sábado, 20 de julio de 2013

El incidente de la guitarra.



            Como toda Villa que se precie, Cáceres tuvo sus altercados callejeros.

Callejuelas de Cáceres.

            Uno de aquellos incidentes ocurrió una noche de verano del año 1.534, por las calles de la villa andaba de jarana el noble Juan de Ulloa junto con otros amigos. Mientras unos cantaban, Juan de Ulloa tocaba alegremente la guitarra. Quizás fueran a rondar alguna moza o solamente se divertían en una noche calurosa del mes de agosto, sea cual fuese su objetivo en su camino se toparon con Francisco de Villarreal, Teniente de Corregidor de la Villa,  bien por haber sido requerido por algún vecino o por encontrándose haciendo la ronda nocturna, éste al ver el alboroto que iban montando les increpó por ello.

            “Váyanse vuestras mercedes a sus casas que no son horas de andar cantando por las calles desvelando a los vecinos” –Habló el Teniente.-

            Estos haciendo caso omiso de sus palabras continuaron con su fiesta y jolgorio. El Teniente molesto, se interpuso en su camino y amparado por su espada alzó más sus palabras e intentó arrebatarle la guitarra al de Ulloa.

            “Por las buenas o por la malas, váyanse a dormirla o serán arrestados por orden de la justicia real.”- Vociferó el Teniente-

            Un intercambio de palabras, reproches e insultos se produzco entre ambos nobles, llegando a la humillación del de Ulloa.

            “Este ultraje no quedará así, no sabes tú con quien estás hablando.” –Respondió el de Ulloa mientras se alejaba agarrado por sus amigos de romería.-
 
Calle adyacente al Arco de Santa Ana (Cáceres)

           Al cabo de unos metros, ya fuera de la vista del Teniente, el joven Ulloa se detuvo.

            “Soltadme,-recriminó a sus acompañantes- os he dicho que me soltéis.”
 
Gruñendo y maldiciendo se acercó a su criado Martín Gallego y le dijo: “Ve a casa de Pedro Rol,-amigo de correrías de Ulloa- y pídele que prestarme debe armas y no digas nada mas si te preguntan, corre que aquí espero.”

Corriendo Martin llegó a su destino y golpeó con fuerza la aldaba de la puerta del palacio de los Rol. Luces se encendieron en su interior al rato y un criado abrió el portón.
“¿Quién sois? Y ¿Qué queréis a estas horas?” –Preguntó.-

“Soy Martín, el criado de Juan de Ulloa y vengo a pedirle a tu señor don Pedro armas para mi señor don Juan.”

Martín es recibido por don Pedro, al cual le reitera la petición de su señor, y asintiendo don Pedro con la cabeza, ordena al esclavo de su padre, de nombre Bautista, se haga cargo de sus peticiones.

“Dadle lo que pide e id con el.”

Era costumbre que al abandonar la villa después de una noche de farra el de Ulloa pidiera armas a su amigo Pedro Rol e incluso algún criado que le escoltara.
 
Palacio de la Generala, residencia de Pedro Rol.

Al cabo de una hora Martín Gallego acompañado de Bautista y portando las armas regresa al lugar donde había dejado a su señor.

“Aquí tenéis mi señor lo que habíais solicitado.” –Dijo el criado entregando las armas al de Ulloa.-

“¿Les has hablado del altercado? –Pregunta Juan de Ulloa.-

“No, mi señor, como es costumbre cree que es para abandonar la villa.”

“Vayamos pues, tenemos cuentas que ajustar.”-Respondió Juan de Ulloa.-

Ya armados Juan de Ulloa junto a sus criados se dirigieron a la casa del Teniente. Una vez allí el plan era sencillo, entrar y darle un escarmiento por la humillación.

Desenvainaron sus espadas y dagas y llamaron a la puerta. Un criado abrió las puertas y antes de que este hablara ya estaba el de Ulloa dirigiéndose raudo hacia las habitaciones donde se hallaba el Teniente.

“Aquí está venid” –Gritó el de Ulloa.-  “Ahora pagarás por mi humillación.”
 
Abalanzaronse sobre el propinándole golpes y puñetazos, ya mal herido le escupieron y abandonaron la casa antes de que los criados regresaran con el alguacil.

Según consta en los informes, aquella noche Juan de Ulloa junto con otros personajes, allanaron la casa del Teniente, “lo deshonraron de palabra y le dieron dos o tres palos.” 
 
Fachada del Convento de Santo Domingo (Cáceres)

En aquellos tiempos una agresión a un representante de la justicia era un delito muy grave, y para esclarecer tales hechos fue enviado a Cáceres por parte de la corona el licenciado Pedro Girón, Alcalde de Casa y Corte, pero cuando el juez llegó a la villa los principales implicados en los hechos ya habían huido de esta, inclusive el caballero Pedro Rol que aunque no había participado personalmente, temía que le hicieran también responsable de la agresión.

            El licenciado Girón, ante la huida de los agresores,  condenó en rebeldía a penas de muerte y confiscación de la mitad de sus bienes a Ulloa, a Pedro Rol, a Gallego y a Bautista; y a otro criados a diversos castigos por cumplir las órdenes de los anteriores.”

            El día 10 de marzo de 1.535 Pedro Rol regresa furtivamente a la Villa de Cáceres y a cogiéndose a sagrado, (las iglesias, conventos y cementerio estaban acogidos a sagrado, por lo tanto no respondían ante la justicia de los hombres, si no ante la divina) el Vicario Álvaro de Paredes le toma declaración bajo juramento de los hechos acaecidos la noche de autos, declarando su inocencia y su ignorancia del fin de las armas prestadas a Ulloa. También fray Jerónimo de Loaysa, Vicario y Prior del convento de Santo Domingo, perdonó a Rol y a los criados que habían participado, excluyendo a Juan de Ulloa y a su criado Martín Gallego que había huido al reino de Portugal.

            Por estas razones y las argumentadas en el informe del licenciado Girón, en el cual reconocía que no se pudo probar que Pedro Rol participara en el delito ni que conociera el destino de las armas, la reina en real cédula firmada en Madrid el 30 de septiembre de 1.535, le conmutó la pena de muerte por la de destierro de un año de Cáceres y sus arrabales, “por no haber tenido participación directa en la agresión, por vra poca hedad, y a pesar de que andais ausentado de la dicha villa desde hacía mas de un año.”

            Mas no tuvo que viajar mucho Pedro Rol para cumplir dicha pena, pues el 17 de octubre de 1.535 se hallaba cumpliendo su destierro en el monasterio de San Francisco de Cáceres, “que está situado fuera de la villa y sus arrabales.”
 
Portería del Convento de San Fancisco (Cáceres)

           Pero este no fue el único incidente en que se vio envuelto Pedro Rol, años más tarde fue nuevamente condenado a destierro (en sentencia no firme y apelada) junto con otros caballeros de la familia Ovando por haber salido armados el día en que mataron a Antonio de Ovando. Y ya en 1.558 fue mandado encarcelar en la misma villa de Cáceres junto a Francisco de Ovando y Juan de Ovando de Perero por Garci Pérez de Manzanedo, Alcalde de Corte de la Chancillería de Granada, y Juez de Comisión en relación de imputado por la muerte de Juan Gordo y quita de Francisco de Saavedra y Pedro Cano, saliendo nuevamente indemne.  Así era la justicia para los ricos y así sigue siendo.

            Pedro Rol, llegó a ser Regidor perpetuo de Cáceres y su primer Alférez Mayor perpetuo por juro de heredad en 1.566, y en 1.574 compró a Felipe II, los derechos y privilegios de la alcaidía del castillo de Valencia de Alcántara.

Pedro Rol de la Cerda falleció en Aliseda 26 de febrero de 1.580.

Otros hechos se produjeron en la villa en los cuales andaba por medio la Santa iglesia y que terminaría con la excomulgación de las autoridades cacereñas, pero eso será otra historia.

Gracias y hasta la próxima.

Escrito por: Jesús Sierra Bolaños

Fuentes consultadas:
-          “La casa de Ovando.” José Miguel de Mayoralgo y Lodo
-          “Cáceres resumen de la historia local.” Antonio Rubio Rojas

sábado, 6 de julio de 2013

Monumentos desaparecidos: La Puerta de Mérida.




Como ya mencioné en una historia anterior, a lo largo de los años han ido desapareciendo en Cáceres numerosos monumentos, palacios o edificios con mucha historia en sus piedras, unos se han ido rehabilitando y transformando, pero otros por caprichos incomprensibles de personajes influyentes que apoyados por los políticos de turno, acabaron con la historia milenaria de dichos monumentos. En esta sección me ocuparé de ellos.
 
Ubicación de la desaparecida Puerta de Mérida.

En el Cáceres romano había cuatro puertas por las cuales se accedía a la ciudad, de todas ellas la única que queda es la llamada Puerta del Rio o arco del Cristo, las otras fueron derribadas.

La primera en desaparecer es la Puerta de Mérida, que daba acceso a la ciudad por el lado meridional, y que debía ser muy similar a la del Arco del Cristo. La Puerta de Mérida permaneció en pie hasta el año 1.751, año que fue derribada por el concejal Pablo Becerra de Monroy. ¿Por qué?

Bien, pues el mencionado concejal lo que quería era construir su palacio “al pie del arco (puerta de Mérida) saliendo de la villa a la derecha”, y aprovechando que algunos vecinos se habían quejado reiteradamente que la entrada por aquella puerta era estrecha para los carruajes, “introducido los coches y algunas galeras, estando (el arco) frente a la casa de los Arias, da poco lugar para tomar los coches la buelta, pues es sumamente encorvada”, solicitó al Concejo derribar la puerta, la torrecilla que la defendía y parte de la muralla, con la condición que pudiera utilizar aquellas piedras  para la construcción de su palacio.


 
Calle adyacente a la Puerta de Mérida.

Dicho y hecho, primero derribó el arco romano de la puerta porque según decía no tenía “la más leve recomendación de alguna cosa particular de la antigüedad, como es aver entrado algún héroe, aver sido por el que conquistaron esta villa sus ciudadanos o otra cosa semejante.” Luego derribo la torre adosada: “por cuanto la entrada y salida de dicho sitio todavía quedaba estrecha para los coches y carretas.” Y por último, parte de la muralla que aconsejado por “los médicos (que) me lo an aprobado por muy útil a la salud pública…pues la muralla impide el aire norte tan apreciable para la salud de un país tan cálido (como Cáceres),” y también porque afeaba la vista de “todo lo que se puede alcanzar por toda la hermosa rivera, los hermosos campos de guadiloba hasta las sierras de Plasencia…”

Por todo estos “supuestos negativos” los ediles cacereños por unanimidad aprobaron y dieron visto bueno al derribo, que además les iba a salir gratis. Se le fue concedido por Real Provisión de Fernando VI dada en Madrid el 19 de diciembre de 1.751.

Con el aberrante derribo de la Puerta de Mérida se fue parte de la historia y la leyenda de Cáceres, de sus ilustre y anónimos personajes que pasaron por ella, de la sangre de los defensores que la protegieron y de las vivencias que allí ocurrieron, y todo por un palacio que jamás se llegó a construir.

Puerta romana del Rio o del Cristo (Cáceres).

La parte positiva de esta historia es que durante las obras que se hicieron en el corral de los Monroy apareció una inscripción en una lápida de tres cuartas de ancho y una vara de alto (hoy desaparecida) donde se leía  COL.NORB.CAESARIN,  primera prueba historiográfica de que Cáceres fue en época romana Norba Caesarina.

Hoy en día el único vestigio que queda de la Puerta de Mérida es una hornacina que estaba situada sobre el arco, lugar donde estuvo situada la imagen del Nazareno, divinidad que protegía la puerta en épocas cristianas.

Gracias, y hasta la próxima.


Escrito por: Jesús Sierra Bolaños

Fuentes Consultadas:

-          Archivo Municipal de Cáceres. Libro de acuerdos municipales nº33.
-          “Noticias históricas de Cáceres.” Simón Benito Boxoyo.
-          “Cáceres. Ciudad histórico-artística.” Antonio Rubio Rojas.
-          “Paseo por la eternidad.” Francisco Acedo.
 

sábado, 22 de junio de 2013

El asedio de don Nuño Álvarez Pereira a la Villa de Cáceres


Don Nuño Álvarez, (litografía por Charles Legrand)

Las murallas de la Villa de Cáceres han sufrido a lo largo de la historia numerosos ataques: romanos, árabes, cristianos y gentes de otros reinos intentaron asaltar sus muros, pero estas recias y altivas murallas y torres cacereñas sólo sucumbieron ante los más grandes guerreros.

Unos de esos intentos de tomar la Villa ocurrió en el siglo XIV, en aquella época se produzco la llamada crisis portuguesa, que duró desde el año 1.383 hasta el año 1.385. Fueron unos años convulsos provocados por la muerte sin descendencia directa del rey de Portugal don Fernando I.

El reino de Portugal se dividió en dos facciones, los que apoyaban al rey de Castilla Juan I que estaba casado con la única hija del soberano portugués, Beatriz de Portugal, que pretendía unificar los dos reinos bajo su persona; y los que apoyaban al portugués don Juan de Avis, medio hermano del fallecido monarca y Maestre de la Orden de Avis, que pretendía seguir manteniendo la independencia del reino.

Don Juan I de Castilla.                  Don Juan de Avis.

Durante aquellos años habrá numerosas incursiones por parte de ambos reinos en territorios enemigos, con la intención de ir anexionándose ciudades y apoyos para sus propios intereses.

El primer enfrentamiento bélico se produzco en el año 1.384, en la batalla de Atoleiros, en donde las tropas portuguesas en número inferior a las tropas castellanas, vencieron gracias a la gran maniobra táctica empleada por el capitán portugués Nuño Álvarez Pereira, que tras ganar esta batalla es nombrado Condestable de Portugal por Juan de Avis.
Desde aquella batalla las incursiones van a ser continuas, balaceando la victoria hacia uno u otro bando.
 
Disposición de las tropas en la batalla de Atoleiros (F.I.)

En el año 1.397, en represalia a una incursión llevada a cabo en tierras lusas por el ejercito castellano al mando del Maestre de Santiago, don Lorenzo Suarez de Figueroa, el Condestable don Nuño Álvarez Pereira manda reunir en la ciudad portuguesa de Villaviciosa a un ejército de caballeros y capitanes, con 700 lanceros y 7.000 soldados de a pie. Allí tras pasar revista a sus tropas y arengarlas con un discurso patriótico, al toque de trompeta se encaminan a cruzar la frontera castellana, su misión: la toma de la Villa de Cáceres.

A su paso el ejercito portugués va arrasando villas, aldeas y castillos desde la ribera del Tajo hasta su llega a los muros de la villa de Cáceres. Saquean, queman y destruyen todo cuanto pueden, el ganado y los alimentos son confiscados y los hombres en edad lucha apresados, el terror asola la comarca.

Se apodera de Alburquerque, de Aliseda que andaban en feria cuando fueron atacados y poco o nada pudieron hacer sus pobladores, quedó Aliseda tan destruida y asolada (sólo cinco casas se salvaron de la quema), que hasta 1426 con la ayuda del Concejo de Cáceres no pudo volver a prosperar. 
 
Batalla de Aljubarrota (F.I.)

La voz de alarma recorría los caminos, los habitantes de las aldeas y las villas al tener noticias de la llegada del ejército portugués, huyen en busca de refugio hacia los castillos y recintos amurallados más próximos, abandonando sus casas, ganados y sus exiguas pertenecías.

El ejército portugués se halla ya cerca de su objetivo principal, está atacando los Castillos de las Seguras y Los Mogollones que son parcialmente derruidos. Llega la noche, y tras tres días de marcha, el contingente luso acampa en los alrededores de los castillos atacados.

Mientras la Villa de Cáceres enterada de la llegada del ejercito, organiza sus defensas, al mando está Vasco Porcallo, buen guerrero y conocedor de Juan de Avis, pues este portugués asentado hacia unos años en Cáceres, había sido Comendador Mayor de la Orden de Avis, pero había tenido que huir de Portugal temiendo por su vida debido a las conjuras conspirativas urdidas por Leonor Téllez de Meneses, esposa del fallecido rey Fernando I de Portugal, pasándose a las ordenes del rey de Castilla.

Escudo heráldico de Porcallo.(F.I.)

Sin tiempo de reponer las fuerzas, al amanecer del día siguiente las tropas lusas al mando del Condestable Nuño Álvarez Pereira, emprenden el camino hacia las murallas cacereñas. En su trayecto toman Arroyo del Puerco (actual Arroyo de la Luz) y acampan en los arrabales de las murallas cacereñas, los habitantes de los pueblos cercanos huyen raudos a refugiarse tras la cerca almohade de Cáceres, pero no todos lo consiguen, desde lo alto de sus murallas los cacereños ven como las avanzadillas portuguesas hacen prisioneros aquellos rezagados aldeanos.

La rabia ante el maltrato que recibían aquellos vecinos que eran apresados, enardecía los ánimos de los soldados cacereños, que inferior en número y en armas pero con coraje y valentía abandonaban el interior de la plaza haciendo frente a los caballeros portugueses ocasionándoles graves pérdidas, protegiendo así a los aldeanos hasta una zona segura a tiro de arco de los arqueros cacereños.

El Concejo reunido con Vasco Porcallo, deciden que aquel maltrato de a los indefenso aldeanos debe parar, para ello piden voluntarios entre los caballeros, para ir al encuentro del capitán portugués y pactar un trato digno, muchos dan un paso adelante mas sólo unos pocos son los elegidos.

Muralla y torre de Los Pozos, Cáceres.

Al caer el día, por unas de las puertas de la Villa, la denominada puerta de Mérida, diez caballeros salen a caballo ocultos tras la noche, su misión llegar hasta el capitán portugués. Al acercarse al campamento son apresados y piden hablar con el Condestable don Nuño Álvarez Pereira, y a su presencia son conducidos.

“¿Cómo habéis podido llegar hasta aquí sin permiso de parlamento?” –Habló don Nuño.-

  “Señor, caballeros somos y a vuestra caballerosidad apelamos.” –Respondió el portavoz de los caballeros.-

“Decidme pues, ¿qué deseáis de mi?”

“Conocer a tan ilustre capitán y pedirle que mal tratados no sean los prisioneros y sobre todos las mujeres, pues aldeanos son y no soldados.”

“Así se hará, y mi promesa tenéis. Mas ahora, ¿queréis cenar en mi mesa, pues de todo tenemos?- Dijo don Nuño.-

“Agradecidos estamos, pero lo único que deseamos es paso libre hasta nuestra Villa.” –Respondiese el caballero.-

“Partid pues e id con Dios.”

Y los caballeros abandonaron el campamento dirección a la villa.
 
Los días pasaban, y día tras día el posicionado ejército portugués atacaba las murallas de Cáceres, todos los intentos de asalto resultaron inútiles, la inexpugnable murallas permanecía en pié, y sus habitantes aguantaban estoicamente, sin viso alguno de flaqueza, hambruna y sed.
 
Muralla y torre de la Yerba, Cáceres

Al no poder tomar la plaza de Cáceres, la desilusión y el fracaso empezaban a hacer mella en las tropas lusas y temeroso también de que fueran ellos sitiados por las fuerzas castellanas que avisadas estaban en camino, ordenó quemar y arrasar los arrabales cacereños, así como saquear el ganado de todos los alrededores. Frustrados sus intentos de conquista de la Villa, don Nuño Álvarez Pereira levanta el campamento y manda marchar de vuelta hacia Portugal, no sin antes escuchar desde los adarves de la muralla la jocosa y despectiva frase que los cacereños le repetían alegremente recordándole su fracaso:

“Nam vos valeo nada voso madrugar, Nuno Madruga.” 

En el año 1.411 Portugal y Castilla firman la paz mediante el tratado de Ayllón. 

En 1.422 don Nuño Álvarez Pereira abandona la carrera militar y entra a vivir al Convento de Nuestra Señora del Carmen de Lisboa que el mismo mandó construir, se desprende de todos sus bienes repartiéndolos una parte a sus herederos y otra entre los pobres y huérfanos, igualmente dona sus tierras a quienes la cultivaban y a monasterios. Fue canonizado por Benedicto XVI en 2009 y conocido desde entonces como San Nuno de Santa María.

Más leyendas son y así te las he contado, gracias y hasta la próxima.


Escrito por: Jesús Sierra Bolaños

Fuentes Consultadas:
-          “Castillos, torres y casas fuertes.” Publio Hurtado.
-          “Castillos de Extremadura: Tierra de conquistadores.” Gervasio Velo y Nieto.
-          “Ayuntamiento y familias Cacerenses.” Publio Hurtado