Ataque berberisco de Simonsen Nils (F.I.) |
Antes que el rey Felipe III ordenara en el año 1609 la expulsión de los más de 300.000 moriscos (musulmanes españoles que, tras la conquista de Granada, fueron obligados por ley a convertirse al cristianismo mediante el bautismo), era Hornachos (Badajoz) una villa económicamente rica y próspera, que llegó a ser Cabeza de Partido por orden de los Reyes Católicos en siglo XV. Poseía una agricultura variada, con huertos, viñas, colmenas, y ganadería, complementada con la artesanía y la explotación de sus minas de hierro y plata. Nunca pensaron aquellos hornacheros, agricultores, pastores y artesanos, el vuelco que la vida les tenía preparado en un futuro no lejano, y que les llevarían a convertirse en una de las comunidades corsarias más temidas por las naciones europeas de su época.
Y fue tras la política de
conversión llevada a cabo desde el 1502 por el cardenal Cisneros, política de conversión
o exilio por la cual los mudéjares pasaban a ser cristianos, religiosa y
jurídicamente, teniendo los mismos derechos y obligaciones que cualquier otro
cristiano. Cuando Hornachos fue considerado como el último reducto del Islam en
Castilla, siendo el 95% de su población moriscos bautizados.
El porqué de tan alta
densidad de moriscos en Hornachos, más de 2000 individuos entre mudéjares
antiguos, unos autores apuntan a la idea de la sumisión, argumentando que durante
la reconquista estos pueblos de la Extremadura, se habían rendido sin entablar
batalla a los distintos monarcas cristianos, que les habían permitido quedarse
a cambio de mostrar pleitesía y llenar de dinero sus arcas. Mientras que otros
investigadores, achacan esta concentración a los Caballeros de la Orden de Santiago,
encomienda bajo la que se encontraba Hornachos desde que, en el año 1235, fuera
entrega al maestre don Pedro González el rey Fernando III, que utilizaron a los
musulmanes conquistados como mano de obra barata para cultivar y explotar aquellas
tierras.
En el 1494, un visitador
de la Orden de Santiago informaba sobre Hornachos: “…no hallaron que avía en la dicha villa ni su término yglesia, porque
todos son moros, salvo una capilleja que está en la fortaleza, en que oyen misa
el comendador y los suyos.”
Vista de Hornachos (Badajoz) de C. Phillip (F. I.) |
Tras la sublevación de
las Alpujarras en el año 1569, la población mudéjar extremeña se vio
exponencialmente ampliada con los 11.000 moriscos granadinos deportados, que
fueron repartidos por las cabezas de partido, salvo la de Hornachos,
Benquerencia y Magacela, que por su alta densidad de moriscos son excluidos del
reparto. En 1570 se estimaba una población en Hornachos de 4.800 habitantes.
Sea cual fuere, aquella comunidad
debido a su aislamiento había prosperado como una república independiente dentro
del reino de Castilla, porque aun obligados a bautizarse contra su voluntad, los
hornacheros que controlaban los cargos públicos, habían seguido mantenido y
practicando su religión musulmana, sus tradiciones, seguían utilizando sus
vestimentas y hablando su lengua árabe. Y todo con la aquiescencia de Castilla;
pues Hornachos era una fuente constante de ingreso para su hacienda durante el
siglo XVI. En el año 1580 en época de Felipe II, según el historiador Henri A.
Kamen, “las tierras de Hornachos estaban
valoradas en 122.300 ducados” y rentaba al año como Encomienda de la Orden
de Santiago 6.000 ducados, de una población de 4.800 habitantes.
Fuente del desbautizadero Hornachos (F..Islam hoy) |
La villa poseía su propia tesorería con un
gran poder adquisitivo, impartían su propia justicia, derecho adquirido cuando
la villa compró su jurisdicción a Carlos I; incluso se creía que tenían su
propia ceca para acuñar moneda falsa. Poseían un arsenal importante, y un ejército
de mercenarios para su protección (habían comprado a Felipe II el privilegio a
portar armas por 30.000 ducados) al cual acusaban de asaltar y matar a todo
aquel que pasaba por la villa y daban notoria de su mala vida como cristianos. Y
contaban con un alfaquí (doctor o sabio de la ley musulmana) entre ellos que
los adoctrinaba.
También como luego reflejaría
en sus acusaciones el tribunal de la Santa Inquisición, instalado en Llerena en
el año 1527, poseían libros prohibidos, no comían puerco ni jabalí, ejercían el
ayuno del ramadán, las abluciones, la oración, y practicaban las ceremonias de
casamiento y enterramiento propias de la tradición musulmana o la fada
(ceremonia de imposición del nombre) que la utilizaban para desbautizarse en la
llamada fuente de “Hoya de la Maestranza
o Desbautizadero de los Moros” sita al norte de la villa, a los pies de una
atalaya.
Morisco llevando pan. Weiditz_Trachtenbuch F.I.) |
Para cristianizar la
villa y remediar toda aquella situación, la corona, enviaría a treinta familias
de cristianos viejos, seleccionadas de distintos lugares, para asentarse en la
villa, a cambio de exenciones y privilegios. También otorga una licencia especial
a un capellán para adoctrinar la población desde edad temprana, pues de bien
sabido era que los moriscos apenas comprendían las lenguas románicas de los
predicadores, e impondrá una serie de normas, como las de prohibirles llamarse
entre sí por nombres árabes. Normas que debían velar por su firme cumplimiento
el alcalde de la encomienda y el cura de Hornachos.
En año 1530 para apoyar aún
más la cristianización, el emperador Carlos V, promovido por el Arzobispo de
Sevilla Alonso Manrique, decide fundar en la villa un convento de la orden de
los franciscanos, el Convento de San Idelfonso. Que comenzaría a funcionar como
Casa de recoletos en 1553, y como noviciado ya en el año1626.
“…en la villa menos los clérigos, y ocho o diez cristianos viejos, y los
frailes del Convento de San Francisco, son todos moriscos.”
Desde el siglo XV
Hornachos va a ir perdiendo su importancia estratégica, abandonando la Orden de
Santiago progresivamente el castillo. En el 1575 los comendadores dejan de
habitarlo, y en el 1604 ya se encontraba abandonado por completo, hechos que
van afianzar el poder de los moriscos en la villa.
Castillo de Hornachos (A.E. Amigos de los Castillos) |
Pero aquella convivencia pacífica
entre cristianos y moriscos se había de quebrantar, los pocos cristianos viejos
que aún quedaban, de las treinta familias asentadas la mayoría habían optado
por marcharse, se quejaban ante el monarca del poco poder político y económico
que ostentaban, demandas que van degenerando en odio y hostilidad hacia los
moriscos, convirtiéndose estos cristianos junto con los clérigos, en los mayores
confidentes de la inquisición de Llerena. Una inquisición que ya no quitaría
sus ojos de la villa de Hornachos.
En un principio los
dineros ofrecidos en sobornos a algunos de los miembros del clero y familiares,
permitían que sus transgresiones fueran obviadas, y salieran impunes de las
acusaciones. Incluso llegaron a tener los moriscos de Hornachos su propia red
de contraespionaje dentro de la inquisición, que les informaban y les avisaban.
Desde el año 1584 al
1596, de los 155 procesados por la Inquisición de Llerena, 121 eran moriscos de
Hornachos acusados de herejías, de encubrir sus tradiciones y de traicionar a
la corona. Y unos años antes de la expulsión, el porcentaje había subido a un
95% de los encausados y con ello las condenas pecuniarias de los inquisidores.
El párroco de Hornachos, el
licenciado Diego de Cuenca, mantenía su propia cruzada contra los moriscos, enviando
tres memoriales acusatorios y llevando sus enfrentamientos y acusaciones ante
el mismísimo monarca. Otro enemigo de los moriscos de la villa era Juan de
Chaves Jaramillo, alcalde de la encomienda de Hornachos, cuyo fin máximo era
perseguir a los moriscos “hasta echarlos
de España, aunque gastara su hacienda en ello.” En una de sus acusaciones
afirmaba: “…que tienen trato y
comunicación con los moros de África y otros extranjeros para alzarse con
ellos…”
Ante tanta insistencia y
de las cada vez más denuncias sobre la actitud deplorable y los hechos atribuidos
a los moriscos de Hornachos, el monarca tuvo que enviar a la villa en varias
ocasiones, al Alcalde de Casa y Corte Gregorio López Madera, con plenos poderes
para impartir justicia y mantener la paz. Entre las acciones que llevó acabo,
sentenció y mandó ahorcar a numerosos cabecillas moriscos, les arrebató el
privilegio de portar armas, confiscó un arsenal de armas: arcabuces, espadas y
adargas; que se hallaban escondidas en silos subterráneos bajo sus casas, peñascales
y cuevas. Prohibió el uso de tradiciones árabes, su vestimenta y su habla la “algarabía”
(una jerga entre el castellano y el árabe), mandó azotar a numerosos moriscos y
envió a galeras perpetua a otros doscientos. La última vez que el Alcalde López
Madera arribó en Hornachos, sería para ejecutar el decreto de expulsión.
Felipe III. Diego Velázquez 1635 |
Como he comentado anteriormente,
el veintidós de septiembre de 1609, el monarca Felipe III firmaba la Real
Cedula ordenando la expulsión de todos los moriscos del Reino de Valencia, a
los que seguirían el decreto del 10 enero de 1609 que afectaba a los moriscos
de Andalucía, Murcia, y la villa de Hornachos, y poco después los de
Extremadura, Castilla y Aragón.
“…primeramente,
que todos los moriscos deste reino, así hombres como mujeres, con sus hijos,
dentro de tres días de cómo fuere publicado este bando en los lugares donde cada
uno vive y tiene su casa, salgan dél, y vayan á embarcarse á la parte donde el
comisario, que fuere á tratar desto, les ordenare, siguiéndole y sus órdenes;
llevando consigo de sus haciendas los muebles, los que pudieren en sus
personas, para embarcarse en las galeras y navíos, que están aprestados para
pasarlos á Berbería, á donde los desembarcarán, sin que reciban mal tratamiento,
ni molestia en sus personas…”
Este decreto enviará al
exilio a más de 300.000 moriscos españoles, creando un déficit demográfico en ciertas
zonas y por ende un empobrecimiento del país. Se perdió a unos fieles pagadores
de impuestos a la Hacienda Real, a una sociedad con fama de trabajadora,
mientras muchos de los cristianos viejos se dedicaban a luchar por España en
guerras fuera de la península. Los moriscos eran excelentes trabajadores de la
tierra (un refrán popular decía “Una huerta es un tesoro, si el hortelano es un
moro”), una especializada mano de obra artesanal, con ellos desapareció una
gran industria consolidada de curtidos, sedería, paños, algodón, etc… y
adinerados comerciantes. En definitiva, los moriscos contribuían al esplendor y
la prosperidad económica de España.
Embarco Moriscos en el Grao de Valencia 1616 de Pere Oromig (F.I.). |
El destino final de estos
moriscos en Berbería eran las costas del norte de África: Túnez, Orán, Argel o
Marruecos, pero también Egipto, Turquía y otros países musulmanes. No en todos
los lugares fueron recibidos de igual forma, pues si bien en algunos casos
habían pactado con las autoridades su acogida, caso de Oran (que era plaza
española), pero la falta de previsión y el gran número de moriscos llegados,
provocó enfrentamientos con las tribus beduinas cuando los moriscos expulsados
se adentraban en el interior del territorio. Allí eran saqueados de las pocas
riquezas y enseres que aún les quedaban. Hechos que tuvieron que atajar las
autoridades otomanas, argelinas y marroquíes alentadas por los responsables
religiosos, con el envío de tropas para defenderlos.
“Salieron
millares para Fez (Marruecos) y otros millares para Tremecén (Argelia), a
partir de Orán, y masas de ellos para Túnez (Tunisia). En sus itinerarios
terrestres, se apoderaron de ellos beduinos y gente que no teme a Dios, en
tierras de Tremecén y Fez; les quitaron sus riquezas y pocos se vieron libres
de estos males; en cambio los que fueron hacia Túnez y sus alrededores,
llegaron casi todos sanos…”
Llegada de los Moriscos a Orán 1613 de Vicent Maestre (F-I-) |
Pero, no sólo se les
expulsaba, también se les confiscaban sus bienes raíces que eran para la
Hacienda Real, debían costearse su propio pasaje, 70 reales por cabeza si el
destino era Marsella o los estados italianos y 50 reales si era Berbería. Y
había un añadido más, una cruel exigencia que marcaría trágicamente a muchos
moriscos, debían entregar obligatoriamente a las autoridades todos los hijos
menores de siete años para evangelizarlos y salvar así sus almas, si el exilio
era hacia los países musulmanes.
“…los
mochachos y mochachas menores de seis años, que fueren hijos de cristianos
viejos, se han de quedar, y sus madres con ellos, aunque sean moriscas; pero si
el padre fuere morisco y ella cristiana vieja, él sea expelido, y los hijos
menores de seis años quedarán con la madre…”
Este decreto impulsado
por el Arzobispo de Valencia Juan de Ribera, que incluso llegó a defender la
venta de los morisquillos como esclavos a cristianos viejos antes de enviar a
esos “seres inocentes” a Berbería. Y que junto al Duque de Lerma, entre otros, fue
el más firme instigador de la expulsión. Pero la aplicación del decreto tuvo
muchos inconvenientes, bien por la premura de la expulsión o por la anarquía a
la hora de interpretar el decreto en si en cada puerto, pero también, por las
represalias posibles que ocasionarían la separación de los morisquillos de sus
padres, y la escasez de población de cristianos viejos para acogerlos y
amamantarlos.
Juan de Ribera de Luis de Morales Duque de Lerma |
Aunque en la práctica la mayoría
de los morisquillos menores de dicha edad embarcaron con sus padres, los que
fueron raptados, arrebatados u obligados a quedarse corrieron distintas suertes.
Los que se quedaron con el consentimiento de sus padres, estos se preocuparon en
dejarlos con cristianos viejos conocidos y de buena reputación o con moriscos
de conversión probada. Otros, los que fueron arrebatados a sus padres y repartidos
por los obispos, fueron utilizados para servir en tareas domésticas como
criados o en agrarias, con la obligación de sus criadores de cuidarlos hasta
los doce años, después estarían a su servicio en pago de manutención y crianza
hasta los veinte que quedarían libres. Y los más perjudicados fueron aquellos niños
que arrebatados o raptados, y de espaldas al rey fueron vendidos como esclavos,
llevando una vida de miseria y castigos. Recientes estudios de François Martínez,
han elevado a 3.578 los morisquillos que por diferentes circunstancias quedaron
en España.
Hay que tener en cuenta
que Orán en Argelia era una plaza española desde que en el año 1509 fuera
tomada bajo el mando del Cardenal Cisneros y Pedro Navarro hasta 1792, y lo
mismo ocurría con Melilla española desde 1497 y Ceuta, que tras la muerte de Sebastián
I de Portugal en 1578 se incorpora a la corona española.
Moriscos expulsados (F.I.) |
Se les dio un plazo de 30
días, que se prorrogó en 50, para abandonar sus tierras, y bajo estrictas
medidas fueron agrupados y conducidos a los puertos de embarque. Y aunque se
dictó un Real decreto para que no se les atacaran, robaran e insultaran, muchos
fueron las injusticias que recibieron por los caminos y los pueblos por donde
pasaron y en las naves donde se les embarcaban, bien por avaricia o bien por
odio, los moriscos fueron apaleados, apedreados, asaltados, robados y
asesinados.
“Que
ningún cristiano viejo ni soldado, ansí natural de este reino como fuera dél,
sea osado á tratar mal de obra ni de palabra, ni llegar á sus haciendas á
ninguno de los dichos moriscos, á sus mujeres ni hijos, ni á persona dellos...”
Los moriscos de Hornachos
en tres días tras anunciarse el decreto salieron en caravanas con sus pocos
enseres que no habían malvendido, pues, aunque se les autorizaban a llevar
todos los bienes muebles que pudieran transportar, el patrimonio dejado, bajo
amenaza de pena de muerte, no podían ser destruidos o escondidos, y pasarían en
su totalidad a la hacienda real, excepto una parte que iba a las arcas de la
Inquisición.
Moriscos con mujer y niño de Christoph Weiditz (1529) |
La mayor parte de los
bienes de los moriscos de Hornachos valorados en 180.000 ducados sirvieron para
pagar la deuda que Felipe III había contraído con la familia de banqueros
alemanes Fugger o Fúcar, a la cual le seguía debiendo más de 30 millones de
maravedís.
“El Rey. Don Juan
Tomás Favaro, Comendador de Huélamo de la Orden de Santiago, que por mi mandado
administráis las haciendas que dejaron los moriscos de la villa de Hornachos
que fueron expulsados de los Reinos y me pertenecen que por una cédula firmada
de mi mano y refrendada de Pedro de Osma, secretario, en once de julio pasado
de seiscientos y nueve mandé librar a Marcos Fucar y hermanos ciento y ochenta
mil ducados que valen sesenta y siete cuentos y quinientos mil maravedís en
dinero, oro o plata que para mí vino de las Indias el dicho año, conforme a él me
dio, tomando con ellos en diez y siete de noviembre de seiscientos y ocho sobre
la paga de lo que mi real hacienda les debía…”
Escoltados por soldados reclutados
de las comarcas cercanas que encabezaba el Alcalde López Madera fueron llevados
a Sevilla. De los 4.800 moriscos censados por la Inquisición en 1594; según J, Fernández
Nieva; en el momento de la expulsión sólo quedaban 2.500, pues muchos habían
optado unos meses antes por abandonar voluntariamente la villa, muy a su pesar,
dirección Francia.
Los de Hornachos son los
primeros moriscos expulsados de Extremadura, y representaban la mitad de todos
los moriscos expulsados de tierras extremeñas. Conducidos al puerto de Sevilla,
para la mayoría era la primera vez que veían el mar y también la primera y última
vez que lo cruzarían embarcados en galeras y navíos rumbo a su destierro. El 4
febrero la Inquisición de Llerena informaba que las tres compañías de moriscos
de Hornachos habían llegado a Sevilla, “…donde
dicen los embarcaron no sabemos para donde…·
Danza morisca de Christoph Weiditz (1529) |
Los de Hornachos se
mantuvieron siempre como una comunidad muy cohesionada, siempre juntos, apoyados
en su consejo de la villa, ayudándose unos y otros, llegando unos a pagar el
viaje de los más desfavorecidos para que no fuesen separados, mediante una
bolsa común. Tras ellos en 1611 salieron los moriscos de las villas de
Benquerencia y Magacela que embarcaron en Málaga y Cartagena.
Con la expulsión de los
moriscos de Hornachos, la villa entra en decadencia como enclave económico
importante y poblacional. En el siglo XVIII su población no superaba los 2.400
vecinos, dedicados en su mayoría a las tareas del campo. También pierde su
categoría de cabeza de partido en favor de Llerena que en 1640 recibió el
título de ciudad por parte de Felipe IV.
La expulsión de los moriscos (1894) de Gabriel Puig Roda. |
Antes de embarcar rumbo a
su exilio, los de Hornachos lucharon hasta el final para que les fueran
devueltos sus hijos, aludiendo que sus países destinos eran cristianos, hecho
que no ocurrió, pues según consta en los escritos, los hornacheros que tuvieron
que dejar sus hijos en la villa, estos morisquillos ante los pocos vecinos que
quedaron fueron repartidos y ubicados entre las localidades vecinas por el cura
de Hornachos. Pero no solo se quedaron los niños, según estudios recientes de Esteban
Mira Caballos, expone la posibilidad que una parte de la población morisca, el
25%, se quedara en Hornachos, entre mujeres y “moriscos de paz”, moriscos de
conversión sincera que contaban con el favor de las autoridades civiles y eclesiásticas
y que participaron activamente de los cultos cristianos.
---Fin de la Primera Parte---
Gracias y hasta la próxima.
Escrito
por: Jesús Sierra Bolaños
Fuentes
consultadas:
-
“1609: los morisquillos, la otra mirada de la historia.” I. Gironés Guillem.
- “Cartas marruecas: documentos de Marruecos
en archivos españoles (siglos XVI-XVII)” Mercedes García-Arenal y Fernando
Rodríguez Medianos
-
“Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar”
Pascual Mádoz.
-
“El enfrentamiento entre moriscos y cristianos viejos. El caso de Hornachos en
Extremadura” Julio Fernández Nieva
-
“El exilio morisco. Las líneas maestras de una diáspora.” Luis F. Bernabé Pons.
-
“Historia de los moriscos” A. Domínguez Ortiz, Bernard Vicent.
-
“Hornachos enclave morisco, peculiaridades de una población distinta.” Alberto
González Rodríguez.
-
“La convivencia rota” Tarek Khedr.
-
“La expulsión de los moriscos de Extremadura (1609-1614)” Mª Ángeles Hernández
Bermejo, Rocío Sánchez Rubio y Isabel Testón Núñez.
-
“La expulsión de los moriscos” Rafael Benítez Sánchez-Blanco.
-
“La Inquisición y los moriscos extremeños (1585-1610)” Julio Fernández Nieva.
-
“La permanencia de los moriscos en Extremadura” François Martínez.
-
“La presencia morisca en la Extremadura de los tiempos modernos” Isabel Testón Núñez.
-
“La República andaluza de Rabat en el siglo XVII” Guillermo González Busto.
-
“La senda de los moriscos; en busca de los otros españoles” José Manuel Fajardo.
-
“Los corsarios de Salé” José Manuel Gutiérrez de la Cámara Señán”
-
“Los moriscos antes y después de la expulsión.” Mikel de Epalza.
-
“Los moriscos de Hornachos. 400 años de su expulsión. Pasado y presente.”
Lorenzo Corcobado Navarro.
-
“Los moriscos de Hornachos, corsarios de Salé” Revista de Estudios
Extremeños. A. Sánchez Pérez.
-
“Los moriscos de Hornachos, crucificados y coronados de espinas.” Fermín
Mayorga Huertas.
-”
Los moriscos de Hornachos: una revisión histórica a la luz de nueva
documentación” Esteban Mira Caballos
-
“Los moriscos en Berbería” Martine Ravillard
-
“Los moriscos en Extremadura (1570-1613)” Mª Ángeles Hernández Bermejo, Rocío
Sánchez Rubio y Isabel Testón Núñez.
-
“Los moriscos en Marruecos” Guillermo González Busto.
-
“Los moriscos españoles y su expulsión.” Pascual Boronat y Barrachina.
-“Monografía
histórica-descriptiva de la villa de Hornachos” A. Muñoz de Rivera.
-
“Piratas, bucaneros, filibusteros y corsarios en América.” Manuel Lucena
Salmoral
-
“Salé et ses corsaires (166-1727)” Leïla Maziane
-
“Salé, una República Andaluza en el exilio norteafricano del S. XVII” Guillermo
González Busto
-
“Una república corsaria andaluza en Marruecos” Revista AH Beatriz Alonso Acero
-
“Una sociedad conflictiva: España, 1469-1714.” Henry A. Kamen.
-
“Un censo de moriscos extremeños de la Inquisición de Llerena” J. Fernández
Nieva.
-
“Vida del capitán Alonso de Contreras” Alonso de Contreras
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