Grabado de Salé a la izquierda y Rabat a la derecha (Marruecos) |
Los corsarios de Salé eran temidos entre las potencias europeas, que enviaron sus escuadras en varias ocasiones a contrarrestar sus ataques, los franceses, la última en 1636 a cargo del almirante De Sourdis, los ingleses al mando del almirante Robert Blake en 1656, y también Holanda con los almirantes Tromp y De Ruyter. Pero a quienes iban destinados la mayoría de sus ataques por mar y por tierra era a los españoles. Contaba a su favor, ser buenos conocedores de las costas de su antigua patria, conocer información precisa y puntual para realizar sus desembarcos y hacer cautivos, además de contar con su propia red de informantes en los puertos, lonjas y cuarteles andalusíes que utilizaban para sus propósitos, como infringir el máximo daño posible en sus ataques en el tráfico marítimo de Indias.
Pero no solo las costas españolas como, el estrecho de Gibraltar, las Azores o las Canarias estaban en su campo de acción, sino que también llegaron atacar las costas de Francia; Inglaterra, en 1625 los corsarios de Salé atacan Plymouth tomando unos 200 cautivos entre hombres, mujeres y niños y un bajel corsario fue capturado en el mismo Támesis; Islandia, en donde en 1627 Morat Rais, se hacen con un botín de pescado ahumado, pieles y 400 prisioneros en Reykjavik; y en el año 1631 en las costas de Irlanda, capturan algunos barcos y en el pueblo de Baltimore Morat Rais toma 237 esclavos, pescadores, mujeres y niños de cuna; incluso llegan alcanzar las costas de la isla de Terranova, en Canadá.
En el 1629 el cardenal Richelieu ante los continuos ataques a la flota francesa y la negativa de los hornacheros de liberar a los franceses cautivos, envía una flota de siete barcos a Salé al mando del almirante Razilly, Recibidos a cañonazos por los de Salé, envía a su lugarteniente ante el gobernador de la kasbah con carta de liberación para el sultán Muley a que responden que son una República Independiente, y que quien manda allí son ellos y no el sultán.
Continuaron las conversaciones entre el almirante francés con el kaid de Salé:
“…a vuestro gobernador, que si no me envía en pocos días a todos los esclavos franceses que detiene injustamente, le declararé la guerra de parte del rey de Francia, mi Señor, y que le aviso que no saldrá ni entrará ningún barco, que no sea capturado o hundido, y que si desea entregar los esclavos de buen grado, se le hará un presente honesto, aproximado al valor que pudiera tener o haber costado los esclavos en el mercado público…"
Respondiéndole los salentinos con soberbia: "El rey de Inglaterra, que era el dueño del mar, les había enviado embajadores y varios cañones para pedirles la paz. Si el rey de Francia la quería con ellos, y la entrega de los esclavos, era preciso que diesen cien cañones y un millón de libras"
Ante la negativa de liberar a los cautivos y la imposibilidad de remontar el rio para atacar, los franceses bloquean el acceso y la entrada al estuario de todo navío, bloqueo que mantuvieron durante tres meses, solo la llegada del invierno hizo desistir a los franceses mantener el bloqueo y firmar una tregua entre Luis XIII y la República de Salé, por el cual las hostilidades se suspenderían durante cinco meses y 120 cautivos franceses serian puestos en libertad mediante el pago de su rescate.
La mayoría de sus barcos corsarios, eran de fondos planos, poca borda, tonelaje no superior a trescientas toneladas y gran velamen redondo, tenían remos largos (con contaban con numerosos cautivos para aquellos menesteres). Con una tripulación de no más de 200 hombres a bordo, el equipaje y los víveres se reducían al mínimo para equipar el máximo de cañones posibles (unos 20 cañones) en ambos costados y en proa y su munición. Una flotilla de jabeques corsarios podía poner en jaque a dos galeras europeas.
Su pabellón o bandera que ondeaban en su mástil mayor era la espada de dos hojas sobre fondo verde o la media luna con rostro en oro sobre tela roja.
La táctica que empleaban cuando avistaban un barco era singular. Primeramente, tras divisar en el pabellón que ondeaba, estudiaban el tipo de barco, el velamen y su potencia artillera. Se acercaban como inofensivos barcos enarbolando un pabellón falso, el factor sorpresa era muy importante, al igual que la superioridad numérica en hombres que siempre contaban. Cuando estaban suficientemente próximos o bien mostraban la artillería disparando andanadas intimidatorias, lanzándose después al abordaje y la captura del navío o utilizaban la picaresca para sus fines, en los casos que fueran navíos españoles, usaban el castellano para ganarse su confianza y abordarlos, otras veces procedían a exigirles documentación y una vez en los barcos ante la excusa de carecer de dichos visados les apresaban. Procuraban evitar los encuentros sangrientos.
Si se encontraban ante un barco de guerra, evitaban el enfrentamiento y al ser sus barcos más ligeros y con remeros, su mayor velocidad les facilitaba la huida. Los barcos de guerra los dejaban para que fueran los renegados que comandaban barcos más potentes quienes les atacaran.
Salé era una posición estratégica en el comercio atlántico, deseada por todos los estados europeos, por ello ingleses, franceses y holandeses, tras la toma y ocupación de los puertos piratas de Larache en 1610 y La Mamora (hoy Mehedia) en 1614, por parte de España, intentaron ganarse el favor de los moriscos de Hornachos.
Partes de una galera. (Imagen del Centro Virtual Cervantes) |
A pesar de todas estas puntuales alianzas y tratados con los enemigos de España, llegaron a tener un representante de Salé permanente en La Haya; los de Hornachos veían la piratería como un medio para volver a su hogar, se consideraron españoles en tierra extraña, siempre unidos como en su pueblo natal, conservaban las mismas costumbres y tradiciones, en sus documentos oficiales utilizaban siempre el español, y su máximo anhelo era el de regresar a España, a Hornachos. Por ello intentaron siempre negociar con España su vuelta, la primera negociación fue en 1614, y se volvió a repetir los intentos de cesión de la alcazaba en los años 1619, 1631, 1637 y el último tuvo lugar en 1663, tres años antes que fueran integrados dentro del sultanato.
El encargado de las negociaciones era el duque de Medina-Sidonia. capitán general de la Armada del Mar Océano y costas de Andalucía, por el pasaba el control de las costas andaluzas y las relaciones entre España y el norte de África. En la negociación que realizó en el año 1631 con los hornacheros, ello se define a sí mismo como:
“…los moriscos que residen en la dicha alcazaba son los que salieron de Hornajos y Endalusía y tienen más de christianos que de moros…” …y por el gran amor que tienen a España, pues desde que salieron suspiran por ella”
Los de Hornachos a cambio de permitirles la vuelta en las mismas condiciones en las que vivían antes de la expulsión, entregarían la codiciada plaza de Salé “la nueva” con sus 68 cañones, llegarían a Sevilla en sus barcos que le luego entregarían junto con los botines obtenidos, también entregarían toda la documentación y correspondencia mantenida con las potencias enemigas de España. A cambio solicitaban al rey 200 libras de oro, para comenzar una nueva vida en Hornachos, “…y que los vecinos que hoy viven en ese lugar se vayan a otra parte, que ellos comprarán y pagarán las casas y heredades que les dejaran, tasando el justo valor que tuvieran…”
Gran puerta de la casba de los Udayas, centro de poder de los hornacheros (F.I.) |
También pedían entre otras súplicas, que sus gobernantes fueran sólo moriscos, para evitar las afrentas sufridas antes de la expulsión, que solo hubiera entre ellos los curas, clérigos y frailes que les instruyan en la fe de Cristo. Que “…todos se comprometen a seguir la ley cristiana, y los que no la sigan que caigan bajo el peso de la inquisición…”, “. excepto a los moriscos nacidos en Salé que les concedieran un margen de veinte años a los para poder asimilar la religión cristiana.”. Debían gozar de los mismos privilegios que les otorgó Felipe II y solicitaban les fueran restituidos los hijos que les arrebataron a los padres que tuvieren noticias de ellos y los conocieren.
En 1633 el embajador inglés en Madrid, Sir Arthur Hopton, informaba “que había tropas españolas embarcadas en Cádiz, para tomar posesión de la alcazaba de Salé y repatriar a los moriscos, en virtud de un tratado firmado con ellos y sometido al Papa para su aprobación,”
Al final ninguno de aquellos intentos prosperó y no recibieron respuesta los hornacheros del monarca español ni del duque de Medina-Sidonia.
Los moriscos andaluces de la medina además de componer la tripulación de los barcos, se dedicaron a la agricultura y la ganadería para el autoabastecimiento de la república, trabajaban en los astilleros, los muelles y el zoco, y también constituían el cinturón defensivo de la kasbah, ante los ataques sorpresas de los musulmanes marroquíes. Pero como ya he comentado, no se les permitían asentarse en la kasbah, ni formar parte en el diwan, ni participar en los beneficios obtenidos del corso, y tampoco en la administración de los derechos de las aduanas, que eran solo para los hornacheros (cada hornachero recibía según lo que había puesto, hasta los más pobres tenían su parte del botín), y todo a pesar de ser los andalusíes muchos más numerosos. Esto va a provocar con el tiempo enfrentamientos que desembocarán en dos guerras civiles entre hornacheros y andalusíes, y por consiguiente la desaparición de la República de Rabat-Salé.
La primera guerra civil fue en 1630, los andaluces reclamaban parte de los beneficios del corso y de la recaudación de las aduanas, por ser ellos quienes embarcan en los barcos, quienes se encargaban de los puertos y defendían la kasbah. Los de hornachos se negaron aduciendo que aquellos recursos iban destinados a terminar la reconstrucción de las murallas y fortalecer con artillería el castillo para su defensa. Los andalusíes mayor en número atacan la alcazaba por tierra, pero los hornacheros resisten, sólo el castillo contaba con cañones, los andalusíes toman entonces la determinación de sitiar la kasbah.
En el mes de mayo los hornacheros y los andalusíes llegan a un acuerdo mediante el cual el diwan estaría compuesto por 16 miembros, ocho representantes de cada parte; segundo, habría dos kaid, uno elegido por los hornacheros y otro elegido por los andalusíes, que debía residir en la kasbah; y tercero, todas las ganancias del corso y de las aduanas se repartirían a partes iguales entre ambos bandos.
Fueron elegidos kaid. Mohamed Abdel-Kader Cerón por parte de los hornacheros y Abdallah Ben Aly el-Cazeri (parecer ser que era originario de Cáceres).
Tras un periodo en que las tensiones entre hornacheros y andalusíes no llegaron a cesar, en el 1636 los moriscos andalusíes rompen el acuerdo, y se alzan en armas al mando del gobernador andalusí el-Cazerí. Conquistan la kasbah y encarcela a los principales representantes hornacheros. Los que pudieron escapar unos huyen hacia Argel y otros son acogidos en Salé “la vieja”, bajo la protección de El-ayachi. Comienza un periodo de dominio andalusí en la República bajo el gobierno único de el-Cazerí.
En esta segunda guerra civil el-Ayachi, ve una oportunidad para ganarse el favor de los hornacheros en su lucha hacia el poder y de paso combatir a los “cristianos de castilla” como llamaban a los andalusíes de la medina. Pero no sería el único que interviniera en aquella guerra entre hornacheros y andalusíes, Inglaterra, España, el sultán y el Zawiya de Dila, serían los otros participantes en mayor o menor medida.
En 1637, el-Cazerí construye un puente de barcos para atacar Salé “la vieja”, pero el-Ayachi con la ayuda de la flota inglesa, al mando del almirante Rainsborought, bajo la promesa de liberar los cautivos ingleses, destroza a cañonazos el potón y acomete un bloqueo a Salé “la nueva”. Tras unos meses de asedio, en la ciudad empieza a propagarse la hambruna, y los moriscos solicitan ayuda España, enviando el duque de Medina-Sidonia, un cargamento de bizcochos desde La Mamora para remediarlo. Al estado español no le interesaba que la plaza pasara a manos del religioso extremista el-Ayachi. Pocos meses después, los ingleses tras recuperar a sus cautivos, que era su máximo interés, levaron anclas y partieron hacia Inglaterra.
Mapa inglés de 1637 con las dos sale de Richard Simson (F.I.) |
Un año más tarde en una ofensiva de el-Ayachi y los hornacheros, el gobernador el-Cazerí es abatido de un disparo y muerto, sucediéndole como gobernador su hijo, que ante los continuos ataques solicita ayuda al sultán. El sultán para asegurarse la plaza contrata al corsario de origen francés Morat François y lo envía junto una guarnición de 350 soldados.
El-Ayachi ante la imposibilidad de tomar aquella alcazaba perfectamente fortificada y artillada, llega a un acuerdo con los moriscos mediante el cual los hornacheros pueden regresar a la medina y recuperar sus bienes. Pero de nuevo la paz se vio quebrada, aprovechando la ausencia del el-Ayachi, los hornacheros junto con 1.000 de sus musulmanes reconquista la medina, pero fracasan en su asalto a la fortaleza defendida por los moriscos andalusíes y los soldados del sultán. En 1641 con el asesinato de el-Ayachi, entra en la escena salentina los bereberes del Zawiya de Dila que, en alianza con los hornacheros, acaba imponiéndose en la kasbah, poniendo fin a la guerra civil.
La actividad corsaria de los hornacheros y moriscos continuó bajo la protección de Salé del Zawiya de Dila, Muhammad al-Hajj, que impuso a su hijo como príncipe de Salé, aunque conservando su estructura y manteniendo su vida autónoma a cambio de un porcentaje en las ganancias.
En octubre del 1658 Ahmed el-Cortobi Reis, corsario andalusí de Salé, natural de Córdoba, al mando del barco de nombre “The Sun” es atacado frente al cabo de Finisterre, por una escuadra holandesa, gobernada por el capitán Pieter Noel en la nave “Prophet Daniel”. Durante el asalto varios piratas mueren y el-Cortobi Reis es tomado prisionero. El “The Sun” es quemado y hundido. Este hecho provoca un incidente diplomático serio entre ambas potencias por el tratado de paz firmado. Las autoridades de Salé solicitan la liberación de el-Cortobi Reis y una indemnización a tal mayor afrenta. El Misterio de la marina holandesa multa al capitán del “Prophet Daniel con 9.500 florines y la entrega en Salé de un buque similar al “The Sun” en alcance y armamento y a el-Cortobi Reis le otorgan en compensación el “Prophet Daniel”.
También un capitán español informaba del avistamiento de barcos corsarios, he aquí una narración:
“Yo, el firmante, capitán de la tartana llamada "San Francisco", que se perdió a causa del temporal cerca del cabo San Vicente cuando venía de Salé, desde donde partí el 20 de diciembre, certifico:
Que de dicho puerto había salido hacía pocos días un navío corsario denominado "Ixot" armado con 16 cañones y con una tripulación de 150 hombres; y que en los puertos de Salé y vecinos había otros 9 prestos para hacerse a la mar el 20 de enero: el capitaneado por Ben Aicha, hijo, con 16 piezas y 200 hombres, otro de la misma tripulación mandado por Ben Aicha, padre; otros dos de las mismas características, mandados por El Cortobi, padre e hijo. Estos 4 navíos habían sido armados por el rey de Tafilalet (Muley Rachid). Además, una carabela capitaneada por un mallorquín, con 8 cañones y 25 pedreros y 150 hombres; más un navío procedente de La Goleta (Túnez), de 6 piezas y 130 tripulantes, y un mercante armado con 4 cañones y 140 hombres. También he visto y hablado con un capitán llamado Mohamed Cantillo, que tenía la intención de armar otro mercante, el cual no he podido ver por hallarse en el puerto de Azammur.
En el 1660 los moriscos españoles y los hornacheros se unen para levantarse contra el vasallaje del Zawiya de Dila, quienes al mando del morisco español Ahmed el Jadir Ibn Gailán, derrotan a los bereberes de la alcazaba. Ibn Gailán, sería el último gobernador morisco de Salé, pues en el 1666 el sultán Mulay Rachid, en su campaña por unificar el reino, derrota en batalla al Zawiya de Dila, y toma posesión de la plaza morisca de Salé, desapareciendo para siempre la República Independiente de Salé. Concluye así la pacificación y reunificación del país. instalándose en el poder la dinastía alauí que gobernará Marruecos hasta nuestros días.
Kasbah des Oudaias. Ciudadela de la república de Salé (F.I.) |
El 13 de febrero de 1668, mediante el Tratado de Lisboa, la corona española reconocía la independencia de Portugal, veintiocho años después de la revuelta liderada por el duque de Braganza, dejando de estar bajo su control las posesiones ultramarinas portuguesas.
Así, durante más de medio siglo, aquellos hornacheros que nunca habían visto el mar ni habían navegado por él, tomaron una plaza marítima semiderruída y abandonada, y la convirtieron en la República Independiente de Salé, el estado corsario más rico, temido y a la vez más codiciado por las potencias europeas de la época.
Aquellos hornacheros, que ni eran árabes ni españoles, pero que aún así conservaron sus tradiciones y el idioma español, aquellos hornacheros que dieron origen a una literatura y folclore propio como la balada que se cantaba en las tabernas inglesas “Salee Rovers”, aquellos mismos hornacheros que su máximo anhelo era volver a su patria, su tierra, su Hornachos natal, y que nunca se les permitió volver.
Con la expulsión de los moriscos, España no solo perdió una parte de su cultura y tradiciones, como ocurrió con la expulsión de los judíos en 1492, sino que también pierde abuelos y abuelas, padres y madres, hijos e hijas, nacidos en España, y aunque de fe distinta, seguían siendo españoles de sangre.
Con esta destierro se pone fin a siglos de convivencia y tolerancia en una España de las tres culturas, la cristiana, la judía y la musulmana. Pero no será la última expulsión, en 1767, el monarca Carlos III ordena la expulsión de la Orden de los Jesuitas de todos sus dominios, pero eso es otra historia.
Muchas gracias y hasta la próxima historia.
Muchas gracias y hasta la próxima historia.
Escrito por: Jesús Sierra Bolaños
Fuentes consultadas:
- “1609: los morisquillos, la otra mirada de la historia.” I. Gironés Guillem.
- “Cartas marruecas: documentos de Marruecos en archivos españoles (siglos XVI-XVII)” Mercedes García-Arenal y Fernando Rodríguez Medianos
- “Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar” Pascual Mádoz.
- “El enfrentamiento entre moriscos y cristianos viejos. El caso de Hornachos en Extremadura” Julio Fernández Nieva
- “El exilio morisco. Las líneas maestras de una diáspora.” Luis F. Bernabé Pons.
- “Historia de los moriscos” A. Domínguez Ortiz, Bernard Vicent.
- “Hornachos enclave morisco, peculiaridades de una población distinta.” Alberto González Rodríguez.
- “La convivencia rota” Tarek Khedr.
- “La expulsión de los moriscos de Extremadura (1609-1614)” Mª Ángeles Hernández Bermejo, Rocío Sánchez Rubio y Isabel Testón Núñez.
- “La expulsión de los moriscos” Rafael Benítez Sánchez-Blanco.
- “La Inquisición y los moriscos extremeños (1585-1610)” Julio Fernández Nieva.
- “La permanencia de los moriscos en Extremadura” François Martínez.
- “La presencia morisca en la Extremadura de los tiempos modernos” Isabel Testón Núñez.
- “La República andaluza de Rabat en el siglo XVII” Guillermo González Busto.
- “La senda de los moriscos; en busca de los otros españoles” José Manuel Fajardo.
- “Los corsarios de Salé” José Manuel Gutiérrez de la Cámara Señán”
- “Los moriscos antes y después de la expulsión.” Mikel de Epalza.
- “Los moriscos de Hornachos. 400 años de su expulsión. Pasado y presente.” Lorenzo Corcobado Navarro.
- “Los moriscos de Hornachos, corsarios de Salé” Revista de Estudios Extremeños. A. Sánchez Pérez.
- “Los moriscos de Hornachos, crucificados y coronados de espinas.” Fermín Mayorga Huertas.
-” Los moriscos de Hornachos: una revisión histórica a la luz de nueva documentación” Esteban Mira Caballos
- “Los moriscos en Berbería” Martine Ravillard
- “Los moriscos en Extremadura (1570-1613)” Mª Ángeles Hernández Bermejo, Rocío Sánchez Rubio y Isabel Testón Núñez.
- “Los moriscos en Marruecos” Guillermo González Busto.
- “Los moriscos españoles y su expulsión.” Pascual Boronat y Barrachina.
-“Monografía histórica-descriptiva de la villa de Hornachos” A. Muñoz de Rivera.
- “Piratas, bucaneros, filibusteros y corsarios en América.” Manuel Lucena Salmoral
- “Salé et ses corsaires (166-1727)” Leïla Maziane
- “Salé, una República Andaluza en el exilio norteafricano del S. XVII” Guillermo González Busto
- “Una república corsaria andaluza en Marruecos” Revista AH Beatriz Alonso Acero
- “Una sociedad conflictiva: España, 1469-1714.” Henry A. Kamen.
- “Un censo de moriscos extremeños de la Inquisición de Llerena” J. Fernández Nieva.
-"Vida del capitán Alonso de Contreras" Alonso de Contreras