Mencía de los Nidos (F.I.) |
Poco se sabe y se conoce de las primeras españolas que
pasaron al Nuevo Mundo, pues fueron obviadas tanto por cronistas como por los
propios conquistadores, pero la mayoría de ellas llegaron a las Américas para
colonizar o sea, para inculcar los modos y costumbres culturales, familiares y
de convivencias españolas. Aunque otras antes las adversidades que se
encontraron destacaron como heroínas, y una de ellas fue la cacereña Mencía de
los Nidos.
La
familia de los Nidos era hidalgos pertenecientes a la pequeña nobleza cacereña.
En la actual calle Tiendas tenían su casa familiar Francisco de los Nidos y
doña Beatriz Álvarez Copete, que trajeron al mundo sietes hijos, Hernando
Alonso de los Nidos, Gonzalo de los Nidos, Francisco de los Nidos, María de los
Nidos, Mencía de los Nidos, Juana Copete de Sotomayor y a Jerónimo de los
Nidos. Casi todos ellos emigraron a las Américas en el siglo XVI.
Mapa de Sur-américa en 1592 (Theodore de Bry) |
El
primero de los hermanos en pasar a las Américas, fue Hernando Alonso de los
Nidos en el año 1527, donde formó asiento en la nao de Cristóbal de Arezo, en
donde se le pierde la pista. Un año más tarde Gonzalo de los Nidos pasa por
primera vez en la nao de Andrés de Campo con destino a Nicaragua, y desde allí
parte hacia el Perú en 1532, donde llegó a estar en Jauja junto a Pizarro. En
1537 es nombrado Regidor de Cuzco (Perú), donde se le une su hermano Francisco
en el año 1542, aunque por poco tiempo pues Francisco moriría en la Batalla de
Chupas, donde en una guerra civil se enfrentaron los llamados pizarrista
(fieles a los hermanos Pizarro) y los almagrista (fieles a Diego de Almagro),
ambos conquistadores españoles, pero esa historia quizás la cuente otro día.
Gonzalo
tiene que regresar a España a responder sobre la muerte de un compatriota y
cuando vuelve a partir hacia las indias en el año 1544 se lleva con él a sus
hermanas Juana y a nuestra protagonista
Mecía de los Nidos.
Mencía
había nacido en Cáceres entre los años 1514 y 1518, donde se crió y creció
hasta que partió con sus hermanos rumbo a Panamá de donde pasó al Perú. En el
1548, tras el ajusticiamiento a muerte de su hermano Gonzalo junto a otros
pizarristas, puso rumbo a Chile, donde se instaló en la ciudad de Concepción
años después.
Pero antes de relatar la historia de esta singular
heroína cacereña en tierras chilenas, debemos conocer algo de la conquista de
Chile o Nueva Extremadura como fue llamada.
Pedro de Valdivia de Federico de Madrazo |
Fue
iniciada en el año 1540 por Pedro de Valdivia, natural de la zona de la Serena
(Badajoz), que partió del Perú con un ejército de once soldados, amigos todos ellos, pero que en su
camino de descubrimiento y conquista se le unieron muchos otros soldados. A
Valdivia le acompañaba su amante en tierras americanas Inés de Suarez, pues
Valdivia estaba casado y su mujer residía en España. Inés de Suarez nacida en
Plasencia (Cáceres) fue la primera mujer en pisar tierras chilenas, y otras de
las heroínas de la conquista, de la que otro día escribiré.
En
1541 fundaron Santiago de Nueva Extremadura, capital y punto de partida de sus
expediciones hacia un sur de Chile inexplorado. En una de sus incursiones funda
en el año 1550 la ciudad de la Concepción de María Purísima del Nuevo Extremo, en
la cual Valdivia dio solares a los soldados que le acompañaban y que allí
serían vecinos. Delineó la plaza de armas, donde plantó una cruz, el
ayuntamiento, la iglesia y las cárceles, además de construir casas
provisionales para quienes les acompañaban.
Fundación de Santiago por Pedro de Valdivia de Pedro Lira |
En
1554 hallándose el lugarteniente de Valdivia, Francisco de Villagra, con sus
soldados en tierras del sur, cerca del rio Ralhue, donde se disponía a fundar
un nuevo asentamiento por comisión de este, recibe un correo donde se le
informaba de la derrota y muerte de Pedro de Valdivia en el fuerte de Tucapel
donde había acudido a socorrerlos con unos cuarenta soldados que había reunido.
En
la batalla de Tucapel 6.000 mapuche armados de mazas, lanzas, macanas, hondas y
arcos, al mando de un joven líder Lautaro, que había estado al servicio de
Valdivia durante 6 años, y que ahora no sobre pasaba los 18 años, derrotó a un
experimentado guerrero Pedro de Valdivia de 56 años. El plan estratégico que ingeniosamente
había elaborado y coordinado, consistía en aprovechar el terreno favorable para
atacar en sucesivas oleadas de escuadrones a los españoles, sin darles tregua
ni descanso a hombres y caballos. Así consigue derrotar a las bien equipadas tropas
españolas que contaban con corazas, armas de fuego y caballos, apoyados además por
1.000 o 2.000 yanaconas (indios al servicio de los españoles).
Guerra de Arauco de Gerónimo de Bibar |
Tras
varias horas de lucha, y con la batalla perdida las trompetas de Valdivia tocan
retirada para los pocos sobrevivientes que quedan, pero Lautaro lanza una nueva
ofensiva tras los fugitivos españoles que con los caballos extenuados van
cayendo uno a uno. Sólo logran escapar Valdivia, su traductor el yanacona
Agustinillo y el clérigo Pozo, pero a pocos metros sus caballos caen en una
ciénaga donde son derribados y apresados por los mapuches. Arrastrándolos, son
llevados ante la presencia de la Lautaro y sus caudillos, allí el yanacona
Agustinillo es el primero en morir descuartizado, después les llegaría el turno
al padre Pozo y a Valdivia que de un golpe de macana fue derribado, su corazón fue
arrancado de su pecho, dividido en pequeños trozos y devorado por los caciques
mapuches, mientras que su cabeza cercenada era clavada en una pica y paseada
por los nativos por todo su campamento.
Todos estos hechos fueron narrados poco tiempo
después por indígenas que participaron en la batalla pues no hubo ningún superviviente
español.
Últimos momentos Valdivia . Grabado del siglo XIX |
Enterado
Francisco de Villagra de la muerte del gobernador, repliega inmediatamente sus
huestes hacia el norte y en su camino de regreso en la ciudad de Valdivia es
elegido por el cabildo (ayuntamiento) Justicia Mayor y Capitán General de la Gobernación
al mando de las tropas de guerra. En Valdivia deja sesenta soldados para su
defensa y sigue hacia la Imperial y después hacia la ciudad de Concepción.
Cuando
llega Concepción se encuentra además de los colonos que la habitaban, con
alrededor 230 soldados bien equipados. Pero lejos de reagruparse y quedarse a
defender la ciudad a la espera de refuerzos desde Santiago, Villagra con ansias
de venganza une a sus filas a 154 soldados de los que defendían la ciudad,
treinta arcabuces, baluartes portátiles para protegerlos de las flechas y seis
cañones. Y dejando una ciudad temerosa e indefensa en manos una pequeña guarnición
de sesenta hombres, además de ancianos y mujeres, parte en busca de los
araucanos.
Pero
en Marigüeñu (al sur de Concepción) la suerte de los españoles iba a ser la
misma que en Tucapel, los araucanos con Lautaro al mando del ejército más
numerosos que jamás habían reunido (entre 40.000 y 15.000 según las crónicas) y
con la misma estrategia de Tucapel derrotaron a un Villagra que estuvo siempre guerreando
con gran coraje en primera línea de batalla. Pero tras ocho agotadoras horas
peleando, y habiendo abatido a cerca de 2.000 araucanos, exhaustos por el
esfuerzo, sin agua y con la perdida de la artillería, Villagra tocó retirada,
el pánico se hizo presa entonces de los supervivientes, que ignorando las ordenes
de su capitán huyeron en desbandadas.
Mapa de las Batallas de Lautaro (F. Legión Andina) |
Cerca
del rio Biobío, Villagra logro reunir a los pocos supervivientes que desarmados
y malheridos iban llegando, y cruzándolo en unos maderos marcharon de vuelta a Concepción,
solo sesenta y seis llegaron.
El
caos y el pánico ante las derrotas infligidas recorrió pronto la ciudad cuando
llegaron y más cuando vieron entrar en ella a las maltrechas tropas de
Francisco de Villagra, aquellos hombres que habían salido triunfales llegaban
ahora heridos, desfigurados, con los ropajes raidos, ensangrentados como los
pocos caballos que traían y sin apenas armas, e incluso Villagra era apenas
reconocible por los suyos por sus heridas.
Cuando
todos se estaban preparándose para defender la ciudad, armándose unos y atrincherándose
otros, se corrió la voz de que los mapuches iban a cruzar el rio Biobío. Villagra
aprovechando el terror que se había desatado instó al cabildo a abandonar la
ciudad. Decidido, reunió en la plaza a la población y dirigiéndose a ellos ordenó
su desalojo. Pensaba mas Francisco de Villagra en aquel momento en reclamar en
Santiago para sí el titulo de gobernador dejado por Valdivia que en defender
las tierras y los enseres de los habitantes de Concepción.
Lautaro liderando sus tropas (F.I.) |
Mencía
de los Nidos que se hallaba postrada en una camada en su casa a causa de una
enfermedad, al escuchar el tumulto y la algarabía que se formó en la plaza, tomó
fuerzas de flaqueza y agarrando escudo y espada, salió hacia ella. Cuando llegó
se abrió paso entre la multitud que agitada allí se agolpaba y llegando hasta
el mismísimo Villagra encarase con él y reprochándole su falta de valentía y
valor le espeta:
“Señor general, pues vuestra merced quiere nuestra destrucción sin
tener respeto a lo mucho que perdemos todos en general, si esta despoblada es
por algún provecho particular que a vuestra merced resulta, váyase vuesa merced
en hora buena, que las mujeres sustentaremos nuestras casas y haciendas, y no
dejarnos ansí ir perdidas a las ajenas, sin ver por qué, mas de por una nueva
que se ha echado por el pueblo, que debe haber salido de algún hombrecillo sin
ánimo, y no quiera vuesa merced hacernos en general tan mala obra.”
Grabado de Villagra (F.I.) |
Denunciando
así públicamente la cobardía de Villagra y de los que le seguían en su huida, Mencía
enferma pero con gran valentía e ímpetu arengó a la población para que no huyeran
deshonrosamente hacia Santiago, si no que defendieran sus tierras y bienes hasta
la muerte si hiciera falta, aquel coraje de aquella mujer cacereña que no
dudaba en enfrentarse al mismísimo Lautaro cara a cara, enalteció a las mujeres
de Concepción. Pero Villagra estaba decidido a abandonar la ciudad a su suerte,
y aduciendo que los militares y las armas de las que disponían eran
insuficientes ordenó su desalojo.
Aquella
heroína cacereña con más coraje que los propios militares trató en vano evitar
el abandono y el posterior saqueo y quema de la ciudad. Pues aquellos que en un
principio se habían unido a ella para defender Concepción al ver como Villagra
hacía caso omiso de aquellas aguerridas palabras y abandonaba precipitadamente la
ciudad junto a sus soldados y la mayoría de los habitantes de Concepción que cargaban
las pocas posesiones que podían salvar, bien por miedo o bien por cobardía los
que antes la apoyaban se unieron a ellos. Tuvo entonces con gran rabia que
desistir en su intento de defender la ciudad. Afligidos y llorosos las mujeres,
niños, ancianos y todo aquel que no pudiera caminar fueron colocados en la dos
embarcaciones que había y marcharon por mar, el resto partieron hacia Santiago
a pie o caballo.
Bahía de Concepción en 1620 de Bry. |
Pero los mapuches no habían cruzado el rio,
estaban saqueando lo dejado por los españoles en el campo de batalla de
Marigüeñu y celebrando su victoria. Y sólo varios días después Concepción fue
saqueada sin resistencia alguna y reducida a cenizas por las huestes de
Lautaro.
Mencía
de los Nidos, tras haber estado casada dos veces moría sin descendencia el 6 de
enero de 1603 en Santiago de Chile, dejando todos sus bienes a su sobrino nieto
el capitán Luis Monte de Sotomayor de Cáceres. Fue enterrada en el Convento de
la Merced de Santiago de Chile.
Alonso de Ercilla y Zúñiga de El Greco |
El
poeta Alonso de Ercilla y Zúñiga, le dedicó toda oda a su valentía y coraje, en
el Canto VII (octavas 20-31) de su obra “La
Araucana”.
Doña Mencía de Nidos, una dama
noble, discreta, valerosa, osada,
es aquella que alcanza tanta fama
en tiempo que a los hombres es negada:
estando enferma y flaca en una cama,
siente el grande alboroto, y esforzada
asiendo de una espada y un escudo,
salió tras los vecinos como pudo.
….(sigue)
Pero con más dolor doña Mencía,
que dello daba indicio y muestra clara,
con la espada desnuda los impedía,
y en medio de la cuesta y dellos para.
El rostro hacía la ciudad vuelto decía:
“Oh valiente nación, a quien tan cara
cuesta la tierra y opinión ganada
por el rigor y el filo de la espada!
…(sigue)
En Cáceres el
valor de esta aguerrida cacereña en tierras chilenas, permanece desconocido y olvidado,
aquella mujer de la que el capitán Alonso de Góngora Marmolejo escribió:
“Que si esta matrona fuera en tiempo que
Roma mandaba el mundo y le acaeciera caso semejante, le hicieran templo donde
fuera venerada para siempre.”
Solamente una calle en Cáceres hace referencia al noble
linaje de los Nidos, la calle Nidos, cerca de la plaza Mayor.
Pero
así es la historia, gracias y hasta la próxima.
Escrito por: Jesús Sierra Bolaños
Fuentes Consultadas:
- “Historia de Chile desde sus descubrimiento hasta el
año 1575.” Alonso de Góngora Marmolejo.
-“La Araucana.” Alonso de Ercilla y Zúñiga
-“Historia General
de Chile II.” Diego Barros Arana
-“Historia de Chile. Cronología general de Chile”
Francisco Antonio Encina
-“Historia de Concepción.” Guillermo Coz y Méndez.
-“Doña Mencía de los Nidos.” José de Rújula y de
Ochotorena y Antonio del Solar y Taboada.
-“La familia de doña Mencía de los Nidos. Heroína
Cacereña.” José M. de Mayoralgo y Lodo.
-“Paseo por la eternidad.” Francisco Acedo
Historión!! Cómo te lo curras! Las cacereñas es que somos mu cojonudas!!
ResponderEliminarMe gusta tu blog porque me transporta a un caceres innimaginable gracias a estas entradas tan curradas.
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