viernes, 21 de diciembre de 2012

Leyendas de Fray Pedro Ferrer y el Convento de San Francisco.


Fraile de la Orden de los Franciscanos. (F.I.)
          
            En el año 1471, parte desde Valencia para predicar los evangelios por toda la península, Fray Pedro Ferrer, fraile franciscano y pariente cercano de San Vicente Ferrer. Le acompaña en su aventura, dos de sus hermanos de orden. En su largo peregrinaje, llegan hasta la Villa de Cáceres y decide fundar un convento regular. Para ello, se reúnen con el Concejo de la Villa en numerosas ocasiones, pero siempre obtenían un no como respuesta:

“Padre como ya le dijimos la última vez, el Concejo de la Villa, desestima su petición de erigir un convento y establecerse en terrenos de la Villa pues las ordenanzas del Fuero dadas por el Rey Alfonso IX de León, prohíben dar, vender, o heredar, o empeñar, viñas, campos, casas, plazas, molinos, huertos o terrenos a frailes; así como establecer conventos a las órdenes religiosas, cualquiera que fuera.” –Explicaba siempre el Regidor Perpetuo de la Villa al Padre Ferrer.-

“Aún así, el Señor ha querido que llegara hasta aquí y no debo cesar en la misión que se me ha encomendado, fundar un convento en esta Villa.” –Respondía con rectitud y paciencia el fray.

Tras varios meses y varios intentos frustrados, el padre Ferrer desistió en su empeño y se dispuso a dejar el lugar junto a sus hermanos. Abandonó la posada donde había pernoctado los últimos meses, y se despidió del posadero agradeciéndole su hospitalidad. Cuando se disponía a partir hacia otras Villas,  se percató que al jumento que utilizaba para transportar sus escasas pertenencias, ropajes y algunos libros religiosos, le faltaba una herradura. Se dirigió entonces hacia la plazuela del Potro (cerca de lo que hoy es la Plaza de Santa Clara), donde se hallaba un herrería de bueyes. El herrero estaba trabajado en las pezuñas de un buey con una almohaza. El Padre Ferrer se dirigió hacia él con su maltrecho jumento:

“Perdonad hermano, ¿podíais herrar la pata que le falta al mulo, para que mis hermanos y yo podamos continuar el camino?”

“Así lo haré, por una moneda.” -Respondió el herrero.-

“Riquezas no tenemos pues hermanos mendicantes somos y de las limosnas vivimos, más si nos ayuda, el Señor te recompensará por tus acciones.”

“No se ofenda Padre, pero no es el Señor el que alimenta a mis hijos, y sin dinero no hay herradura.” -Dijo el herrero y volvió a sus pezuñas.-

Casa de Diego García de Ulloa, Cáceres

Quiso la fortuna que en ese momento pasase montando un caballo castaño proveniente de su palacio (sito en la actual calle Ancha), uno de los nobles más influyente de la Villa, Don Diego García de Ulloa, Señor de Media Cacha, llamado el Rico, que se dirigía a supervisar sus campos.

El religioso se acercó hacia él, y humildemente le suplicó que les ayudara:

“Noble señor, podrías darnos una limosna para pagar al herrero por la herradura que le falta a nuestro mulo y así ayudar a estos humildes frailes, Dios te lo agradecería y nuestro camino sería más ligero.”

“Perdonadme Padre, pero no tengo por costumbre portar dinero cuando salgo a inspeccionar mis tierras. “ -Se excusó el noble caballero.- 

“Por favor, caballero, rebusque bien entre sus ropajes, algo tendrá.” Le instó el Padre Ferrer.

“Ya le dicho que no suelo llevar dinero conmigo.” –Iba diciendo Don Diego muy enfadado mientras se registraba por todo las partes. Buscó por su camisa, por su jubón de mangas abullonadas y asombrado halló en su faltriquera una moneda de oro que según contaba jamás había visto ni tenido. 

“De donde salió esta moneda, por Dios que cuando salí de casa no la llevaba conmigo.” –Repetía incesantemente estupefacto Don Diego.

Súbito se apeó del caballo y a los pies del fraile le pidió perdón por su arrogancia y por su falta de fe. 

“Perdonadme Padre, ha sido un milagro, un milagro. Os ruego que no os vayáis de la Villa, mi honor pongo por valía para que podáis fundar vuestro convento en esta Villa, y quedaros a impartir los santos evangelios.”

“No he sido yo quien ha obrado este milagro si no el Señor nuestro Dios, que quiere que aquí termine mi empresa, levantaos noble caballero.” Respondió el fraile.

            De inmediato Don Diego se reunió con el Consistorio de la Villa, y ante tan extraordinario milagro, y la influencia política de Don Diego, todos los nobles prometieron promover tan santa obra que Dios había dispuesto por medio de una moneda de oro.


Su principal valedor, Don Diego García de Ulloa, cedió los terrenos y los dineros para construir el convento, el Concejo y la nobleza cacereña aportó generosas donaciones e incluso los Reyes Católicos y el cardenal Mendoza, en su visita a la Villa en 1477 hicieron una generosa limosna al convento.

Portada de Convento de San Fracisco el Real, Cáceres.
  
El monasterio de San Francisco El Real comenzó a construirse tras serle concedida el 3 de diciembre de 1472 una bula por el Papa Sixto VI, a instancia del Obispo de Coria Don Iñigo Manrique de Lara y se terminó en 1487 tras quince años de obras.

            Fundado el Convento, el Padre Ferrer vivió en él durante 38 años, en esos años obró numerosos milagros, entre ellos el obrado en la casa de su benefactor Don Diego García de Ulloa. Un día el Padre Ferrer se percató de andaba falto de vino para las misas y de aceite para los candiles, y fue pidiendo por toda la Villa tales vituallas, pero debido a una estación de malas cosechas había escasez y poco o escaso consiguió. Se dirigió entonces a la casa de Don Diego, respondiéndole este que nada en sus despensas había de lo que solicitaba, pero como siempre insistió el Fraile que mirasen bien en sus bodegas, y registrando nuevamente la bodega, las vasijas que anteriormente estaban vacías hallaron las ahora llenas de vino y aceite. Este nuevo prodigio acrecentó la mas popularidad milagrosa del religioso.
           
El 1 de febrero del año de 1510, después de 38 años sirviendo a la villa, fallece el Padre Ferrer, dándole sepultura en una de las capillas del Convento de San Francisco El Real. Pasados cien años, según cuentan, abrieron de nuevo la sepultura del religioso, encontrando su cuerpo incorrupto, los nobles y religiosos ante tal santidad no tuvieron otra ocurrencia que despiezar el cuerpo del religioso, y sus fragmentos utilizados como reliquias religiosas, sólo dejaron algún trozo de carne y huesos colocándolos en una arca de piedra en la capilla mayor. También decidieron dejar expuesta el público la cabeza del fraile, que se colocó sobre una piedra granítica en la sacristía pues según se creía tenia poderes curativos, bien tocándola o bebiendo el agua que pasaba por ella, tenía el poder de sanar.


Más leyendas son y así te las he contado, gracias y hasta la próxima.


Escrito por: Jesús Sierra    


Bibliografía:
-       “Noticias Históricas de Cáceres.” Benito Simón Boxoyo.
-       “Crónica de la provincia franciscana de San Miguel.” Fray José Santa Cruz.
-       “Cáceres historia y leyendas.” Ricardo Hurtado de San Antonio.
-       “Ventanas a la Ciudad.” Fernando García Morales.
-       “Paseos por la eternidad.” Francisco Acedo.

viernes, 14 de diciembre de 2012

La leyenda del Cristo de los Milagros


El Cristo de los Milagros es una pequeña talla anónima del siglo XV que se encuentra en la Iglesia de Santiago de Cáceres y procesiona en la actualidad con la Cofradía de Jesús Nazareno que data su origen en el año 1464, bajo el nombre de la Cofradía de la Misericordia. Esta antigua Cofradía se dedicaba a obras de caridad y misericordia, y entre sus deberes estaba el dar cristiana sepultura a pobres, indigentes y reos. Su Cristo acompañaba a los reos hasta el suplicio, y presidía las ejecuciones de la Villa, pues en Cáceres por Fuero se impartía justicia dando garrote. En una de esas ejecuciones públicas ocurrió un milagro documentado que a continuación relato.

Imagen del Cristo de los Milagros, Cáceres

En el año 1596 de nuestro Señor Jesucristo, después de haber escuchado la sentencia, y de haber pasado más de dos días en capilla orando asistidos por religiosos, desde la cárcel de la Villa salen en procesión sobre asnos, encadenados y bajo túnicas negras, dos jóvenes reos. Al son de trompetas, la comitiva va custodiada por la Santa Hermandad, abriendo camino un monje porta un Cristo Crucificado de dos palmos de altura, lo custodian dos cofrades con velas o hachas encendidas, cerca de ellos marchan mayordomos o miembros de la Cofradía con platillos en mano pidiendo limosna: 

“Para hacer bien el alma de los que van a ajusticiar.”

Su delito, habían sido acusados por algunos testigos, unos dicen que por ejercer la religión judía en la intimidad  y otros por practicar la sodomía. En cualquiera de los dos casos, en juicio público son declarados culpables ante los ojos de Dios y condenados por las autoridades a muerte por garrote.
Se cree que los testigos bajo falso juramento les habían imputados dichos delitos bien por inquina o por venganza personal, pero aun así son declarados culpables.   

Recreación de la Plaza Mayor de Cáceres en el XVI.

Por caminos, calles, callejuelas y plazas va trascurriendo la comitiva, lenta y pausadamente, para que todos los vecinos puedan ver la humillación de los condenados. A su paso unos se santiguan, otros insultan a los reos, les escupen y les arrojan piedra, barro y algunas verduras o frutas podridas.

“Paso a los ajusticiados, paso hacia al patíbulo.” –Va gritando el pregonero a la vez que pregona sus delitos. Mientras el portador del Cristo va rezando.-

“Judíos, cerdos judíos.” -Se oye a su paso.- “Sodomitas, hijos del diablo.”

Su destino final es la Peña redonda (en las inmediaciones de la actual plaza de Italia)  lugar del ajusticiamiento. Cuando la procesión llega a la Peña redonda, una multitud se hallaba ya congregada alrededor del cadalso. Los reos son conducidos a lo alto del estrado. Mientras el verdugo les ata al garrote, un alguacil va leyendo la sentencia:

“Reunido el tribunal en el año de Nuestro Señor Jesucristo de 1596…., fallamos que debemos condenar y condenamos a los reos aquí presentes a la muerte por garrote por los delitos demostrados en el juicio celebrado en esta Villa y por los cuales serán ajusticiados en Peña redonda hasta que naturalmente mueran…”

“Soy inocente, por Dios que soy inocente, piedad.” –Grita desesperadamente uno de los reos, el otro reo resignado calla.-

Grabado de ejecución a garrote, por Dore (F.I.)

Cuando se disponen a ejecutar la sentencia ante la figura del Cristo, los cordeles que unen a los reos con el garrote se rompen, incrédulo el verdugo los vuelve atar con más fuerza. Todo está nuevamente dispuesto, pero ante la sorpresa de todos,  las cuerdas se vuelven a quebrar, imposibilitando la ejecución. Los presentes quedan perplejos, el público asistente comienza a murmurar y a mirarse los unos a los otros,  las autoridades comienzan a inquietarse por el suceso, no saben que ocurre. En ese instante, estando el Cristo enarbolado en manos del alcalde de la Villa, sus clavos se desprenden quedando los brazos del Cristo sueltos a la vista del pueblo.

“Mirad, mirad al Cristo.” –Gritan unos.- “Milagro, milagro.” –Gritan otros.-

El Cristo había obrado un milagro, todos creyeron que era una señal de Dios por la inocencia de los condenados. Los religiosos y las autoridades allí reunidas dan por cierto el hecho, liberando de culpa y cargos a los reos.

“Dios ha querido que estos reos sean liberados, milagro, su inocencia ha sido probada, milagro, cúmplase la voluntad del Señor, soltadlos.” -Vociferó una de las autoridades eclesiásticas.-  

Los condenados de inmediato son puestos en libertad, y dos moros que se hallaban presente en la ejecución pidieron el bautismo y se convirtieron a la fé católica.

Iglesia de Santiago, Cáceres.

Desde ese momento el Cristo pasó a denominarse bajo la advocación del Cristo de los milagros y venerado en la Iglesia de Santiago de Cáceres.


Más leyendas son y así te las he contado, gracias y hasta la próxima.


Escrito por: Jesús Sierra

Bibliografía Consultada: 

-“Noticias Históricas de Cáceres” Benito Simón Boxoyo.
-“Cáceres ciudad histórico artística” Antonio Rubio Rojas.
-“Ordenanzas de la Cofradía de la Misericordia, Cáceres.”