Era el castillo de
Magacela durante la reconquista uno de los enclaves árabes más importante de la
comarca. Desde lo alto de su cerro sus rocosas defensas naturales habían sido
reforzadas con defensas artificiales, convirtiéndola en una inexpugnable
fortaleza, que soberbia y desafiante, vigilaba y dominaba todo el horizonte
fronterizo de la cristiandad.
Princesa árabe (F.I.) |
El
castillo estaba regentado por el alcaide almohade Ahmed-Ben-Alí, caudillo
respetado entre los suyos y temido entre los cristianos, por sus continuas y
sangrientas razias por la frontera.
Pero las tropas
cristianas lideradas por el rey Fernando III de Castilla y León, apoyadas por
la Órdenes militares, no iban a desistir en su cruzada. El 25 de enero del año 1232
(otros autores lo datan en el año 1233) tras la toma de Trujillo por los
freires de Santiago, Alcántara, y las huestes del obispo de Plasencia, Fernando
III junto al Maestre de la Orden militar de Alcántara, Arias Pérez, se adentra
en los territorios sarracenos de la Serena con la intención de ampliar sus
dominios.
“El
Maestre D. Arias Pérez, que habiendo tomado por armas la Ciudad de Truxillo,
dejando buen presidio de gente en su guarda, con quinientos Caballos y muchos
Infantes, pasó adelante con ánimo de conquistar algunos Castillos y Villas del
Partido que hoy llaman de la Serena...”
Fernando III el santo |
El primero en rendir
plaza ante las tropas conjuntas del rey “Santo” y del Maestre es el castillo
árabe de Mojafar, en Castilnovo, que tras sitiarlo con catapultas y trabucos,
lo asaltan con escaleras, arietes y torretas y es destruido. Cada nueva
conquista del Maestre Arias Pérez, iba acrecentando su fama, llegando las
noticias de sus éxitos a oídos del arrogante Ahmed-Ben-Alí.
Desde una torre del castillo, uno de los
soldados divisa un jinete acercándose al galope, en sus manos porta el
estandarte almohade verde y blanco.
“Abrid
las puertas –grita-
abrid las puertas se acerca un mensajero.”
Fatigado, malherido y
sangrando, el soldado pide ver al gobernador, y sin demora es conducido ante su
presencia.
“Mi
señor malas noticias os traigo, Mojamar ha caído en manos cristianas, - Ahmed-Ben-Alí,
podía ver en sus ojos del mensajero el temor y la muerte, mientras le relataba
lo sucedido.- todos han caído, y vos sois
el próximo, mi señor.”
“¿A
qué distancia están ahora las tropas del Maestre?”
–Preguntó el gobernador.
Y exhalando su últimas
palabras respondió: “A no más de dos días,
aahgg… mi señor”.
“Tus
sacrificio no será en vano, soldado.”- Y dirigiéndose a uno de
su comandante.- “Dadle un entierro
digno.”
Castillo de Magacela (F. Julen Iturbe-Ormaetxe) |
Ahmed-Ben-Alí, lejos de
encerrarse y aprovisionar su castillo ante un posible asedio, envalentonado, llama
a todos sus lugartenientes.
“Tocad las trompetas, campanas y tambores, y reunid a todas mis tropas
partimos de inmediato. ¡Por Alá, que esta ofensa no quedará impune!” –Ordenó
Ahmed-Ben-Alí-
Trompetas y campanas iban
sonando en respuesta como un eco, y de toda la comarca llegaron hombres armados
a pie y a caballo, acampando a las afuera del castillo. Estaba a punto de caer
la tarde cuando reunidas todas sus tropas, el gobernador se dispuso a salir al
encuentro del Maestre alcantarino.
Pero antes de marchar, el
alcaide almohade encomienda la defensa del castillo, con una mínima guardia, a
su hija y heredera cuyo nombre era Leila.
“Hija
mía, es mi deber defender nuestros territorios debo de la amenaza cristiana. En
mi ausencia, señora y capitana eres y se, que en este inconquistable castillo
estarás segura hasta mi victoriosa vuelta.”
“Por
Alá, que así será padre, que el profeta te proteja y te guíe en la victoria.”-Le
respondió Leila.-
Castillo de Magacela (F. turismoextremadura) |
Leila, era una doncella
dotada de una gran hermosura a cual todos llamaban Leila “la bella”, en su tez
morena sus ojos negros brillaban cual felino en la oscuridad, sus largos y
negros cabellos caían suavemente sobre unos hombros sensuales y torneados, y las
sedas de vivos colores que vestía acentuaba su esbelto cuerpo y talle
escultural. Aquella extraordinaria belleza igualaba en parangón con el arrojo,
la valentía y liderazgo que Leila siempre demostraba cuando su padre partía hacia
incursiones fronterizas, la dulce doncella se ataviaba de una armadura varonil y
se transformaba en una aguerrida capitana que acaudillaba con gran carácter a
sus soldados.
Comenzaba a despuntar el
sol cuando en la llanura de Quintana de la Serena, se avistaron ambos
ejércitos. El adalid almohade gritaba y alentaba su sed de venganza a sus
tropas, mientras el Maestre de Alcántara aguardaba impaciente la embestida
sarracena.
Banderas y estandartes
ondearon al viento, y sonaron trompetas y tambores, y comenzó la batalla. Tras
un ruido ensordecedor una lluvia de saetas y virotes ocultó el sol, comenzaron
a caer los primeros soldados, cristianos y musulmanes, la tierra poco a poco
fue tornando su color.
Ejercito cristiano (Cántigas de Alfonso X) |
Al grito de “Alá es grande” la caballería sarracena aceleró
su galope, un muro de escudos, lanzas y alabardas cristianas aguardaba desafiante
su embestida. Los aullidos de los caballos y los alaridos agónicos de los
sarracenos ensordecieron a los gritos de aliento y valor de sus hermanos.
La tropa de a pie avanzaba
lentamente, el ruido de los aceros, y los escudos era atronador, era una
batalla a vida o muerte, el cielo o el paraíso aguardaba a los caídos y la
gloria a los vencedores.
Caía la tarde cuando los caballeros
alcantarinos atravesaban la última defensa almohade, la guardia personal de Ahmed-Ben-Alí,
dando muerte al caudillo sarraceno. Los indómitos y fieros soldados almohades
habían sucumbido ante las recias tropas de la Orden de Alcántara, cuyo pendón
agitaban los portaestandartes impertérritos tras la encarnizada batalla.
Ejercito musulmán (cántigas de Alfonso X) |
Toda la llanura estaba
cubierta de cuerpos inertes, despedazados, amontonados, lagos de sangre cubrían
los tobillos de los que aún permanecían en pie. Los gritos de los hombres agonizantes
o heridos contrastaban con el silencio de los muertos.
Algunos supervivientes
recogieron el cuerpo de Ahmed-Ben-Alí, y lo llevaron a Magacela. En el patio de
armas recibió Leila los restos de su padre, rota de dolor, pero sin derramar una
lágrima, juró no entregar ni rendir nunca el castillo que su padre le había
confiado, aunque le fuera la vida en ello.
Dispuso Leila “la bella”
sus escasas y mermadas tropas para defender el castillo. Mandó reclutar más
hombres, pero la muerte del invencible adalid se había propagado ya por la
comarca, y con ella el miedo a los cristianos, huyendo los que aún quedaban
hacia zonas más al sur.
Los días pasaban y las
tropas almohades no lograban derrotar a los caballeros de Alcántara que iban de
conquista en conquista, Zalamea, Medellín y Benquerencia, cayeron.
Batalla entre cristianos y árabes (cántigas de Alfonso X) |
Y por fin las huestes
cristianas llegaron ante las murallas del castillo de Magacela. El Maestre
Arias Pérez, ordenó acampar al pie de la colina para el asedio. Y a la mañana siguiente
hizo su primer asalto que resultó infructuoso, y tras este siguieron otros más,
que fueron rechazados una y otra vez por las fuerzas defensoras de Leila, el
castillo parecía inconquistable.
Desde los altos de sus
almenas, Leila “la bella” ahora alcaide de la fortaleza, observaba desafiante y
segura, como los cristianos perecían en sus intentos, y mientras sus fuerzas
permanecían invictas, las cristianas iban mermando en cada ataque.
La imposibilidad de tomar
la fortaleza al asalto y el cansancio va afectando a la moral de las huestes
cristianas. El maestre Arias Pérez, sabedor que el tiempo juega en su contra,
como gran estratega idea un ardid para entrar en el castillo.
Durante unos días cesan
los ataques y da descanso a la soldadesca, haciendo creer a los defensores que
desisten en sus acometidas. Los almohades creyéndose victoriosos relajan sus
defensas.
Castillo de Magacela (F. turismoextremadura) |
Mientras tanto el Maestre
planificaba su estrategia, dividió sus tropas en tres grupos con la intención de
atacar al caer la segunda noche. Dos de ellos los más numerosos, con la
caballería al frente atacarían una de las alas de la muralla, atrayendo toda la
atención de los defensores. Para ello portarían antorchas y hachones que
encenderían a una orden, haciendo creer a los almohades que son atacados por el
total de la tropa. Entretanto, el tercer grupo que dirigiría el propio Maestre
con sus más aguerridos caballeros accedería al castillo por el ala opuesta.
Y así se hizo, a la
medianoche la caballería encendió sus antorchas y agitándolas en la oscuridad entre
gritos de -“al ataque, al ataque”- se
lanzaron al asalto galope tendido y tras ellos el resto de los dos grupos. Los
centinelas al ver la marabunta cristiana rompen el silencio de la noche al
grito de -“los cristianos, los
cristianos, nos atacan los cristianos”-, y sonaron las alarmas. Los
defensores creyendo que todas las fuerzas cristianas le atacaban, concentraron
todos sus recursos y soldados en ese flanco, circunstancia que aprovechó el
tercer grupo para escalar al amparo de la noche y acceder al interior del
castillo.
Asedio a un castillo (Cántigas de Alfonso X) |
El ataque sorprendió a Leila
“la bella” mientras disfrutaba de abundante cena para celebrar lo que ella creía
su victoria sobre los cristianos, pero lejos de esconderse agarró su cimitarra
y gritando con ira –“Amarga cena, amarga cena
para mi” - salió a defender su castillo. Dirigiose a la torre principal
desde donde con gran ímpetu alentaba a sus soldados diciendo -“Resistid mis leones, resistid” –
Pero es demasiado tarde,
los infiltrados hombres del Maestre han tomado la puerta principal del castillo
por donde el grueso del tercer grupo progresa sin casi oposición antes la
escasez de fuerzas defensoras.
Arias Pérez, junto
algunos de sus hombres se abre paso espada en mano hasta la bella Leila, sus
leales leones van cayendo uno tras otro. Leila sintiéndose acorralada, agarra
su alfanje con las dos manos y dirigiendo su punta hacia su pecho, lo hunde con
fuerza en su corazón, dando fiel cumplimiento a la promesa que juró antes el
cadáver yacente de su padre. Leila “la bella”, cual rosa cortada de su
rama, cae escaleras abajo parándose su cuerpo a los pies del Maestre Arias Pérez,
que arrodillándose noblemente cierra los aún brillantes ojos negros de la bella
doncella y santiguándose dijo a sus caballeros -“Tratad a esta doncella como la capitana que fue, y dadle una sepultura
acorde a su valor”-
La rendición de Córdoba a Fernando III el Santo,1236 (F.I) |
Y cuenta la leyenda que el
origen del nombre de Magacela, deriva de la frase que pronunciara Leila “la
bella” es su fatídica noche -“Amarga
cena”-
Más leyendas son, y así
te las he contado. Gracias y hasta la próxima.
Escrito
por: Jesús Sierra Bolaños
Fuentes
consultadas:
-“Crónica
de la Orden de Alcántara” Alonso de Torres Tapia
-“Castillos
de Extremadura” Gervasio Velo y Nieto.
-“Leyendas
extremeñas” Vicente Mena
-“Leyendas
extremeñas” José Sendín Blázquez
-“Relatos
legendarios: historia y magia de España” Matilde Moreno Martínez.
-“Castillos
y fortalezas de Extremadura” Antonio Navarreño Mateos
Maravillosa! Enhorabuena!!
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