sábado, 16 de marzo de 2013

El fantasma de doña María de Ovando


Hoy vuelvo al Convento de San Francisco del Real de Cáceres, para relatar un trágico acontecimiento ocurrido en el siglo XVI.

Portada de la Iglesia Conventual de San Fracisco, Cáceres

Como ya mencioné en la “leyenda de fray Pedro Ferrer y el convento de San Francisco”, su construcción fue sufragada por aportaciones de las familias nobles de la Villa de Cáceres (Aldana, Saavedra, Carvajales o Torres), y de todas ellas una de las que más aportó junto a don Diego García de Ulloa, fue la familia Ovando

Doña María de Ovando, era hija del insigne capitán don Diego de Cáceres Ovando, como compensación por haber costeado la mayor parte del cuerpo de la iglesia, y ofrecerse a costear el retablo del altar mayor y la verja de la capilla, la Orden Franciscana en agradecimiento propuso otorgarle el patronato de dicha capilla , además de seis sepulturas en dicha iglesia y algún que otro privilegio, pero doña María, mujer de fuerte carácter como su padre, no se conformó sólo con eso, y abusando de dicha gratitud, hizo poner el escudo familiar de armas por toda la iglesia, tanto dentro como fuera, inclusive en las capillas patrocinadas por otras familias, llegando a tapar sus escudos y también el escudo real de los Reyes Católicos. 

Exterior de la capilla de los Golfines.

Los nobles benefactores cacereños que habían aportado dinero tanto para la construcción del convento como para sus capillas sepulcrales, protestaron por tan innoble acto de prepotencia de doña María de Ovando, entre ellos don García Golfín, Señor de la Casa Corchada que en representación de la nobleza habló a la comunidad franciscana.

“Esta vil ofensa llevada a cabo por doña María de Ovando, no solo afecta a las nobles familias que represento, menospreciando las aportaciones que nuestros antepasados y ahora nosotros hicimos al monasterio y ultrajando nuestros ilustres linajes, si no que también ofende a la congregación y a la insigne memoria de los Reyes de España.”

“También nosotros creemos que doña María se ha excedido en sus atribuciones, y por ello, dichos actos serán expuestos en el capítulo de la Orden que se celebrará en Salamanca en septiembre de este año de nuestro Señor Jesucristo de 1524.”-Respondió el Padre Franciscano.-  

Claustro del monaterio de San Francisco. (Foto por Zarateman)

Celebrado el conclave, se acordó que se debían quitar todos los escudos colocados en el exterior de la iglesia, dejando solo los del interior, y manteniendo las seis sepulturas para su familia. Y así se lo comunicaron mediante un decreto a doña María de Ovando y a la representación de nobles encabezada por don García Golfín. 

Pero ni una, ni otros quedaron conforme con la resolución, una por que le parecía poco lo ofrecido, y otros porque les parecía mucho, por ello la Orden Franciscana tuvo que enviar a un Provincial con plenos poderes para que dirimiera el asunto, Fray Antonio de Guzmán que tras escuchar ambas partes en audiencia habló:  

“Habiendo deliberado sobre los argumentos expuesto por ambas representaciones, he decidido otorgar a doña María de Ovando, las seis sepulturas que le correspondía en un principio y ordeno quitar todos los escudos que han sido colocados tanto dentro como fuera de la iglesia conventual por doña María de Ovando, esta es mi decisión como Provincial de la Orden.”

Interior del Monasterio de San francisco, Cáceres.

Doña María antes de abandonar el convento, ofendida y enrabietada entre insultos juró vengarse ante los allí presentes.

“Esta humillación a la que he sido sometida no quedará impune.”

Pero ella por ser mujer y de edad avanzada poco podía hacer, por ello ya en su palacio, mandó llamar a su nieto, don Diego Messía de Ovando al que convenció para que tal alta ofensa a la familia Ovando no quedara exenta de venganza. 

“Ese malnacido de Golfín ha puesto a los franciscanos y a los nobles de la Villa en mi contra y ha avergonzado a nuestra familia. Esta ofensa no debe quedar impune.” –Habló doña María a su nieto.- 

“A Dios juro, que esta ofensa en su debido tiempo será saldada, dad fe de ello, abuela.” –Respondió don Diego.-

Patio del claustro de San Francisco, Cáceres

Pasado un tiempo, cuando ya nadie esperaba que las palabras de doña María se convirtieran en hechos, un mañana de misa en la misma iglesia conventual donde había sido ofendida, la mirada de arrogancia de doña María se cruzaba con la mirada de desprecio de don García Golfín, algo se presagiaba. En ese momento, don Diego Messía de Ovando, ante su abuela, los padres franciscano, la nobleza y los feligreses cacereños, asesinaba con premeditación y alevosía a García Golfín, que tras asestarle una puñalada caía desangrándose a sus pies.

“Muere bellaco, reúnete aquí y ahora con tus ancestros.”

Uno de los frailes corrió a socorrerlo, nada se podía hacer, en sus ojos podía verse como la vida se le escapaba y agonizante balbuceaba: 

“Confesión padre, confesión.”

“Ego te absolvo a peccatis tuis in nomine Patris et Filii Spiritus Sancti, ve ahora en paz con nuestro creador hijo.” -Y tras pronunciar el fraile estas palabras le cerró los ojos a don García Golfín, la ofensa había sido cobrada.

Interior Iglesia de San Fracisco, Cáceres (F.I)

Llantos y gritos de horror inundaban la iglesia, mientras don Diego Messía de Ovando era prendido por la guardia.

“Oh, Dios mío los Ovando han dado muerte a don García Golfín.”

“Sacrilegio, es un sacrilegio, lo han matado en suelo santo.” 

Ahora la mirada de doña María de Ovando era de satisfacción y orgullo, se había hecho justicia.

Ante tal acto de sacrilegio llevado a cabo en la iglesia franciscana, doña María se granjeo la enemistad de muchos nobles, villanos y en represalia la Orden Franciscana le quitó las sepulturas concedidas.

En la Villa, nada volvió a ser igual desde aquel trágico hecho. Doña María vivía ahora casi recluida en su palacio ubicado extramuros, en la casa de los Messía o casa de los trucos. Pero ella siguió litigando por lo que consideraba suyo por derecho hasta que le llegó la hora de su muerte, y en ese momento la Orden devolvía a la familia Ovando las seis sepulturas concedidas inicialmente en la iglesia conventual.

Casa de los Messía o de los trucos, Cáceres.

Por fin, doña María de Ovando descansaba sepultada en la capilla mayor de la iglesia que tanto había ansiado y merecido según ella, por sus aportaciones al convento de San Francisco y la Orden Franciscana. Pero no descansaría en paz, pues contaban los frailes del convento que meses después de su muerte, en noches de vigilias solían ver deambulando por la iglesia conventual el fantasma de una mujer vestida de negro, era el espectro de doña María de Ovando que aun descansando en suelo santo, debido a su sacrílego crimen y a su arrogancia con la iglesia estaba condenada a vagar en busca del perdón de sus actos. E incluso otros frailes creían ver el espíritu de doña María troncado en una lechuza que por las noches se adentraba en la iglesia arañando y picoteando los escudos de los Golfines y Ulloas.  

Más leyendas son y así te las he contado, gracias y hasta la próxima.


Escrito por: Jesús Sierra Bolaños

Fuentes Consultadas:
       -“Ayuntamiento y familias cacerenses.” Publio Hurtado.    
      -“Aportaciones inéditas del Monasterio de San Francisco El Real de Cáceres” José A. Ramos Rubio y Vicente Méndez Hernán.
    -“Leyendas del Monasterio de San Francisco de Cáceres” Ricardo Hurtado.

2 comentarios:

  1. Como se las gastaban las cacereñas, medievales vaya con Maria deOvando, por ella el nieto en la carcel, don Garcia de Golfin muerto;y encima se salió con la suya y sus sepulturas. Tan buena historia como las demás me encantan.

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  2. La virgen, cualquiera se metía con ella. Qué vengativa!! Me ha encantao!!

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