sábado, 7 de noviembre de 2015

La leyenda de Leila "la bella"

Era el castillo de Magacela durante la reconquista uno de los enclaves árabes más importante de la comarca. Desde lo alto de su cerro sus rocosas defensas naturales habían sido reforzadas con defensas artificiales, convirtiéndola en una inexpugnable fortaleza, que soberbia y desafiante, vigilaba y dominaba todo el horizonte fronterizo de la cristiandad.

Princesa árabe (F.I.)

         El castillo estaba regentado por el alcaide almohade Ahmed-Ben-Alí, caudillo respetado entre los suyos y temido entre los cristianos, por sus continuas y sangrientas razias por la frontera.

Pero las tropas cristianas lideradas por el rey Fernando III de Castilla y León, apoyadas por la Órdenes militares, no iban a desistir en su cruzada. El 25 de enero del año 1232 (otros autores lo datan en el año 1233) tras la toma de Trujillo por los freires de Santiago, Alcántara, y las huestes del obispo de Plasencia, Fernando III junto al Maestre de la Orden militar de Alcántara, Arias Pérez, se adentra en los territorios sarracenos de la Serena con la intención de ampliar sus dominios.

“El Maestre D. Arias Pérez, que habiendo tomado por armas la Ciudad de Truxillo, dejando buen presidio de gente en su guarda, con quinientos Caballos y muchos Infantes, pasó adelante con ánimo de conquistar algunos Castillos y Villas del Partido que hoy llaman de la Serena...”

Fernando III el santo

El primero en rendir plaza ante las tropas conjuntas del rey “Santo” y del Maestre es el castillo árabe de Mojafar, en Castilnovo, que tras sitiarlo con catapultas y trabucos, lo asaltan con escaleras, arietes y torretas y es destruido. Cada nueva conquista del Maestre Arias Pérez, iba acrecentando su fama, llegando las noticias de sus éxitos a oídos del arrogante Ahmed-Ben-Alí.

 Desde una torre del castillo, uno de los soldados divisa un jinete acercándose al galope, en sus manos porta el estandarte almohade verde y blanco.

“Abrid las puertas –grita- abrid las puertas se acerca un mensajero.”

Fatigado, malherido y sangrando, el soldado pide ver al gobernador, y sin demora es conducido ante su presencia.

“Mi señor malas noticias os traigo, Mojamar ha caído en manos cristianas, - Ahmed-Ben-Alí, podía ver en sus ojos del mensajero el temor y la muerte, mientras le relataba lo sucedido.- todos han caído, y vos sois el próximo, mi señor.”

“¿A qué distancia están ahora las tropas del Maestre?” –Preguntó el gobernador.

Y exhalando su últimas palabras respondió: “A no más de dos días, aahgg… mi señor”.

“Tus sacrificio no será en vano, soldado.”- Y dirigiéndose a uno de su comandante.- “Dadle un entierro digno.”

Castillo de Magacela (F. Julen Iturbe-Ormaetxe)

Ahmed-Ben-Alí, lejos de encerrarse y aprovisionar su castillo ante un posible asedio, envalentonado, llama a todos sus lugartenientes.

Tocad las trompetas, campanas y tambores, y reunid a todas mis tropas partimos de inmediato. ¡Por Alá, que esta ofensa no quedará impune!” –Ordenó Ahmed-Ben-Alí-

Trompetas y campanas iban sonando en respuesta como un eco, y de toda la comarca llegaron hombres armados a pie y a caballo, acampando a las afuera del castillo. Estaba a punto de caer la tarde cuando reunidas todas sus tropas, el gobernador se dispuso a salir al encuentro del Maestre alcantarino.

Pero antes de marchar, el alcaide almohade encomienda la defensa del castillo, con una mínima guardia, a su hija y heredera cuyo nombre era Leila.

“Hija mía, es mi deber defender nuestros territorios debo de la amenaza cristiana. En mi ausencia, señora y capitana eres y se, que en este inconquistable castillo estarás segura hasta mi victoriosa vuelta.”

“Por Alá, que así será padre, que el profeta te proteja y te guíe en la victoria.”-Le respondió Leila.-  
  
Castillo de Magacela (F. turismoextremadura)

Leila, era una doncella dotada de una gran hermosura a cual todos llamaban Leila “la bella”, en su tez morena sus ojos negros brillaban cual felino en la oscuridad, sus largos y negros cabellos caían suavemente sobre unos hombros sensuales y torneados, y las sedas de vivos colores que vestía acentuaba su esbelto cuerpo y talle escultural. Aquella extraordinaria belleza igualaba en parangón con el arrojo, la valentía y liderazgo que Leila siempre demostraba cuando su padre partía hacia incursiones fronterizas, la dulce doncella se ataviaba de una armadura varonil y se transformaba en una aguerrida capitana que acaudillaba con gran carácter a sus soldados.

Comenzaba a despuntar el sol cuando en la llanura de Quintana de la Serena, se avistaron ambos ejércitos. El adalid almohade gritaba y alentaba su sed de venganza a sus tropas, mientras el Maestre de Alcántara aguardaba impaciente la embestida sarracena.

Banderas y estandartes ondearon al viento, y sonaron trompetas y tambores, y comenzó la batalla. Tras un ruido ensordecedor una lluvia de saetas y virotes ocultó el sol, comenzaron a caer los primeros soldados, cristianos y musulmanes, la tierra poco a poco fue tornando su color.

Ejercito cristiano (Cántigas de Alfonso X)

Al grito de “Alá es grande” la caballería sarracena aceleró su galope, un muro de escudos, lanzas y alabardas cristianas aguardaba desafiante su embestida. Los aullidos de los caballos y los alaridos agónicos de los sarracenos ensordecieron a los gritos de aliento y valor de sus hermanos.

La tropa de a pie avanzaba lentamente, el ruido de los aceros, y los escudos era atronador, era una batalla a vida o muerte, el cielo o el paraíso aguardaba a los caídos y la gloria a los vencedores.

 Caía la tarde cuando los caballeros alcantarinos atravesaban la última defensa almohade, la guardia personal de Ahmed-Ben-Alí, dando muerte al caudillo sarraceno. Los indómitos y fieros soldados almohades habían sucumbido ante las recias tropas de la Orden de Alcántara, cuyo pendón agitaban los portaestandartes impertérritos tras la encarnizada batalla.

Ejercito musulmán (cántigas de Alfonso X)

Toda la llanura estaba cubierta de cuerpos inertes, despedazados, amontonados, lagos de sangre cubrían los tobillos de los que aún permanecían en pie. Los gritos de los hombres agonizantes o heridos contrastaban con el silencio de los muertos.

Algunos supervivientes recogieron el cuerpo de Ahmed-Ben-Alí, y lo llevaron a Magacela. En el patio de armas recibió Leila los restos de su padre, rota de dolor, pero sin derramar una lágrima, juró no entregar ni rendir nunca el castillo que su padre le había confiado, aunque le fuera la vida en ello.

Dispuso Leila “la bella” sus escasas y mermadas tropas para defender el castillo. Mandó reclutar más hombres, pero la muerte del invencible adalid se había propagado ya por la comarca, y con ella el miedo a los cristianos, huyendo los que aún quedaban hacia zonas más al sur.

Los días pasaban y las tropas almohades no lograban derrotar a los caballeros de Alcántara que iban de conquista en conquista, Zalamea, Medellín y Benquerencia, cayeron.  

Batalla entre cristianos y árabes (cántigas de Alfonso X)

Y por fin las huestes cristianas llegaron ante las murallas del castillo de Magacela. El Maestre Arias Pérez, ordenó acampar al pie de la colina para el asedio. Y a la mañana siguiente hizo su primer asalto que resultó infructuoso, y tras este siguieron otros más, que fueron rechazados una y otra vez por las fuerzas defensoras de Leila, el castillo parecía inconquistable.

Desde los altos de sus almenas, Leila “la bella” ahora alcaide de la fortaleza, observaba desafiante y segura, como los cristianos perecían en sus intentos, y mientras sus fuerzas permanecían invictas, las cristianas iban mermando en cada ataque.

La imposibilidad de tomar la fortaleza al asalto y el cansancio va afectando a la moral de las huestes cristianas. El maestre Arias Pérez, sabedor que el tiempo juega en su contra, como gran estratega idea un ardid para entrar en el castillo.

Durante unos días cesan los ataques y da descanso a la soldadesca, haciendo creer a los defensores que desisten en sus acometidas. Los almohades creyéndose victoriosos relajan sus defensas.

Castillo de Magacela (F. turismoextremadura)

Mientras tanto el Maestre planificaba su estrategia, dividió sus tropas en tres grupos con la intención de atacar al caer la segunda noche. Dos de ellos los más numerosos, con la caballería al frente atacarían una de las alas de la muralla, atrayendo toda la atención de los defensores. Para ello portarían antorchas y hachones que encenderían a una orden, haciendo creer a los almohades que son atacados por el total de la tropa. Entretanto, el tercer grupo que dirigiría el propio Maestre con sus más aguerridos caballeros accedería al castillo por el ala opuesta.

Y así se hizo, a la medianoche la caballería encendió sus antorchas y agitándolas en la oscuridad entre gritos de -“al ataque, al ataque”- se lanzaron al asalto galope tendido y tras ellos el resto de los dos grupos. Los centinelas al ver la marabunta cristiana rompen el silencio de la noche al grito de -“los cristianos, los cristianos, nos atacan los cristianos”-, y sonaron las alarmas. Los defensores creyendo que todas las fuerzas cristianas le atacaban, concentraron todos sus recursos y soldados en ese flanco, circunstancia que aprovechó el tercer grupo para escalar al amparo de la noche y acceder al interior del castillo.

Asedio a un castillo (Cántigas de Alfonso X)

El ataque sorprendió a Leila “la bella” mientras disfrutaba de abundante cena para celebrar lo que ella creía su victoria sobre los cristianos, pero lejos de esconderse agarró su cimitarra y gritando con ira –“Amarga cena, amarga cena para mi” - salió a defender su castillo. Dirigiose a la torre principal desde donde con gran ímpetu alentaba a sus soldados diciendo -“Resistid mis leones, resistid” –

Pero es demasiado tarde, los infiltrados hombres del Maestre han tomado la puerta principal del castillo por donde el grueso del tercer grupo progresa sin casi oposición antes la escasez de fuerzas defensoras.

Arias Pérez, junto algunos de sus hombres se abre paso espada en mano hasta la bella Leila, sus leales leones van cayendo uno tras otro. Leila sintiéndose acorralada, agarra su alfanje con las dos manos y dirigiendo su punta hacia su pecho, lo hunde con fuerza en su corazón, dando fiel cumplimiento a la promesa que juró antes el cadáver yacente de su padre. Leila “la bella”, cual rosa cortada de su rama, cae escaleras abajo parándose su cuerpo a los pies del Maestre Arias Pérez, que arrodillándose noblemente cierra los aún brillantes ojos negros de la bella doncella y santiguándose dijo a sus caballeros -“Tratad a esta doncella como la capitana que fue, y dadle una sepultura acorde a su valor”-

La rendición de Córdoba a Fernando III el Santo,1236 (F.I)

Y cuenta la leyenda que el origen del nombre de Magacela, deriva de la frase que pronunciara Leila “la bella” es su fatídica noche -“Amarga cena”-

Más leyendas son, y así te las he contado. Gracias y hasta la próxima.


Escrito por: Jesús Sierra Bolaños

Fuentes consultadas:
-“Crónica de la Orden de Alcántara” Alonso de Torres Tapia
-“Castillos de Extremadura” Gervasio Velo y Nieto.
-“Leyendas extremeñas” Vicente Mena
-“Leyendas extremeñas” José Sendín Blázquez
-“Relatos legendarios: historia y magia de España” Matilde Moreno Martínez.

-“Castillos y fortalezas de Extremadura” Antonio Navarreño Mateos