viernes, 30 de noviembre de 2012

La leyenda de la luz del Arco del Cristo.

Arco del Cristo o Puerta del Rio, en Cáceres.


En 1485, procedente de Sevilla llegan a caballo a la Villa de Cáceres emisarios de los Reyes Católicos: 

“Paso a las tropas reales, traemos órdenes de Doña Isabel y Don Fernando, rey e reina de Castilla y de León, para  el Concejo de esta Villa, paso.”-Se escuchan por las calles de la Villa.-

 Los emisarios son conducidos ante el regidor de la Villa, al cual le hacen entrega de la misiva real, en ella, los Reyes ordenan el reclutamiento de una leva para la campaña contra el Reino de Granada. El regidor reúne de inmediato al concejo y es leída la carta ante todos:

“Don Fernando y Doña Isabel, por la gracia de Dios rey e reina de Castilla, de León, de Aragón, de Sicilia, de Toledo… mandamos el llamamiento y reclutamiento de gentes de armas en esta buena y noble Villa de Cáceres y sus tierras, para integrar las huestes que luchan contra el Reino de Granada. Por ello esta villa debe aportar 670 hombres, de los cuales 70 serán hombres a caballo, 200 peones ballesteros y 400 peones lanceros, al mando de las cuales irá el corregidor con el pendón de la Villa. Así mismo, todos deben ir bien equipados y la tropa pagada por 30 días, al término de dicho tiempo recibirá sus soldadas correspondientes en el campamento…  Y por la presente carta dada en la Villa de Sevilla a treinta y un días del mes de julio año de nacimiento de nuestro Señor Jesucristo de 1485 años, así lo confirmamos y lo aprobamos, quedando sellada con nuestro sello de plomo e hilos de seda de colores...”

El regidor antes de la partida de la milicia, celebra en su palacio, como es buena costumbre, una velada para que el concejo y los familiares se despidan de los caballeros e hijosdalgo que partirían al mando de Don Fernán de Perero. 

Casa de Aldana en Cáceres.

Al palacio van llegando paulatinamente toda la nobleza de la Villa. En un momento de la velada, aparece Don Rodrigo de Aldana acompañado de su esposa y su elegante y única hija Doña Inés. Todas las miradas se desvían hacia la joven Doña Inés, la dama más bella de la Villa. Los caballeros presentes ansían las miradas y las palabras de la bella Inés que es escoltada siempre por su madre Doña Juana, que la alejada de cortejos furtivos.

Durante la recepción, en un descuido de su madre, la joven aprovecha para dejar caer al suelo uno de sus delicados guantes de seda, dos jóvenes se percatan del suceso y prestos se disponen a recogerlo, son Don Gutierre de Saavedra y Don Fernán de Perero, ambos prenden el guante, cada uno de un extremo. Fuertemente lo agarran y ambos rehúsan soltarlo.

“Me hacéis el favor noble caballero de soltar el delicado guante, que yo primero recogí, para dárselo a tan bella y dulce dama.” –Habló Don Fernán de Perero.-

“Creo que soy vos quien está equivocado, pues si bien miráis yo fui el primero en inclinarme y recogerlo, como demuestra que vos tengáis sujeto el guante por el extremo equivocado. –Respondió altivamente Don Gutierre de Saavedra.-

“Me ofendéis buen señor, y de nuevo os ruego que soltéis vos el guante, que si no es con palabras, más con hechos os lo haré soltar. Y gustoso yo despueés se lo haré entregar a tan noble y distinguida dama.” –Dijo de nuevo Don Fernán.-

Espadas roperas. (F.I.)

En ese momento sus miradas se cruzan y Don Gutierre amaga con echar mano a su espada ropera, parece que las palabras terminarán en duelo.


Ante tal escena el regidor raudo se entromete en la discusión y con sagaz acción agarra el guante arrebatándoselo a ambos caballeros. Presuroso se lo entrega Doña Inés:

"Aquí tenéis Doña Inés, más tened cuidado, que lo que tan alegremente perdéis se os puede ser devuelto teñido de noble sangre." 


Más los jóvenes caballeros no quedaron satisfechos ante dicha resolución pues ambos creyeron que su honor se había puesto en duda. Durante toda la velada se cruzaron miradas y reproches. Ya, al término del festejo el primero que salió esperó al otro en la calle y la disputa prosiguió:

"Oscura es la noche y me impide veros, más al alba con mi espada os espero.”-Dijo Don Fernán.-

-A lo que respondió don Gutierre: “La espera puede ser larga y la ofensa saciar ahora podéis, o acaso es el miedo el que os impide ver y no la noche.”

“Aquí y ahora Dios mediante la ofensa será saldada.”  Espetó Don Fernán.

“Así se hará, partamos presto a la puerta Este de la Villa y a la luz de la bujía (vela o candelabro) que ilumina el Cristo del arco, ilumine también nuestros destinos.” -Contestó Don  Gutierre.-

Tratado de esgrima por Camillo Agrippa (F.I.)


Y en la oscuridad de la noche a través de callejas y callejuelas se dirigen hacia la llamada puerta del rio de la Villa. Una vez allí con el Cristo como único testigo, a la luz de la bujía, desenvainan sus espadas. Más antes de comenzar el duelo, Don Fernán rodilla en tierra reza y se santigua, mientras Don Gutierre besa la cruz de su espada. Tras el ritual, se saludan y cruzan sus espadas. Al primer envite la luz de la bujía se apaga, en la oscuridad de la noche el duelo se detiene. Cuando el ruido de las espadas cesa la luz de la bujía vuelve a alumbrar la noche cacereña, será alguna ráfaga de viento piensas ambos contendientes. El duelo se reanuda, las espadas se vuelven a cruzar, más al poco rato la luz se apaga, y de nuevo, al parar y bajar sus espadas, la luz de la bujía reaparece con brío. Casualidad, piensan. Y continúan a lo suyo.

Más una tercera vez la luz se apaga, paralizados y desconcertados quedan los duelistas, sus miradas se dirigen sorprendidos hacia la bujía que con gran resplandor vuelve a encenderse iluminando súbitamente la imagen del Cristo.

“Es el Cristo, es el Cristo, es obra del Cristo.” –Repite sin parar Don Fernán.

“Cierto es, –responde Don Gutierre- no quiere que a duelo nos batamos, debemos detener de inmediato esta sinrazón, quiéralo Dios.”

Actual lienzo del Cristo de la Puerta del Rio, Cáceres.


El duelo cesa, envainan sus espadas roperas, y con un afectuoso abrazo sellan sus diferencias.

“Cúmplase la voluntad del Cristo, aquí y ahora, la muerte no es nuestro destino, hagamos pues un pacto entre caballeros y sea Doña Inés quien decida, quién es el afortunado caballero que la corteje. Y una vez hecha su elección, debe el otro desistir en sus pretensiones.” –Habló Don Fernán.-

“Tenéis mi palabra, que así lo haremos. Partamos pues hacia su palacio que ya el alba comienza a despuntar.”

Hacia el palacio del regidor se dirigieron amigablemente los dos caballeros, deshaciendo el camino andado y con la mente puesta en la decisión de la dama.

Al llegar escuchan un lejano ruido, de pronto una ventana del palacio del regidor se abre:

“Es la habitación de Doña Inés, dice en voz baja uno de los caballeros.”
 
Vista posterior de la casa de Aldana en Cáceres.

Rápidamente ambos caballeros se ocultan tras un callejón, y ante su asombro un hombre arroja una cuerda por la ventana y se apresta a bajar por ella. Antes de llegar al suelo una imagen de mujer asoma por la ventana.

“Mirad es Doña Inés.”- Susurra Don Gutierre al oído de su compañero.-

“Adiós amadado mío.” -Y lanzándole un beso la bella Doña Inés, se despide de su furtivo amante y cierra la ventana.-         

“Quiso el Cristo advertirnos con la luz de la bujía, de una muerte por un amor no correspondido, y debemos pues estarle agradecido.” -Habló Don Fernán-

“Y así lo haremos, por mi parte, desde mañana nunca luz le faltará al anochecer al Cristo.” – Respondió Don Gutierre.-

“Aquí juramos que por mi parte también así se hará.” -Y santiguándose juró Don Fernán.-


Desde entonces las familias de los Perero y de los Saavedra bajo eterno juramento velaron que al Cristo de la puerta del rio, nunca le faltara al caer la noche una luz que iluminara su imagen.


Más leyendas son y así te la he contado, gracias y hasta la próxima.



Escrito por: Jesús Sierra.

Fuentes: Benito Simón Boxoyo
               Antonio Rubio Rojas
               Cesar García González

viernes, 23 de noviembre de 2012

La leyenda del incidente entre el Maestre de la Orden de Alcántara D. Gómez de Solís y el Clavero de la Orden D. Alonso de Monroy

Emblema de la Orden de Alcántara. (F.I.)

Nos remontamos al año 1455 de nuestro Señor Jesucristo, el Conde de Oropesa había tomado bajo su servicio a un joven hijodalgo de nombre Gómez de Solís, y estando ambos de visita en la corte de Madrid, acuden a presenciar una lidia de toros en honor a Enrique IV. La mala suerte quiso que uno de los toros saliese muy bravío, y no pudiéndole dar muerte ni la guardia del Rey, cuando se disponía a empitonar a unos soldados que se hallaban cerca del monarca, saltó el cacereño Gómez de Solís), que con su capa atrajo al toro hacia él y sacando su espada (otros dicen que con una lanza) le dio muerte. El rey admirado por su valentía, destreza y habilidad en la lidia, lo llamó a su presencia al rebautizado por el monarca como D. Gómez de Cáceres, y para que le sirviera bien en sucesivas contiendas le ofreció primero el cargo de Mayordomo real y después en 1458, el Maestrazgo de Alcántara vacante en aquel momento (aquí también hay algunas discusiones, otros dicen que se lo solicito él al monarca).

Correr toros. Alfonso X el Sabio, Cantigas de Santa María.(F.I.)

Durante su mandato fue muy cuestionado el Maestre por faltar en innumerables ocasiones a su palabra, acumular poder y fortuna, y por favorecer a sus familiares más allegados. Todo esto le ocasionó numerosos enemigos que desembocó en una guerra civil en la Orden de Alcántara, y cuyo detonante, fue el incidente ocurrido entre Maestre Solís y el Clavero de la orden (lugarteniente del Maestre, cuya misión era guardar y defender el castillo y el convento mayor de la Orden)  Alonso de Monroy, sobrino del anterior Maestre Gutierre de Sotomayor.

Este hecho sucedió en año 1464, durante los suntuosos fastos celebrados en honor del enlace matrimonial entre D. Francisco de Hinojosa, hidalgo de Trujillo, con Juana Solís, hermana del Maestre Solís, en la Villa de Cáceres. A la boda acudieron la flor y nata de la nobleza de  Cáceres, además de numerosos caballeros para complacer al Maestre, y entre ellos el Clavero Alonso de Monroy.

El día antes después del almuerzo, para amenizar la velada mandó el Maestre que varios caballeros luchasen en buena lid, pues era costumbre que los caballeros mostraran su habilidad con la espada en estos eventos. Los allí presentes deseaban ver en acción al Clavero, pues tenia buena fama ganada de invencible y gran luchador, mas nadie osó retarle, tan sólo el novio que desde antaño rivalizaba con él, habían sido vecinos, y la envidia le corroía por su gran fama alcanzada, le rogó que luchase con él:
“Os pido señor que crucéis espadas conmigo, y se decida en duelo quien es mejor guerrero.”
Negase el Clavero diciendo: “Guardad mejor vuestras fuerzas para la noche de bodas.”
“No hagáis menosprecio a tan solemne oferta, que diestro es en la lucha mi futuro hermano.” -Insistió el Maestre.-
“Acepto, luchar contra vos pero a mi manera: yo a una mano en la espada y la otra atada a la espalda y vos con ambas manos.” –Replicó el Clavero.-
Ofendido el novio, pues si el Clavero le ganaba de aquella manera humillado sería, respondió: “Con vos no lucharé con semejante ventaja.”
Pero más agraviados quedaron el Maestre y sus hermanos ante la arrogancia del Clavero, pues su enemistad venía de lejos y por ello conjugárosle para que aquella afrenta no quedara sin venganza. Y dejaron pasar el día.

Torre de los Pulpitos (Cáceres).

Al día siguiente se hallaba la familia Solís en la torre Nueva o de los Púlpitos, muy cerca de la casa materna del Maestre (sita en lo que hoy es el jardín del Palacio de Mayoralgo), presenciando los torneos que amenizaban el enlace en la plaza mayor de Cáceres, cuando se produjo el incidente. 
Aprovechando el juego de cañas (juego que se realizaba por equipos donde cada guerrero iba a caballo, ataviado con una adarga y una caña) los hermanos del Maestre junto con Francisco de Hinojosa deciden tomar su venganza y matar al Clavero.

Juego de cañas en la Plaza Mayor de Madrid. Siglo XVII. (F.I.)

En el primer juego el Clavero a lomos de su corcel, demostró su fortaleza, y fue aclamado por los asistentes, acrecentando aún más el odio de los Solís. En el siguiente juego de cañas, Hinojosa le lanzó dos o tres cañas al Clavero a la cara y en una de ellas casi le revientan un ojo. Viendo el Clavero que la  intención de Hinojosa era de matarle durante el juego, en el siguiente envite, el Clavero sintiendo su integridad en peligro, arremetió con violenta fuerza a Hinojosa con tal fortuna que de una lanzada en la cabeza abolla el casco que le protegía, atravesándole e hiriéndole en la cabeza. Por el golpe, al instante cae del caballo yaciendo entierra al parecer muerto a la vista de todos.
En la plaza se oye un tremendo: “¡Oohhhh!”
Entre el alboroto y el tumulto uno de los hermanos de Gómez de Solís aprovecha la ocasión para gritar: “El Clavero ha dado muerte a Francisco de Hinojosa, venganza, muera el Clavero, muera.” 
De inmediato, los caballeros saltaron a la arena blandiendo sus espadas al viento, la mayoría para darle muerte y sólo unos pocos a socorrerle. Con tan escasa ayuda, pero con gran maestría con la adarga primero  y cuando quebró con en espada enristre, el Clavero, cercado, y con el caballo malherido fue abatiendo fiero cual león enjaulado, a todo caballero que osaba desafiarle.

Mientras, Hinojosa es recogido y raudo llevado al interior del palacio. En el trayecto sus ojos se abren y de su boca palabras salen: “Que ha pasado…”
“Gracias a Dios que estáis vivo.” –Responde el Maestre.-
Depositado en la cama de una de las dependencias de la casa es atendido por un galeno: “Dejadme hacer mi trabajo, despejad la habitación.”
“¿Vivirá?.”-Pregunta el Maestre Gómez de Solís.-
“Es pronto para saberlo, pero os aseguro que haré todo lo posible para ello.” –Respondió el galeno, limpiándole la brecha sangrante de la cabeza.-
Grabados de 1721, Caballeros de la Orden de Alcántara (F.I.)

Volviose el Maestre hacia la plaza. Y viendo que el Clavero aún continuaba en pie, luchando encarnizadamente por su vida, y sabiendo que matarlo cuando Hinojosa vivía y se estaba recuperando, sería mal visto, gritó:
“No le matéis, prendedle vivo.“
Ante tales palabras, viéndose solo en la lucha, cercado por gran número de caballeros, y acorralado en las talanqueras de la plaza, tiró la espada al suelo y dijo:
“Vuestro soy, me rindo, ante Dios pido justicia.”
En ese instante es apresado con rabia por los hermanos del Maestre que no habían podido darle muerte, y es enviado para darle justicia al convento-fortaleza de Alcántara, sede de la orden (hoy sólo quedan restos del castillo).

Conventual de San Benito tercera y última casa matriz de
los caballeros de la Orden Militar de Alcántara. (Foto por Cubero)

Ya en Alcántara, el Clavero es encerrado en una oscura celda de la prisión, más por poco tiempo. Pues en un descuido de sus carceleros, rompió sus cadenas y dándoles  muerte, escapa bajo el auspicio de la noche hacia la Villa de Robledillo (Cáceres). Allí reúne a sus partidarios y toma la fortaleza de Trevejo (Cáceres) que se hallaba mal custodiada por el Comendador de la Orden de San Juan, Fray Diego de Bernal, amigo y servidor del Maestre Gómez de Solís.
Y así, Alonso de Monroy, junto con ochenta caballeros y algunos peones, comienza una guerra dentro de la Orden de Alcántara contra el hombre más poderoso que dominaba toda Extremadura, el Maestre de la Orden, y que terminaría tras muchos años de batallas, con la muerte de Gómez de Solís en la plaza del castillo de Magacela (Badajoz). Le sucedió como penúltimo Maestre  de la Orden de Alcántara, Alonso de Monroy, corría el año 1473 de nuestro señor Jesucristo.

Don Gómez de Solís fue sepultado en el Convento de San Francisco (Cáceres).

Más leyendas son y así te las he contado, gracias y hasta la próxima.


Escrito por: Jesús Sierra

Fuentes :
- Alonso de Torres y Tapia, “Crónica General de la Orden de Alcántara”, Madrid, 1763.
 -Vicente Barrantes, “Aparato Bibliográfico para la Historia de Extremadura”, 1877.
-A. Maldonado, “Hechos del Maestre de Alcántara Don Alonso de Monroy”
-Publio Hurtado, “Castillos, Torres y Casas fuertes de la provincia de Cáceres”, 1927.
-Antonio Bueno Flores, “Cáceres historia escrita en Piedra.”
-Alfonso Domínguez Vinagre, “El asalto al poder señorial, Hernán Gómez de Solís  y la ocupación de Badajoz”.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Leyendas de San Pedro de Alcántara.

        Este año se celebra el 50 aniversario del nombramiento de San Pedro de Alcántara, como Patrón de Extremadura el 22 febrero de 1962, por obra de Juan XXIII. Por ello relataré algunos de los milagros que realizó y la historia de la estatua dedicada a él en la Plaza de Santa María de Cáceres.

San Pedro de Alcántara
(por Melchor Perez Holguin)
En 1499 en la Villa de Alcántara (Cáceres), nace Juan de Sanabria, era hijo de Juan Garavito y María Viela de Sanabria, una de las familia más pudiente de la Villa. En 1515 deja sus estudios en la Universidad de Salamanca para tomar los hábitos franciscanos, cambiando su nombre por Pedro de Alcántara.

En la Villa de Brozas (Cáceres) se custodia un báculo que según cuentan fue propiedad de San Pedro de Alcántara. Utilizó varios a lo largo de su vida y uno de esos bastones está ligado al nacimiento de El Palancar, un monasterio pequeño, austero y pobre. De camino algún lugar iba San Pedro con sus compañeros franciscanos cuando se detuvo en un paraje donde decidió crear una ermita. Sus compañeros se sorprendieron ante la imposibilidad que en aquel sitio tan inhóspito pudiese sustentar una ermita. San Pedro para saciar la incredulidad de sus compañeros clavó en el suelo mustio la vara que portaba, floreciendo a la vista de todos una hermosa higuera, cuyos frutos eran milagrosos y curaban enfermedades. Desde entonces la higuera (hoy desaparecida) será venerada en la huerta al lado de una cruz de oraciones utilizada por el santo y muy cerca a su vez de una fuente también con aguas milagrosas.
Monasterio de El Palancar, Cáceres.
 (Foto por Miguel Urbina Gómez)

Otro día de camino, iba a lomos de su inseparable asnillo acompañado por un hermano franciscano, y hallándose por la Sierra de Gredos es sorprendido por una profusa nieve. Sin refugio alguno alrededor, el santo comienza a rezar, respetándole la nieve que ni le calaba sus ropajes, le forma a su alrededor  un refugio blanco para resguardarle del frio. Dicen también que del cielo apareciendo una legión de ángeles que le fabrican un abrigo. Pronto el milagro se difunde por el entorno levantando en dicho lugar una ermita. Con la desamortización de Mendizábal en 1835, los frailes son expulsados y la ermita olvidada.

Yendo San Pedro hacia Garrovillas (Cáceres) acompañado de Fray Miguel, tuvo éste un percance en la oscuridad de la noche, con una roca del camino lesionándose el pie a pocos kilómetros de la orilla derecha del rio Tajo. Como San Pedro tenía que resolver urgentemente unos asuntos y para ello debía pernoctar en el convento de San Francisco, es convencido por su compañero para que parta en solitario.

“Hermano partid vos hacia Garrovilla, pues nada por mi podéis hacer y yo sólo retrasar vuestro camino puedo, partid que yo aquí espero la ayuda que mandéis al amanecer para recogerme. Id con Dios hermano.”

Y así partió el santo con sus pensamientos por el bosque guiado por luz de una hoguera que divisaba en la lejanía. Cuando llegó a luz de la hoguera se encontró sentado al barquero del rio y le rogó que le pasase al lado izquierdo del rio.

“Os ruego señor me paséis a la orilla izquierda del rio, pues unos asuntos importantes debo resolver en la villa de Garrovilla y mi presencia requieren esta misma noche.”

El barquero extrañado, creyendo al fray ebrio le respondió despectivamente: “Padre ya estáis en el margen izquierdo del rio, váyase a dormirla.” –Y le indicó el camino hacia Garrovillas.-

Y llegó San Pedro al convento dando gracias al Señor.

Al día siguiente cuando Fray Miguel habló con el barquero si la noche anterior había cruzado a un fraile, este le respondió:

“No hay mas barca ni mas barquero en esta zona que yo, y andaba me yo en el margen izquierdo y no lo pude pasar, mas apareció él, en la noche seco de ropa y cuerpo. ¿Cómo pudo cruzar?”

Contestándole: “Dios obro el milagro, pues aquel que viste cruzar el rio a píe, absorto en sus pensamientos, no era otro que San Pedro de Alcántara.”

El barquero maravillado hizo correr la voz del milagro acaecido por la comarca.
Lugar de rezo de San Pedro en El Palancar, Cáceres
(Foto por Juanfran y Alicia)

Además de ésta, San Pedro volvió a cruzar ríos a pie obrando el milagro en innumerables ocasiones, siempre sin darse cuenta. También se le vio elevarse en el aire sobre arboles, dar de comer prodigiosamente a necesitados, curar a enfermos y ayudar a todo aquel que lo necesitara.

San Pedro vivió y murió siendo fiel a la regla franciscana donde sus pilares son la contemplación, la oración, la penitencia, el retiro espiritual, la pobreza y la ayuda a los demás mediante el amor y la caridad. Y esto se reflejaba en su cuerpo: su cara era esquelética y su cuerpo enjuto; la cabeza siempre baja quemada por el sol y la nieve, además la tenía llena de golpes y ampollas pues andaba por la vida con los ojos casi cerrados, no miraba a nadie a la cara, pero transmitían paz y sosiego; sus pies partidos y llagados por ir siempre descalzo, así era San Pedro de Alcántara.

El 18 de octubre de 1562 muere Pedro de Alcántara en Arenas (Ávila) a la edad de 63 años.

El 18 de abril de 1622 es beatificado por el Papa Gregorio XV y el 28 de abril de 1669 es canonizado por el Papa Clemente IX.

Estatua de San Pedro de Alcántara, Cáceres.

El 10 de noviembre de 1954 se inaugura en Cáceres la estatua dedicada a San Pedro de Alcántara ubicada en una de las esquinas de la Concatedral de Santa María, concretamente la situada bajo la torre del campanario. La obra fue realizada por el extremeño Enrique Pérez Comendador, y según dicen todo aquel que visita la ciudad debe tocar o besar sus pies para atraer la suerte.

Pero, ¿de dónde viene esa tradición?

Cuando se instaló la estatua en el año 1954, muy cerca de la plaza de Santa María, en lo que hoy es el Centro Cultural San Jorge, albergaba el instituto El Brocense, el centro enseñanza laica más antiguo de toda Extremadura, creado por Real Decreto de la Reina Gobernadora doña María Cristina de Borbón en 1839. Era la plaza por aquel entonces un lugar de tránsito de los estudiantes, y la estatua pronto se convirtió por aquella tradición de besar estampa de santos para atraer la suerte, en un amuleto eso si de gran tamaño y en bronce, que según los propios los estudiantes de dicho instituto, ayudaba en los exámenes. Y lo que en un principio era tan sólo un talismán de suerte, con el paso de los años, la estatua de San Pedro de Alcántara fue adquiriendo nuevas facultades como encontrar pareja, casarte o ver cumplidos tus deseos.

Para terminar una curiosidad, la cabeza de San Pedro de Alcántara es un autorretrato del propio autor, Pérez Comendador.


Más leyendas son y así te las he contado, gracias y hasta la próxima.

            Escrito por: Jesús Sierra.

            Autores consultados: Miguel Muñoz de San Pedro.

                                                 Pedro de Alcántara Martínez, OFM.

                                                 P.A. Barrado Manzano.

                                                 Moisés Marcos de Sande.

viernes, 2 de noviembre de 2012

La leyenda de la Torre de Floripes


Hoy viajaremos a las afueras de la Villa de Cáceres, al pantano de Alcántara donde se halla, hoy en día en sus profundidades, el castillo de Alconetar, del cual sólo se vislumbra desde la lejanía la llamada “Torre de Floripes.”
Torre de Floripes del Castillo de Alconetar de Cáceres
(F.I. Madregal)


Según cuenta la leyenda, en el año 713 d.C. los caudillos árabes con Tarik a la cabeza, continúan con la invasión de la península llegando a inmediaciones de Alconetar donde había un puente romano de trece arcos que cruzaba el rio Tajo en su ruta de la Vía de la Plata. Pronto se dieron cuenta los berberiscos de la importancia de dicho enclave y reconstruyeron el antiguo castillo romano circundante entre los ríos Tajo y Almonte, dotándolo de fuertes muros y torres altas.

En el año 800 d.C., para frenar el avance islámico, el emperador Carlomagno invade la península y en uno de sus enfrentamientos uno de sus paladines de nombre Oliveros vence al ejército musulmán dirigido por Balán y su hijo Fierabrás (que significa el de feroces brazos) rey de Alejandría, pero en la batalla cae cautivo junto con otros cuatro caballeros, y son enviados al castillo de Alconetar conquistado años antes por un capitán árabe llamado Mantible. Por órdenes expresas del rey Fierabrás son encerrados en sus mazmorras, y custodiados por el alcalde de la fortaleza el leal Brutamonte.

A Fierabrás siempre le acompañaba su bella hermana Floripes, que además de princesa era capitán de su guardia personal. Fierabrás estaba perdidamente enamorado de ella, pero la bella Floripes despreciaba las insinuaciones amorosas de su hermano, pues su amor era para un caballero cristiano, uno de los Doce Pares de Francia (doce caballeros sobrinos de Carlomagno), Guido de Borgoña que lo había conocido en los campos de batallas, surgiendo un amor prohibido entre ambos jóvenes.

El emperador Carlomagno enterado de la noticia, envía a siete de los Doce Pares de Francia, encabezados por Roldán, junto a Guido de Borgoña, a negociar la liberación de los prisioneros con Fierabrás, pero son mandados apresar y encarcelados también en el castillo. 

Retrato de Carlomagno, por Alberto Durero (F.I.)

            Enterada la princesa Floripes que Guido de Borgoña se hallaba entre los nuevos cautivos, aprovecha la ocasión para procesarle su amor al caballero cristiano y planear un rescate de los prisioneros cristianos.

            Una noche fría y oscura parte hacia el castillo acompañada de fieles ayudantes de cámara para llevar a cabo su plan de rescate. A las puertas del castillo le dan el alto los guardias.
            “Abrid las puertas.” -Grita Floripes.-
            “¡Quien va, da os a conocer o moriréis bajo nuestras flechas!” -Gritan desde la muralla.-
            “Nos envía nuestros señor Fierabrás, y hablar con el alcaide queremos.” -Responde la joven princesa.-
            “Avisado está y de camino viene, permaneced a la vista y no hagáis acción alguna.” -Volvieron a gritar dese la muralla.-

Al rato se oye una nueva voz: “Quienes soy y que queréis” -dijo Brutamonte.-
            “Acaso no me reconoces, soy Floripes, hermana y capitán de tu señor Fierabrás, abrid las puertas.”
            Al instante se baja la poterna, y se abren las puertas, adentrándose al interior del castillo la joven junto con su escolta.           
            “Por orden de mi hermano vengo a comprobar el estado de los prisioneros.” Le dice al alcaide.
            “Pero mi señora tengo órdenes de no dejar pasar a….” -Respondía Brutamonte, cuando alzando la voz es interrumpido por la princesa- “Acaso osas interponerte ante mí, princesa, hermana y capitán de la guardia personal de nuestro rey.”

            Confiado el alcaide guía a las mazmorras a la joven, una vez allí solos en un descuido de Brutamonte, la joven le clava una daga en el corazón dándole muerte. Presto coge las llaves de las celdas, libera a Guido y al resto de caballeros franceses y les conduce clandestinamente a sus aposentos para trazar la huida.

Representación del Fierabrás por Jehan Bagnyon.


            Pero el ladino y celoso Fierabrás, percatado de la ausencia de su querida hermana, y bajo una sospecha e incrédula teoría, había partido de inmediato con sus mejores guerreros hacia el castillo, llegando poco tiempo después que su hermana. Raudo corrió hacia las mazmorras, encontrándose muerto a su fiel Brutamonte. Dando la voz de alarma manda cerrar la fortaleza.

Los caballeros cristianos armado, hacen frente a los guardias sarracenos consiguen llegar guiados por a la princesa Floripes a la torre más alta del castillo, haciéndose fuertes en su interior. Conociendo Fierabrás lo inexpugnable de dicha torre, manda un mensajero a su campamento para que bajo orden de auxilio acudan al castillo y poner sitio a dicha torre  para rendirla por inanición y sed.
A suerte deciden los caballeros que uno debe de tratar de escapar y hacer llegar la noticia al emperador Carlomagno. Y la maldita fortuna quiso que la suerte recayese en Guido de Borgoña.
“Amado mío, parece ser que el destino nos quiere volver a separar, mas si no es en la tierra, Dios nos reunirá.”
“Ante Dios prometo volver y liberarte de este cautiverio.” -Y se despidió de Floripes, que derramaba lágrimas por sus ojos, y ambos se fundieron en un dulce y tímido beso.-

  Para conseguir franquear a los guardias y huir de la fortaleza, tramaron una maniobra de distracción para que entre el tumulto y la algarabía que se armaría el joven Guido disfrazado de guardia sarraceno consiguiera escapar. Y así sucedió, consiguió Guido escapar y llegar a presencia del emperador Carlomagno que tras explicarle los hechos toma la decisión de partir con sus tropas hacia el castillo venciendo al fiero Fierabrás, y liberando a los cautivos.

El feliz reencuentro de la pareja es sellado por la entrega en matrimonio por parte del emperador de la dulce Floripes a Guido de Borgoña. Más al ir a preparar el banquete para las nupcias, no hallan vituallas suficientes para todos los comensales, y he aquí que unos de los sarracenos allegados a Fierabrás a cambio de su libertad revela a Guido de Borgoña,  un secreto, que en los sótanos de la torre se hallan ocultos los tesoros de Fierabrás entre ellos hay un mantel mágico que proporciona toda clase de alimentos y bebidas, se dice era el mantel de la última cena de Jesucristo (actualmente se halla en la capilla de San Miguel en la Catedral de Coria, Cáceres), pero además también  hallaron el famoso bálsamo de fierabrás (que se menciona en el Quijote), pócima maravillosa capaz de sanar todas las heridas (eran dos barriles con los restos del ungüento con que fue embalsamado el cuerpo de Jesucristo), que según las crónicas fueron robados por Fierabrás y su padre Balán, cuando conquistaron Roma.  
Mantel de la última Cena en la Catedral de Coria, Cáceres (F.I.)


En cuanto a Fierabrás, unos dicen que murió prisionero en sus propias mazmorras, otros que fue ejecutado, y algunos otros que desesperado, humillado y llorando la pérdida de su castillo y sobre todo de su amada hermana, fue condenado por Alá a vagar eternamente por la torre del castillo.

            Según cuentan los lugareños, cuando el agua del pantano osa anegar la torre de Floripes, a su alrededor se forma un misterioso remolino que son los gritos y lamentos de los espíritus condenados de Fierabrás y su fiel alcaide Brutamonte.


Más leyendas son y así te las he contado, gracias y hasta la próxima.


          Escrito por: Jesús Sierra    

          Autores consultados: Nicolás Piamonte
                                               Miguel de Cervantes

                                               Publio Hurtado