domingo, 20 de octubre de 2013

El origen del nombre de Extremadura.


Mapa antiguo de Extremadura (F.I.) 

            El nombre de Extremadura hace su aparición alrededor del siglo XI y en su definición no hacia referencia a una sola comarca o región, como en la actualidad, si no que la palabra Extrema ó Extremo, junto al sufijo latino -dura ó –tura, agrupaba a un gran territorio; donde el término Extremo sería sinónimo de confín, por lo tanto las Extremaduras serían los confines del reino por su parte meridional, la frontera que dividía los reinos cristianos de los musulmanes. Estos territorios fronterizos iban variando según avanzaba la reconquista y se fueron repoblando.

Hubo entonces al menos cuatro Extremaduras, tantas como reinos peninsulares, la Extremadura de Aragón, la de Castilla, la de León y la de Portugal. Estas tres últimas abarcaban hasta la ladera Norte del Sistema Central.
La Extremadura castellana llegaba a los Altos de Barahona, las sierras de Guadarrama y Gredos y tenía influencia sobre la sierra de Béjar, comprendía parte de las actuales provincias de Soria, Guadalajara, Segovia y Ávila, su capital.
Como reminiscencia de aquella antigua Extremadura, podemos ver hoy en el escudo de Soria, la leyenda en la que leemos: "Soria pura, cabeza de Extremadura".
Escudo de Soria (F.I.)

La Extremadura leonesa también ejercía influencia sobre la sierra de Béjar y parte de ella eran las laderas Norte de las sierras de Francia y Gata. Su capital inicial fue Salamanca.
 
Por último la Extremadura portuguesa, que se hallaba en torno a la sierra de la Estrella.
Aunque hay que decir que las delimitaciones de estos territorios nunca estuvieron muy claras y definidas, más cuando la reconquista fue avanzando a la transierra; nombre dado al terreno de expansión al sur de estos reinos bajo el dominio árabe; por cual también lo hizo esta frontera, ampliándose así estas Extremaduras, como he comentado anteriormente.
No será hasta los reinados de Alfonso IX de León y su hijo Fernando III de Castilla, con la adquisición de los nuevos territorios ganados a los árabes, cuando el termino Extremadura haga ya referencia explícita a los actuales territorios de Cáceres y Badajoz, con algunos ajustes aun geográficos (por ejemplo Bejar que perteneció a Extremadura hasta 1.833, que con la división provincial de Javier de Burgos pasó a la provincia de Salamanca). Y es a partir del siglo XIII cuando la Extremadura leonesa (antecedente máximo de la actual Extremadura) desapareció de los documentos oficiales, cuando en 1273 Alfonso X estructuró la Mesta dando así carácter oficial a la práctica ya secular de la trashumancia del ganado ovino desde la Subemeseta Sur a la Submeseta Norte y al revés, y para entenderse a ese territorio innominado se le acabó llamando Extremadura.
Y habría que esperar a las Cortes de Alcalá del año 1.345, en las que se ponían en boca del rey Alfonso XI las siguientes palabras:
 
A los que nos pidieron merced, que por cuanto mandáramos poner alfolíes de sal en Jerez y en Trujillo y en Plasencia y en Béjar y en Coria y en Cáceres y en otros lugares de la Extremadura y en Alcaraz y en Villarreal y en fronteras de Portugal”.

En conclusión, la palabra Extremadura haría referencia en sus orígenes a la frontera o extremo sur del reino, y habiendo en un principio varias Extremaduras, la única que subsistió bajo ese nombre al paso del tiempo fue la actual Extremadura.  
Bandera oficial de Extremadura (F.I.)

Con respecto a la bandera de Extremadura, su origen es mucho más actual, como el del escudo que más adelante citaré. La primera aparición de la bandera en los años 70, y su autoría se la atribuyen a varias personas entre ellas al profesor Antonio Galache Cortés o al abogado Martin Rodríguez Contreras, siendo este ultimo el más reivindicado para su autoría.
En cuanto a su interpretación de los colores es también muy variada, Martin Rodríguez Contreras dice:
"Los colores se habían inspirado en los tradicionales de la cacereña capital (verde y blanco) y en los genuinamente clásicos de Badajoz (negro y blanco), que en feliz conjunción, y sirviendo el blanco como nexo de unidad fraternal, suponen como resultado la Tricolor, situándose por razón geográfica arriba el verde y el negro debajo...”
Otra interpretación cuentan que:
"El color verde era el color emblemático de la Orden de Alcántara, cuyos territorios y encomiendas se extendieron por gran parte de las provincias de Badajoz y Cáceres. El color blanco era utilizado en el pendón real de los monarcas leoneses y castellanos que reconquistaron la región, incorporándola a Castilla. Y el color negro se tomó del estandarte de los reyes Aftásidas de Badajoz, que crearon un gran reino musulmán sobre la mayor parte de Extremadura, en el siglo XI, y aportaron un esplendor literario y cultural como nunca antes fue conocido".
Y la versión más mundana dice que los colores los había sacado de la indumentaria que vestían los equipos de fútbol del C. P. Cacereño y del Club Deportivo Badajoz.
Sea como fuere, en año 1,983 fue incluida como símbolo de la identidad regional en el articulado del Estatuto de Autonomía de la comunidad.
Escudo heráldico oficial de Extremadura (F.I.)
 
Con respecto al escudo de Extremadura  que es descrito en el título I de la Ley 4/1985, de 3 de junio, se inicio para su realización una campaña en la cual se pedía la colaboración de todos los extremeños. Con la ayuda de los 300 modelos recibidos y la aportación final de la Real Academia de Extremadura se creó el escudo actual de Extremadura. Sin embargo, esta descripción oficial ha sido objeto de numerosas críticas por parte de académicos heraldista, pues tanto su diseño como su blasonamiento y sus fundamentos históricos y heráldicos, son incorrecto como detalla Pedro Cordero Alvarado en su “Estudio crítico del escudo de Extremadura” y como podemos observar en las imágenes de ambos escudos.

Escudo heráldico de Extremadura, según el blasonado corregido.
 
 
Gracias y hasta la próxima. 

Escrito por: Jesús Sierra Bolaños

Fuentes Consultadas:
- “Estudios de historia de Cáceres”. Antonio C. Floriano.
- “Extremadura no es Extremadurii.” Carlos Callejo
   Serrano
- “Cartas pueblas, fueros municipales y cartas de exención
   en la Extremadura medieval.” Domingo Domené
-“La identidad extremeña. Reflexiones desde la
  antropología social.” Javier Marcos Arévalo.
            - “Estudio crítico del escudo de Extremadura”. Pedro
              Cordero Alvarado

sábado, 5 de octubre de 2013

El incidente entre el Concejo, el pueblo y el Convento de Santo Domingo.

 
Convento de Santo Domingo, Cáceres.
          
            En el año 1.528 se establecen en la Villa de Cáceres la Orden Mendicantes de los Dominicos, contraviniendo nuevamente el fuero latino de Cáceres, como ocurrió con la fundación del Convento de San Francisco.

Su establecimiento se permitió por ser considerado un bien beneficioso para la población o porque según creían aquella legislación vigente medieval había quedado ya obsoleta.
Su fundación fue a instancia de doña Catalina de Saavedra en 1.524, y la Bula de Su Santidad y Cédula de S.M., pero con la firmen oposición de la Orden Franciscana asentada en la Villa, los cuales aludían a dicho Fuero para su negativa, cuando ellos lo habían ignorado un siglo anterior.
Para edificar su monasterio los Dominicos además del terreno cedido por doña Catalina, adquirieron al Concejo un edificio fuera de las murallas donde antiguamente estuvieron ubicadas las cárceles de la Villa, el cual se hallaba en un estado bastante ruinoso.

Iglesia de Santo Domingo, Cáceres
 
También ayudó con la construcción de la capilla mayor doña Beatriz de la Cerda, una mujer envuelta en un halo de misterio e intriga que otro día contaré.
En el interior del Convento se veneraba a la Virgen del Rosario, antigua patrona de Cáceres (actualmente es la Virgen de la Montaña) con cofradía desde el año 1.525.
Construyeron además los Dominicos una hospedería para alojar y dar de comer aquellos que lo necesitaban. La hospedería estaba situada en un edificio próximo al convento, en la calle Sancti Spiritus, para lo cual los dominicos tenían que salir del convento, por la  entrada principal que estaba donde hoy se haya la calle Andrada, atravesar el Rio Verde Alto o el Rio Verde Bajo que discurría por donde hoy da nombre a la vía, calle de Ríos Verdes, hasta llegar a la hospedería. Para solventar las molestias que causaba cruzar todos los días el cauce del rio, sobre todo en las épocas de lluvia cuando este iba crecido, los monjes Dominicos decidieron levantar en el año 1.597, un puente elevado que uniera el convento con la hospedería y para ello levantaron un muro apropiándose del espacio público, lo que provocó la indignación del pueblo y del Concejo.
Años antes el Concejo tuvo que salir al socorro del convento para que pudiera seguir ejerciendo su labor humanitaria, otorgándole en el año 1.536 la cantidad de 1.000 maravedíes en concepto de limosna, ahora esta disputa terminaría con la intervención del Consejo Real.
Detalle de escudo del Convento de Santo Domingo.
 
Las obras del muro comenzaron con el favor y beneplácito del Corregidor, pero aquella vía al ser pública necesitaba una licencia expedida por el Consejo Real, de la cual carecían.
Los vecinos colindantes al Convento, que solían acceder a sus casas por la puertas traseras, así como los transeúntes que utilizaban habitualmente esa calle, se opusieron al cerramiento de la misma, y por ello dirigieron sus protestas al Concejo, teniendo que intervenir el Procurador del Común, que dispuso que aquella actuación del corregidor y del Convento perjudicaba a la Villa de Cáceres por cual presentó el caso a la Justicia. Deliberado el caso, la Justicia dio la razón al Procurador, y esta sabida la noticia se personó con las autoridades de la Villa para paralizar las obras.
Cuando llegaron vieron como los mismos frailes ayudados por algunos aldeanos estaban levantando el muro y les instaron a que pararan las labores, pero los frailes hicieron caso omiso. Aparecieron entonces los agentes de la justicia, que con la ayuda de las autoridades y a instancia del Alcalde Mayor, comenzaron a retirar y derribar las piedras del muro. El ambiente se fue enturbiando, los monjes comenzaron a increpar estas acciones, a lo que respondieron los agentes blandiendo sus espadas, comenzó entonces una lucha desigual, por un lado los frailes lanzando piedras y palos en manos y por otro los agentes de justicia y las autoridades con sus armas en ristres.
Aquella batalla campal y algarabía que se montó escandalizó tanto a la Villa y sus alrededores, que ante la gravedad de los hechos se tuvo que recurrir al Consejo Real.
Para reconciliar a los vecinos y a los frailes, y volver la normalidad a la Villa, el Procurador del Común propuso al Consejo la construcción de un puente cubierto para solucionar el problema, al cual accedieron pasados un tiempo.

Puente de la discordia.
 
Tras la desamortización de Mendizábal el convento fue aduana, oficina de rentas y escuela, hasta que en el año 1.915, los padres franciscanos se hicieron cargo de él, hasta nuestros tiempos. La Hospedería de Santo Domingo corrió distinta suerte, siendo en la actualidad una casa privada.
Como legado de aquella disputa nos queda hoy en día el puente de la discordia, impertérrito al paso de los años pero despojado de la función para lo que fue construido.

Gracias y hasta la próxima.


Escrito por: Jesús Sierra Bolaños

Fuentes:
- “Noticias históricas de Cáceres.” Simón Benito Boxoyo.
- “Cáceres resumen de historia local.” Antonio Rubio.
- “Paseo por la eternidad.” Francisco Acedo.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Monumentos desaparecidos: La Puerta de Coria o del Socorro



En la actual Plazuela del Socorro se hallaba desde la época romana la llamada Puerta de Coria o Puerta del Socorro que daba acceso a la Villa de Cáceres por el lado norte, y ahí estuvo hasta que en el año 1.879 fue derribada por el Ayuntamiento a instancia de don Joaquín Muñoz Chaves personaje influyente de la ciudad.
 
Lugar donde debió estar la desaparecida Puerta de Coria.

El 4 de octubre del año 1.879, el citado Joaquín Muñoz Chaves, perteneciente a una saga de políticos, y que fue decano del Colegio de Abogados, diputado a Cortes por los distritos de Coria y Alcántara y posteriormente senador del Reino, y que residía en la calle Tiendas, a la cual se accedía por dicho arco romano, propuso al Ayuntamiento el derribo de este, porque según consta en su solicitud: 

“…el cual despojado por complemento de todo merito artístico que aconseje su conservación tiene en sus rincones un depósito de suciedad incompatible con la buena higiene y limpieza de esta parte de la población…Y constituye en sus pesadas arquerías un poderoso obstáculo al ensanche y buen ornato del sitio en que está emplazado.”
El 29 de octubre de 1.879 con el beneplácito de la Comisión de Ornato del Excmo. Ayuntamiento de Cáceres al frente de la cual estaba José López-Montenegro, y apoyado por el informe favorable del arquitecto municipal Emilio María Rodríguez, se acordó el derribo del arco:

 “…autorizar al expresado don Joaquín Muñoz Chaves para que por su cuenta realice dicha obra, utilizándose de los materiales que produzca.”

De nada sirvió que la tradición popular proclamara orgullosa que por esa Puerta de Coria, entraran en el año 1.229 las huestes cristianas de Alfonso IX para la reconquista de la plaza de Cáceres hasta entonces en poder de los sarracenos (como ya relaté en “La leyenda de la Princesa Encantada”) y  por eso pasó a llamarse la Puerta del Socorro. Tampoco importó que por allí entrarán y salieran nobles, villanos, personajes ilustres de la historia local o reyes de España.  
 
Sillares de la muralla adyacente a la puerta.

El 16 de de febrero de 1.880, intervino de oficio para su conservación la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando instando al Ayuntamiento cacereño:
 “a manifestar cual era el verdadero estado de un notable arco antiguo de esa capital que por su mérito era digno de conservarse y que, según ha dicho la prensa, ha sido demolido contrariamente a lo dispuesto en el Real Decreto de 16 de diciembre de 1.873.” 

Pero ya era demasiado tarde, el arco ya había sido derribado.

El 25 de febrero de 1.880 los ediles cacereños respondían a la Real Academia por medio del arquitecto municipal Emilio María Rodríguez que trató de justificar tal tropelía alegando: 

“Que ni por la prensa ni por persona alguna entendida se le haya nunca considerado como de mérito artístico ni científico.”

Y además añadía una descripción en su informe sin consistencia artística ni arquitectónica describiendo así la puerta:

“Dos fuertes machones, continuación de la muralla antigua, le servían de estribos y sin más fajas, ni cornisas, ni adornos, ni decoración alguna, volteaba un arco de sillería de medio punto y tres metros de luz, mal labrado, enrasado horizontalmente por la parte superior con fabrica de ladrillo y mampostería, mal enlucida por ambas caras y coronado por una especie de hornacina que encerraba una imagen aquí de antiguo venerada.”  

Por esta descripción sabemos que la puerta del Socorro debió ser muy parecida en su estructura a la también puerta roma del Arco del Cristo, con un arco de medio punto con dovelas almohadilladas, flanqueada por dos torres defensivas y encima de la puerta una hornacina consagrada a Nuestra Señora del Socorro, talla policromada de 30 centímetro que databa del siglo XVII, que fue retirada y recolocada en 1.940 en otra hornacina en la Casa de los Condes de Trespalacios. 
  
Recreación de la puerta (Libro Antonio Rubio)

            Incompresiblemente como ocurrió con la Puerta de Mérida, la Puerta del Socorro fue otros de los monumentos con una gran historia en sus piedras desaparecidas del panorama arquitectónico de Cáceres por caprichos de personajes influyentes insensible a la historia y al arte, y con la permisibilidad municipal. Pero como la historia se repite no serán los últimos monumentos que se derriben, pero eso lo contaremos otro día.

            Gracias y hasta la próxima.


            Escrito por: Jesús Sierra Bolaños 

Bibliografía consultada:

-         Documentos del Archivo Histórico Municipal.
-         “Cáceres ciudad histórico artística”. Antonio Rubio Rojas.
-         “Paseo por la eternidad.” Francisco Acedo

sábado, 7 de septiembre de 2013

La historia de la Virgen de la Estrella


Virgen de la Estrella en su hornacina.

El origen de la Virgen de la Estrella que se halla en la hornacina que protege la llamada Puerta Nueva tiene tras de sí uno de los pleitos más comentados de su época, en el cual se enfrentaron, tribunales mediantes, el Obispo de Coria don Sancho Antonio de Velunzas y Corcuera, (como no iba a estar la iglesia por medio) por un lado y el concejo de Cáceres junto con el noble benefactor de la villa don Bernardino de Carvajal y Sande por el otro.
A principio del siglo XV, el recinto amurallado de la Villa de Cáceres contaba con cuatro accesos a su interior, tres puertas heredadas de la época romana: la de Coria al norte, la de Mérida al sur y la del Rio al este, y un pequeño postigo al oeste, el arco de Santa Ana. Según algunos historiadores la cuarta puerta del recinto amurallado romano debió estar ubicada en donde hoy se encuentra el Foro de los Balbos, pero nada se conserva de ella ni el porqué fue cerrada.
Es aquella época cuando surge la necesidad por parte del Concejo y la nobleza cacereña de abrir un nuevo paso en la muralla que diera acceso a la Villa desde la zona del Rio Verde, con el fin de evitar rodeos a través de la puerta de Coria o de Mérida, (otros dicen la originó un proyectil balístico en una de las numerosa batallas sufridas en la Villa y en vez de cerrarlo fue reutilizado como puerta). Lo que si queda claro es que desde que en el año 1.303 el rey Fernando IV otorgara por juro al Concejo las rondas de Villas, en los extramuros habían ido surgiendo barrios donde residían los artesanos y los agricultores, dejando el interior de la Villa para la vida pública, la nobleza y la defensa, de ahí la necesidad de la puerta. Estos barrios nuevos se levantaron junto a la muralla exterior o próximo a ella, y hoy en día los podemos ubicar pues dieron origen al nombre de las actuales calles, como la calle Pintores, Caleros, Zapaterías, Tenerías, Hornos o Tiendas.

Vista exterior del Arco de la Estrella, Cáceres (F.I.)
 
Aquella puerta que denominaron Puerta Nueva, quedó bajo la protección, como era costumbre de la época, de una santidad para que la protegiera de los ataques enemigos y para que los viajeros se confiaran y rezaran a la imagen cuando salían de la ciudad a través de su puerta, agradeciéndole también su vuelta. En este caso la protección recayó en una imagen pintada en lienzo de la Virgen de la Estrella.
Pronto esta quinta puerta se convirti en la más transitada por personas y por carruajes, por ser el acceso más directo a la plaza pública o al mercado de la Villa, tanto que en el año 1.700 como consecuencia de ese masivo tránsito la puerta resultó ser “…sumamente estrecha para entrar coches y carretas en gran perjuicio del comercio…” y por ello necesitaba una inmediata reforma.
Conocedor de esta situación era don Bernardino de Carvajal y Sande, II Conde de la Enjarada, que sufría en primera persona estas vicisitudes, pues residía en el Palacio de Ovando-Moctezuma próximo al arco de la estrella  y su coche se las veía y se las deseaba a la hora de entrar y salir por dicha puerta para dirigirse a su palacio, por ello se ofreció a costear con sus dineros la ampliación y la reforma de la puerta. No era la primera vez que don Bernardino actuaba como benefactor de la Villa por lo tanto logró los permisos del Concejo para la realización de la obra en 1.726.
Para ejecutar el proyecto mando llamar al maestro salmantino Manuel de Larra y Churriguera, figura del barroco español, cuya familia de escultores y arquitectos creó un estilo propio, el churrigueresco.
Plano de Churriguera (F. libro Gervasio Nieto)
 
Pero lo que no contaban era con la aparición en escena del obispo de Coria don Sancho Antonio de Velunzas y Corcuera que aprovechando la coyuntura, había decidido por su cuenta y riesgo sustituir el lienzo ya envejecido de Nuestra Señora de la Estrella, y colocar en su lugar una escultura de mármol que le diera mayor prestancia al arco. Dicha imagen fue encargada a un “maestro lapidario de la ciudad de Badajoz”, y traída en secreto a la Villa:
“Se supone por hecho cierto que el sábado 29 de junio en la noche entró su Iltma. Con todo silenzio y misterio en su Casa Episcopal una Imagen de Marmol, su titulo nuestra señora de la Estrella, quetraia de la ziuadad de Badajoz en dos carretas, que aseguran pesavan de 70 a 80 arrobas. Y el día 1º de este (julio) de descubrió el misterio porq. De orden suya en este día empezaron los Maestros a demoler la Bóveda y Nicho antiguo”.
            Pues como he comentado por iniciativa propia y sin consulta previa a las autoridades competentes, decidió empezar el derribo de la puerta antigua para colocar en su lugar la magna imagen. Avisado el Concejo ordenó parar de inmediato las obras, a lo que el obispo se negó, aduciendo que el lugar donde se hallaba la imagen de Nuestra Señora de la Estrella era lugar sagrado y por lo tanto exento de toda jurisdicción, solamente la iglesia y en su representación el obispo podía decidir sobre tal hecho.

Aquella imagen, en un lugar inmejorable, sería una gran propagan como símbolo religioso del poder eclesiástico, a demás de ser un altar perfecto el cual el clérigo podía divisar desde la ventana de sus aposentos en el Palacio Episcopal.
 
Virgen de la Estrella del Obispo don Sancho (F.I.)
 
El 2 de julio, un día después del comienzo de  las obras por parte del obispo, el Concejo da las gracias al obispo por la imagen y le pide que paralice las obras de la nueva bóveda en favor del Conde de la Enrajada. Pero el obispo se mostró intransigente, soberbio y se negó a reconocer la jurisdicción de la Villa por ser lugar sagrado “a causa de aver estado en ella un Quadro de otra imagen del mismo título, que la que quieren colocar…”
 El cariz de la disputa enervó a la sociedad cacereña que se dividió en dos bandos. Nadie daba su brazo a torcer, y en un intento de resolver la disputa, el Conde de la Enjarada, clérigo antaño, intentó hacer entrar en razón al obispo, aduciendo que aquella estatua era demasiado grande para aquella puerta y que en el proyecto inicial que contaba con la aprobación del Concejo, no tenía cabida una estatua tan grande pues interrumpía la visibilidad y el paso de los carruajes. Pero se encontró con la negativa del obispo en primera instancia, aduciendo que las obras ya comenzadas, ya le habían ocasionado unos gastos en materiales y mano de obra. Ofreciese entonces el Conde a hacerse cargo de dichos gastos, y a regañadientes el obispo aceptó. Pero a la mañana siguiente volvió a cambiar de idea, negándose nuevamente don Sancho a la paralización de las obras.   
El 3 de julio, el corregidor y los regidores se negaron en rotundo a la ejecución de las obras del obispo, pues no contaban con los permisos pertinentes, y la repuesta de don Sancho fue amenazar con censuras a los maestros y peones si paralizaban los trabajos, pero a su vez el Concejo ante dicha amenaza respondió con multar a estos con una sanción de 50 ducados si las continuaban. Cabreado el obispo cesó las obras y entregó en custodia la imagen de la Virgen a don Bernardino de Carvajal, pero en un nuevo arrebató de ira decidió donar la escultura a los monjes franciscanos para que la instalaran en la fachada del templo de San Francisco.
 
Fachada de San Francisco donde se colocó la Imagen.
 
El conflicto sobre la jurisdicción de la Puerta de la Estrella había comenzado y serían los tribunales judiciales quienes dirimirían al final de un largo proceso, y de muchas disputas el asunto.
Para satisfacción propia y regodeo el obispo don Sancho dispuso el traslado inmediato de la imagen a la vista de todos  y con toda la pompa y la parafernalia litúrgica de una comitiva:
“Alas cuatro y media de la tarde públicamente por la Plaza, para que todos la vieran, en dos carretas con sus esteras, unos Bueyes o vacas que bramava como que llevaban las tablas de la Ley, alas que acompañaban algunos frailes con velas encendidas, et Lucerna ardentes in manibus vestris, &…”
 
Templete donde se ubicó la imagen en el Conventual.
 
La imagen tras unas reformas en el conventual, fue colocada en una capilla sobre la fachada del convento el 3 de octubre. Al día siguiente de su colocación, festividad de San Francisco, se celebró una misa en su honor a la que asistieron el Obispo y sus allegados, pero no los representantes de la Villa, con los que seguían pleiteando. La imagen permaneció allí custodiando uno de los principales caminos de acceso a la Villa y alumbrado en la oscuridad de la noche con su luz perpetua los viajeros, hasta que en 1.794 la imagen se dio por desaparecida, y pasados unos años fue nuevamente encontrada.
Actualmente la primitiva imagen proyectada por el obispo don Sancho para embellecer el Arco de la Estrella se encuentra, olvidada y bastante deteriorada en el ábside de la capilla del cementerio municipal donde fue trasladada a principios del siglo XX.
 
Ubicación actual en el cementerio de la primitiva imagen. (F.I.)
 
El 26 de agosto el arquitecto Manuel de Larra y Churriguera comenzaba las obras de la nueva puerta, realizando un arco en esviaje que facilitaba el paso de las coches y carrozas de uno a otro lado de la muralla, y para congratular al obispo, sobre el arco realizó una pequeña hornacina con otra imagen de menor tamaño de la Virgen de la Estrella hecha en piedra de Villamayor (Salamanca) con un escudo de los Carvajal en su peana.
Durante la disputa el obispo excomulgó mediante cédula a todos aquellos que se opusieron a él:
“Tengam Vmds. Por Públicos Excomulgados de Mandato del Señor Vicario y Juez Eclesiástico de esta Villa… oí sábado veinte y seis de octubre después del Toque de Visperas… al Señor Don Antonio de Olmedilla y Henao, Correxidor de esta Villa, Y a los Señores Don Joseph de Mayoralgo, Don Gonzalo Alvaro y Don Balthasar de Ulloa, Rexidores Perpetuos de esta Villa, a Don Bernardino de Carvajal… al Maestro Manuel de Churriguera…a Oficiales y peones que están travajando en la obra…”    
 
Vista interior del Arco de la Estrella (F.I.)
 
Acabadas las obras de remodelación de la antigua Puerta Nueva, esta puerta-arco pasó ser conocida como el Arco de la Estrella y se convirtió en el acceso principal a la Villa de Cáceres

            Gracias y hasta la próxima.


          Escrito por: Jesús Sierra Bolaños 

Fuentes consultadas:
-          “El arco de la estrella.” Gervasio Velo y Nieto.

-          El desarrollo urbanístico de Cáceres (siglos XVI-XIX). Mª del Mar Lozano Bartolozzi.

-          “Obras a raíz de una imagen, La Virgen de la Estrella del cementerio municipal de Cáceres y sus capillas en la ciudad.” Mª del Carmen Díez González.