Hoy vuelvo al Convento de San
Francisco del Real de Cáceres, para relatar un trágico acontecimiento ocurrido
en el siglo XVI.
Portada de la Iglesia Conventual de San Fracisco, Cáceres |
Como ya mencioné en la
“leyenda de fray Pedro Ferrer y el convento de San Francisco”, su construcción
fue sufragada por aportaciones de las familias nobles de la Villa de Cáceres
(Aldana, Saavedra, Carvajales o Torres), y de todas ellas una de las que más
aportó junto a don Diego García de Ulloa, fue la familia Ovando
Doña María de Ovando, era hija
del insigne capitán don Diego de Cáceres Ovando, como compensación por haber
costeado la mayor parte del cuerpo de la iglesia, y ofrecerse a costear el
retablo del altar mayor y la verja de la capilla, la Orden Franciscana en
agradecimiento propuso otorgarle el patronato de dicha capilla , además de seis
sepulturas en dicha iglesia y algún que otro privilegio, pero doña María, mujer
de fuerte carácter como su padre, no se conformó sólo con eso, y abusando de
dicha gratitud, hizo poner el escudo familiar de armas por toda la iglesia,
tanto dentro como fuera, inclusive en las capillas patrocinadas por otras
familias, llegando a tapar sus escudos y también el escudo real de los Reyes
Católicos.
Exterior de la capilla de los Golfines. |
Los nobles benefactores cacereños que habían aportado dinero tanto
para la construcción del convento como para sus capillas sepulcrales,
protestaron por tan innoble acto de prepotencia de doña María de Ovando, entre
ellos don García Golfín, Señor de la Casa Corchada que en representación de la
nobleza habló a la comunidad franciscana.
“Esta
vil ofensa llevada a cabo por doña María de Ovando, no solo afecta a las nobles
familias que represento, menospreciando las aportaciones que nuestros
antepasados y ahora nosotros hicimos al monasterio y ultrajando nuestros
ilustres linajes, si no que también ofende a la congregación y a la insigne
memoria de los Reyes de España.”
“También
nosotros creemos que doña María se ha excedido en sus atribuciones, y por ello,
dichos actos serán expuestos en el capítulo de la Orden que se celebrará en
Salamanca en septiembre de este año de nuestro Señor Jesucristo de 1524.”-Respondió
el Padre Franciscano.-
Claustro del monaterio de San Francisco. (Foto por Zarateman) |
Celebrado el conclave, se
acordó que se debían quitar todos los escudos colocados en el exterior de la
iglesia, dejando solo los del interior, y manteniendo las seis sepulturas para
su familia. Y así se lo comunicaron mediante un decreto a doña María de Ovando y
a la representación de nobles encabezada por don García Golfín.
Pero ni una, ni otros
quedaron conforme con la resolución, una por que le parecía poco lo ofrecido, y
otros porque les parecía mucho, por ello la Orden Franciscana tuvo que enviar a
un Provincial con plenos poderes para que dirimiera el asunto, Fray Antonio de Guzmán
que tras escuchar ambas partes en audiencia habló:
“Habiendo
deliberado sobre los argumentos expuesto por ambas representaciones, he
decidido otorgar a doña María de Ovando, las seis sepulturas que le correspondía
en un principio y ordeno quitar todos los escudos que han sido colocados tanto
dentro como fuera de la iglesia conventual por doña María de Ovando, esta es mi
decisión como Provincial de la Orden.”
Interior del Monasterio de San francisco, Cáceres. |
Doña María antes de abandonar
el convento, ofendida y enrabietada entre insultos juró vengarse ante los allí
presentes.
“Esta humillación
a la que he sido sometida no quedará impune.”
Pero ella por ser mujer y de
edad avanzada poco podía hacer, por ello ya en su palacio, mandó llamar a su
nieto, don Diego Messía de Ovando al que convenció para que tal alta ofensa a
la familia Ovando no quedara exenta de venganza.
“Ese
malnacido de Golfín ha puesto a los franciscanos y a los nobles de la Villa en
mi contra y ha avergonzado a nuestra familia. Esta ofensa no debe quedar
impune.” –Habló doña María a su nieto.-
“A Dios
juro, que esta ofensa en su debido tiempo será saldada, dad fe de ello, abuela.” –Respondió
don Diego.-
Patio del claustro de San Francisco, Cáceres |
Pasado un tiempo, cuando ya
nadie esperaba que las palabras de doña María se convirtieran en hechos, un
mañana de misa en la misma iglesia conventual donde había sido ofendida, la
mirada de arrogancia de doña María se cruzaba con la mirada de desprecio de don
García Golfín, algo se presagiaba. En ese momento, don Diego Messía de Ovando,
ante su abuela, los padres franciscano, la nobleza y los feligreses cacereños,
asesinaba con premeditación y alevosía a García Golfín, que tras asestarle una
puñalada caía desangrándose a sus pies.
“Muere
bellaco, reúnete aquí y ahora con tus ancestros.”
Uno de los frailes corrió a
socorrerlo, nada se podía hacer, en sus ojos podía verse como la vida se le escapaba
y agonizante balbuceaba:
“Confesión
padre, confesión.”
“Ego te
absolvo a peccatis tuis in nomine Patris et Filii Spiritus Sancti, ve ahora en
paz con nuestro creador hijo.” -Y tras pronunciar el fraile
estas palabras le cerró los ojos a don García Golfín, la ofensa había sido
cobrada.
Interior Iglesia de San Fracisco, Cáceres (F.I) |
Llantos y gritos de horror
inundaban la iglesia, mientras don Diego Messía de Ovando era prendido por la
guardia.
“Oh, Dios
mío los Ovando han dado muerte a don García Golfín.”
“Sacrilegio,
es un sacrilegio, lo han matado en suelo santo.”
Ahora la mirada de doña María
de Ovando era de satisfacción y orgullo, se había hecho justicia.
Ante tal acto de sacrilegio
llevado a cabo en la iglesia franciscana, doña María se granjeo la enemistad de
muchos nobles, villanos y en represalia la Orden Franciscana le quitó las
sepulturas concedidas.
En la Villa, nada volvió a
ser igual desde aquel trágico hecho. Doña María vivía ahora casi recluida en su
palacio ubicado extramuros, en la casa de los Messía o casa de los trucos. Pero
ella siguió litigando por lo que consideraba suyo por derecho hasta que le
llegó la hora de su muerte, y en ese momento la Orden devolvía a la familia
Ovando las seis sepulturas concedidas inicialmente en la iglesia conventual.
Casa de los Messía o de los trucos, Cáceres. |
Por fin, doña María de Ovando
descansaba sepultada en la capilla mayor de la iglesia que tanto había ansiado y
merecido según ella, por sus aportaciones al convento de San Francisco y la
Orden Franciscana. Pero no descansaría en paz, pues contaban los frailes del
convento que meses después de su muerte, en noches de vigilias solían ver deambulando
por la iglesia conventual el fantasma de una mujer vestida de negro, era el
espectro de doña María de Ovando que aun descansando en suelo santo, debido a
su sacrílego crimen y a su arrogancia con la iglesia estaba condenada a vagar
en busca del perdón de sus actos. E incluso otros frailes creían ver el espíritu
de doña María troncado en una lechuza que por las noches se adentraba en la iglesia
arañando y picoteando los escudos de los Golfines y Ulloas.
Más leyendas son y así te las
he contado, gracias y hasta la próxima.
Escrito
por: Jesús Sierra Bolaños
Fuentes
Consultadas:
-“Ayuntamiento y familias cacerenses.” Publio
Hurtado.
-“Aportaciones
inéditas del Monasterio de San Francisco El Real de Cáceres” José A. Ramos
Rubio y Vicente Méndez Hernán.
-“Leyendas
del Monasterio de San Francisco de Cáceres” Ricardo Hurtado.
Como se las gastaban las cacereñas, medievales vaya con Maria deOvando, por ella el nieto en la carcel, don Garcia de Golfin muerto;y encima se salió con la suya y sus sepulturas. Tan buena historia como las demás me encantan.
ResponderEliminarLa virgen, cualquiera se metía con ella. Qué vengativa!! Me ha encantao!!
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