenta mientras le son leídos los capítulos de las ordenanzas que su alteza les había dado para un buen gobierno de Cáceres, y que fueron aceptadas bajo juramento por 96 caballeros y escuderos en representación de la ciudad (la villa en esos momentos tenía unos 2000 vecinos), y mediante las cuales la Villa pasa a ser de Realengo (Villa o señorío urbano que pertenece a un rey), y sus Regidores (doce de nombramiento real y perpetuos); ella permanecía sentada sobre una piedra y en otra apoyaba sus pies.

En los ratos de ocio, pues estuvo varias semanas en Cáceres, Doña Isabel paseaba por la villa y sus alrededores. En uno de sus paseos llegó hasta una huerta en la ribera del Marco, donde se encontró con un humilde labrador atareado en sus quehaceres diarios, el campesino al verla, sin conocer quién era, le ofrece como modesto presente una manzana. La reina gratamente sorprendida ante el gesto desinteresado del buen hombre, le habla:
“Por tu gentil gesto, yo, Doña Isabel por la gracia de Dios Reina de Castilla, de León, de Toledo, de Sicilia, de Galicia, de Sevilla, de Córdoba, de Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algeciras, de Gibraltar, Princesa de Aragón, e señora de Vizcaya e de Molina, te otorgo el favor de pedirme cualquier cosa que desees.”  

A lo que el labrador respondió: “Lo único que deseo es agua para poder regar mi huerto, mi señora.”
Y así se hizo, desde ese momento y en el futuro, la reina le concedió el privilegio a dichas tierras para ser regadas, cual fuere su destino en el tiempo, Y dicha disposición se mantiene hasta nuestros días. Y es conocida como la huerta de la Merced.

Ribera del Marco, Cáceres.


           Otra leyenda cuenta que al ver ondear la Reina Isabel La Católica, el Pendón de la Villa, tan roto y deshilachado, y siendo tan ilustre estandarte la enseña que Alfonso IX había traído en la conquista de Cáceres y que por entonces se había convertido en un estandarte para la Villa, conocido como el de San Jorge en honor al Santo.
Una vez que la reina estuvo en sus aposentos del Palacio de los Golfines de Abajo, pidió a los representantes del concejo:

 “Hacedme traer tan solemne emblema, orgullo y fervor de la Villa, que tan deteriorado ha sido por el uso dado durante siglos.”

 Y a una de sus damas de compañía le dijo: -“traedme también aguja e hilos”- y ella misma en sus aposentos rodeada de la ilustre nobleza que le acompañaba, se encargo de remendar y rebordar con sus propias manos sobre seda carmesí, puntada a puntada,  las roturas y desperfectos que el paso del tiempo había obrado en tan insigne enseña, incorporando a él el castillo, ya que anteriormente sólo tenía el león.

El pendón de seda natural de 230 por 180 centímetros, y está considerada como la bandera concejil más antigua de España y la primera en la que aparecen unidos los símbolos de los dos reinos, el de Castilla y el de León, evidencia histórica de su unificación.
Pendón de San Jorge

            Otro curioso ordenamiento que realizan los Reyes Católicos en 1491 es autorizar y regular  las casas del pecado (o sea burdeles), para salvaguardar a las mujeres honesta y evitar que fueran tomadas por lo que no eran o asaltadas por equivocación. Así a las meretrices se las confinan en zonas concretas, obligando las a vivir y a trabajar únicamente en mancebías, se las obliga a vestir de una determinada manera, llevando un distintivo de su profesión (una toca azafranada o la mantilla corta y encarnada) y prohibiéndoles el lujo y la ostentación de joyas, pieles, sedas… A demás debían pasar una revisión médica periódica que era pagada por el municipio.
Y así lo hace constar:  "Ha de elegirse lugar conveniente, fuera de la población, donde menos perjuicio se haga al vecindario, para construir las casas donde deben habitar las mujeres del pecado..."- haciendo oficial dichas casas.-
En Cáceres estas casas se situaron cerca de una de las puertas de la muralla, la de Mérida, en la calle de las Damas (de ahí su actual nombre, Calle Damas), cerca de la actual plaza de Santa Clara.  Y por algún curioso se lo pregunta en cuanto a precios de estos servicios, es difícil conocerlos y dependía mucho si eran guapas o feas, con defectos, ajadas o si vestían bien.
Cartel de la calle de damas, Cáceres.


Hasta la próxima leyenda, y gracias por vuestras visitas.

Escrito por : Jesús Sierra

Fuentes:-“Noticias Históricas de Cáceres”. Simón B. Boxoyo
              -“Las Huellas de Isabel La Católica”. Francisco Acedo,
                José Miguel Carrillo, María Dolores García.
              -“Resumen de historia local” Antonio Rubio Rojas

viernes, 7 de septiembre de 2012

La leyenda de la Casa del Mono


Existen varias leyendas alrededor de este palacio de la familia Cáceres de los Nidos, levantada en el siglo XV.
Casa de la familia Cáceres de los Nidos o Casa del Mono, Cáceres.

Una de las leyendas, cuenta que en esta casa vivía un matrimonio formado por un rico comerciante y una bella y atractiva joven, que eran incapaces de dar continuidad a su linaje, o sea que no lograban concebir hijos. En su afán procreador consultaron a curanderas, santeros y boticarios, y probaron todo tipo de brebajes, bebedizos  o ungüentos que su dinero podía comprar, sin lograr cura alguna. En una ocasión una curandera que visitaron en una aldea cercana le administró a la joven un aguardiente a base de la maceración del sauzgatillo: -“Echa una gotas en cuenco de leche recién ordeñada y tómalo todas las mañanas al despertar.”- le dijo la curandera tras coger la bolsa de dinero que le ofrecía. Y en otra, un galeno que se hallaba de paso por la villa, y que según contaba había aprendido su oficio en tierras mas allá de oriente, les recomendó, no sin antes cobrar una cantidad pactada de dinero -verter sandía mezclada con leche sobre la mujer a la vez que el hombre penetra la vagina de la mujer. Si vomita se quedará embarazada.”-  Pero en todos los casos el resultado era infructuoso.
El comerciante pasaba largas temporadas viajando, sintiéndose la joven desdichada y sola entre la multitud de sus criados. Para tratar de alegrarla, el comerciante a la vuelta de uno de sus viajes por América le obsequió con un mono, convirtiéndose el animal en centro de todos los mimos y atenciones de la mujer, llegando a tener su propio dormitorio y juguetes.
El mercader con el tiempo volvió a partir rumbo a las Américas, y durante ese largo tiempo la mujer se encargó de los quehaceres propios del hogar y del cuidado de su jovial mono como si de un hijo se tratase.
Pero ocurrió que en una tempestuosa noche, un caballero noble y bien agraciado físicamente llamó a la puerta de la casa del mercader: “Cobijo pido mi noble señora, para pasar la noche ante tan tormentosa lluvia, de paso voy por esta villa y refugio alguno poseo.”-

            Y la noble señora, se lo ofreció: “Sírvase su merced como en su casa, pues de fama bien avenida de hospitalarios somos en esta villa.”- Esa noche la amable, jovial y bella dama, le sirvió sopa bien caliente y en su lecho le resguardó del frío. Al día siguiente el noble caballero prosiguió con sus andanzas, y nunca jamás de él se supo.-


Interior de la Casa del Mono, Cáceres.

Al poco tiempo, al regresar el esposo, su mujer le recibió con una grata noticia, -“el señor nos ha escuchado, mi amor, la dicha sea de nuestra parte, tus frutos han dado resultado y estoy en cinta. De camino tu hijo viene, por la gracia de Dios.”  El marido escuchó asombrado tan agradable noticia y jamás pregunto cómo pudo ser.     

           El nacimiento del niño lleno toda la casa de felicidad, todos eran dichosos menos el mono que había dejado de ser el centro de atención de la casa, pues todos los mimos y cuidados pasaron ahora al niño recién nacido. Rabioso y loco por los celos, una noche en un descuido de la familia el mono agarró al niño y arrojándolo por la ventana muerte le dio. La madre del niño se sumió en una profunda agonía, lloraba y lloraba y su dolor aumentaba. Y a causa de ese profundo dolor la mujer murió tiempo después.
El rico mercader, lleno de odio, mandó al herrero llamar y le dijo: "Debes forjar unas cadenas y grilletes para amarrar a este animal, sufrirlo quiero yo ver hasta la muerte llegar"

         Y le ató al final de la escalera por pies, muñecas y cuello. Pasaban los días y el animal, abandonado a su suerte, agonizaba del dolor, del hambre y del pesar de la falta de cariño que de un día para otro se le había arrebatado. El pobre animal sufrió lo indescriptible y al fin murió acabando con una dura agonía impuesta por que hasta entonces había sido su padre.

          Tiempo después, en soledad y tristeza, el rico mercader mandó traer a un cantero y le dijo: "Con el fin de recordar por siempre la trágica historia acaecida en esta casa y el dolor que tales hechos conllevó, te encomiendo la tarea de esculpir unas figuras que lo recuerden." 

           Así fueron esculpidas en su fachada rematando la cornisa tres gárgolas que representan, a un hombre mayor barbudo y dolorido, a una mujer desnuda llorando, y a un simio con un niño; y en el patio interior de la casa en la escalera la figura esculpida de un mono atado con una cadena al pasamano y una especie de ventana con una cara de rasgos negros asomando por ella.

Gárgola del hombre anciano
Gárgola del mono con el niño
Gárgola de la mujer

          Cuentan vecinos de la zona haber escuchado los llantos de un bebe al pasar cerca de la casa, incluso los gritos del mono agonizando de dolor. Leyendas son.

Escultura del mono encadenado en el pasamanos de la escalera. 

              En una segunda versión de la leyenda más “gore”, el señor de la casa parte hacia la guerra, dejando a su mujer en compañía de un mono para aliviar su aburrimiento. Al regresar el caballero a casa, encuentra un niño con rasgos simiescos y, montando en cólera, acusó a su mujer de haber sido adúltera con el mono, dándole muerte por tal hecho.

 Y por último la hipótesis historicista, en la cual la escultura representaría solo una escena habitual en el Cáceres de la época: un esclavo negro al servicio de un Señor, dedicado al cuidado del exótico animal.

Quédese el lector con la que más le guste. Saludos y hasta la próxima.



Escrito por: Jesús Sierra
Fuentes:   -C.C.V. de Cáceres

                  -"Paseo por la eternidad". Francisco Acedo

                 -"Cáceres ciudad histórico artística". A. Rubio Rojas.